Una semana después y se encontraba sentada en una de las mesitas de madera que había en la feria. Sus amigas habían ido por algodón de azúcar y Wednesday se había quedado a cuidar el puesto. El parque de diversiones era magnifico. Todas parecían estar pasándolo bien, a excepción de ella, que llevaba todos estos últimos días deprimida. Aun recordaba el rostro de Enid, tan roto y en verdad parecía muy golpeada por las palabras que le había dicho. La pelinegra se arrepentía mucho.
Lo peor de todo es que después de aquella pelea se había encontrado con la Enid. Al igual que otra veces, la había fastidiado con sus amigas, sólo que había algo diferente. Cuando la estaba insultando, no tuvo ni una vez la oportunidad observar sus ojos fijamente, siempre parecía evitarlos o de alguna manera la insultaba desde lejos, sin querer acercarse.
Ya comenzaba a desesperarse, porque quería ver ese color azul que le quitaba el aliento. Se sentía cómo una necesidad, una ridícula y patética necesidad de ver sus ojos para poder estar en calma consigo misma. No había ayudado en nada el nuevo pensamiento acerca de la rubia: querer besarla.
La quería besar y eso la asustaba, era otra necesidad que le hacía temblar de pies a cabeza cada vez que la veía. Observaba el rostro de Enid y sin poder evitarlo los ojos se le iban a su boca, tenía los labios más hermosos del mundo y Wednesday solamente tenía unas desesperantes ganas de morderlos y besarla hasta que le dolieran sus propios labios. Suspiró ¿Qué demonios le estaba sucediendo? No creía que fuera muy normal, el soñar todos los días con la misma chica y desear besarla. Más si no era su amiga, más bien lo contrario. Era la chica que le hacia la vida imposible y allí estaba ella, suspirando por la rubia.
Cada vez... cada vez más las palabras de Enid hacían eco en su mente "¿No será que estás enamorada de mi?" Y en verdad, intentaba convencerse de que no era así, imposible. No, era una locura.
— ¿Wends, estás bien? - preguntó Divina, acercándose a su amiga
Llevaba una gorrita de oso en la cabeza, que había ganado en unos juegos.
— Si, claro - mintió de una forma horrible, sabia con antelación que si le contaba a sus amigas respecto a su problema, ellas comenzarían a delirar.
— ¿Quieren ir a las tazas giratorias? - preguntó Olivia al llegar, habían rastros de azúcar en sus labios.
— ¡Será divertido, vamos! - animó Divina, jalando a Wednesday y a Bianca de las manos, hasta llegar a la atracción y montarse en ella.
Estaban bajándose de los carritos cuando vieron a lo lejos al grupito del salón, parecía la realidad despotricara sobre la suerte de Wednesday. Todo le salía mal, y para joder más las cosas allí estaba Enid, igual de hermosa que siempre. Llevaba un vestido rosa y el cabello igual de lindo que siempre, reía mientras iba de la mano con Ajax y entrelazaba su brazo con el de Yoko. Quería besarla, quería besarla, que la tierra se tragara a Ajax. Esa era una gran idea rondando en su cabeza. Soltó un gran suspiro y tomó a Divina de la mano, quería alejarse de ellos a como diera lugar.
— Div, ¿quieres ir a la montaña rusa? - preguntó con una sonrisa a su amiga, ella parecía feliz.
— ¡Claro!
— Vamos todas - dijo alegremente Bianca y las cuatro de fueron a la atracción, dejando a los otros atrás.
Wednesday logró respirar tranquila por unos segundos, eso hasta que fueron a comprar palomitas de maíz y casualmente allí estaba Enid. Tenía que ser una cruel broma de la escritora, ¿no?
De inmediato los ojos de Enid la vieron, pero apartó la mirada, sin dejarla ver sus ojos oceánicos por más de un segundo. Bufó irritada y se rió un poco, al ver cómo Olivia intentaba darle de comer palomitas, lanzándoselas, pero estas chocaban en su nariz.
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Wenclair - Rivales
RomanceWednesday Addams comienza la secundaria sintiendo las burlas de sus compañeros, entre un grupo de chicas que la fastidian conocerá a la popular Enid Sinclair. Comenzará una rivalidad entre ellas, llegando a odiarse a muerte. O al menos eso es lo que...