Soñaba con ver regresar los barcos con un aura cansada pero victoriosa. Desafortunadamente, la realidad fue muy distinta. Las cubiertas llegaron empapadas de sangre y con un notorio número de personas cuyas heridas necesitaban atención urgente. El primero del que me encargué fue Halfdan, a quien su hermano había traído hasta mí siendo su único y más fuerte apoyo. Le habían disparado con una ballesta en el hombro izquierdo. El segundo en llegar hasta mí fue Floki, arrastrado por dos hombres y con una sangrante herida en la parte baja de su estómago.
- No te preocupes por mí. – me dijo Floki, lo cual no cuadraba con su rostro encogido por el dolor. – Encárgate primero de Halfdan. Esto puede esperar.
Decidí creer sus palabras y continué entonces con el susodicho, cuya cortinilla de flequillo estaba completamente pegada a su rostro sudoroso y empezaba a ser repulsivo. Una vez le saqué la flecha, el dolor descendió a la par que la sangre brotando aumentaba.
- ¿Cómo lo ves, preciosa? – me preguntó en apenas un murmullo.
- Necesito fuego para cerrarla.
Harald, quien no se había separado ni un segundo de su hermano, cogió uno de los cuchillos incandescentes que tenía preparados y me lo acercó. Antes de comenzar, se acuclilló para sujetar a Halfdan. Le quedaría una fea cicatriz, pero si el flechazo no había afectado a ningún músculo, no sería para tanto.
Con Floki fue incluso más sencillo. Solo era un corte que, una vez limpié y detuve la hemorragia, adquirió mejor aspecto. Y mientras trabajaba, Harald se encargó de relatarme lo ocurrido durante la batalla contra los francos hasta que se vieron obligados a retirarse. Dejé a esos dos tras aplicarles ungüentos para la cicatrización y evitar cualquier infección, mientras Harald les servía uno de mis brebajes con pésimo sabor que haría que su dolor menguase. Y durante las siguientes horas, me encargué de las más diversas heridas de hombres y mujeres.
La noche cayó sobre nosotros con pesar, destacando el enfado colectivo de los vikingos. Todos habían puesto sus vidas en manos de Ragnar y ahora lo culpaban de haber sido derrotados. Un hombre se acercó a mi tienda, la misma en la que Floki llevaba ya casi una hora durmiendo plácidamente, y me pidió que le acompañara. Temí que se tratara de una trampa orquestada por Björn hasta que puntualizó que era Harald quien le enviaba.
Me encontré con él y con Erlendur en la orilla. A este último tan solo lo había visto de refilón durante la tarde, cuando una mujer le había curado el corte que se extendía desde su boca hasta casi su mandíbula. La seriedad de ambos me preocupaba, pues lo que menos me apetecía en esos momentos era recibir malas noticias, y nada más su hombre enviado se marchó, comencé nuestra conversación.
- ¿Qué tramáis?
- ¿Quieres contárselo tú? – le preguntó Harald a Erlendur, pero el rubio negó en respuesta. – Está bien, lo haré yo.
- ¿De qué se trata?
- De Björn Piel de Hierro y lo que le hiciste a su mujer. – me explicó. – Lo hemos hablado y creemos que no puedes volver a Kattegat. Durante el invierno sería la ocasión perfecta para que se saldara vuestra deuda; por no decir que allí le será mucho más fácil poner a todos los habitantes a su favor.
- ¿Y qué pretendéis? ¿Insinuáis que debó marcharme a otras tierras?
- Tampoco te servirá de nada. Björn es fuerte y cabezota, como su padre, y si así lo desea, te encontrará. – continuó Harald, comenzando a exasperarme. – Lo que debes hacer es convertirte en alguien más aparte de una simple sanadora.
- Eso no es algo que pueda lograr de la noche a la mañana. – protesté, cruzándome de brazos.
- En realidad, sí puedes. Eso es en lo que hemos estado pensando Erlendur y yo. – la sonrisa de Harald me dio de todo menos confianza; y el rostro poco amistoso del rubio tampoco ayudaba. – Vosotros dos sois mis amigos; me caéis bien y quiero echaros una mano. Es por eso que estoy dispuesto a ayudar a Erlendur a hacerse con un condado y recuperar así parte del poder que le fue arrebatado.
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Una dríada en el Valhalla | Vikings
FanficComo una dríada salida del bosque para caer en manos vikingas. ⇝ Originalidad. Di no al plagio ⇝No lectores/as fantasma