Capítulo Quince

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𝚂𝚎𝚛𝚎𝚜 𝚑𝚞𝚖𝚊𝚗𝚘𝚜










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En el instante en que Jaemin vio caer al príncipe a sus pies, algo dentro de sí se destruyó por completo. Su lamentable lobo soltó un aullido tan fuerte como desgarrador, llenando al chico de una agonía tan profunda que era difícil de describir hasta para si mismo.

No tuvo tiempo de reaccionar cuando las lágrimas ya desbordaron su rostro. No supo cuánto tiempo pasó en un extraño trance como si su mente estuviese en el caótico limbo, pero cuando vislumbra levemente la figura del Caballero Real luchando con todas sus fuerza contra aquella decena de supuestos ladrones, una fuerza emerge de lo profundo de su corazón y se levantó.

Como si su única motivación de vida fuese luchar y defender, se dirigió al corcel del Príncipe y tomó su espada sin vacilar ni un poco.

Se gira hacia los ladrones, notando como unos logran escapar de Mark para dirigirse al herido. No permitirá que toquen si quiera un pelo de Jeno, sobre su cadáver.

Sus brillantes ojos mieles y dulces, brillaron de un rojo intenso, sacando a relucir su parte salvaje, su lado en donde está indispuesto a perder no importa si debe de comportarse como una bestia para proteger a los suyos.

Corre sin miedo absoluto y a pesar de las burlas de aquellos Alfas, Jaemin logra dejarlos perplejos cuando fue lo suficientemente ágil como para atravesar a uno con la espada.


—Los mataré a todos —murmuró entre dientes lleno de rabia y siguió atacando, alejando a todos de su Príncipe.

Mark en su lucha, mira con sorpresa las habilidades de Jaemin. Sus brillantes ojos carmesí llenos de una determinación alucinante. Su cuerpo esbelto y alto moviéndose libre con la espada, como si fuese su razón de ser. La forma en que se mueve, se protege y ataca, todo es de alguna manera tan específica y característica que le hace recordarlo. Sus cabellos azules cayendo sobre su frente empapado de sudor que hace resplandecer su blanca piel. Y su torso, es la primera vez que se percata de su contorno tonificado y fuerte.

Por un momento, creyó estar viendo en frente de sus ojos al mismísimo Na Leeteuk. Pero es imposible que sea alguna especie de pariente o reencarnación.


—¡Jaemin, llévate al Príncipe, yo me encargo a partir de aquí! —le gritó.

El menor asintió de inmediato, aprovechando que es defendido por el Moreno, corre hacia su alteza, mide su pulso colocando dos dedos en el cuello, sintiendo débilmente los latidos de su corazón.

—Todo estará bien —murmuró mientras lo levanta con todas sus fuerza.

Ni él mismo sabe cómo logró subir al caballo junto al inconsciente Jeno, pero el punto es que lo hizo y partió a una velocidad alucinante hacia el castillo. Una de sus manos toma las riendas y la otra sostiene al Príncipe contra su cuerpo, teniendo la cabeza ajena recargada en su pecho. No ha sacado la flecha, por lo que atraviesa un poco su vista, aún así, es mejor no sacarla hasta que esté con un doctor especializado que lo haga.

Los Omegas NO son Héroes [Nomin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora