[Quatro]

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—Donde narices estamos?!

Llevaba una borrachera tremenda, pero no tenía tiempo para resaca. Abrí la trampilla del coche lo antes posible, salí, y lleno de fascinación observé mis alrededores. Dentro de aquél pabellón había un nuevo universo, si se puede considerar uno. Todo estaba lleno de polígonos blancos en un espacio azulado, formando formas la mar de curiosas. Poco a poco vi pequeños seres humanoides y no humanoides caminando sobre las estructuras. Estos seres se movían de lado a lado, desapareciendo y apareciendo, cambiando su forma a cada movimiento. 

—Este es el pabellón 4D, lo construyeron hace poco así que entiendo que no lo conozcas. El tiempo aquí no es igual al de fuera, por eso esta gente puede que lleve aquí siglos pero para los de fuera solo han sido 2 meses. —Dijo César.— Por cierto furro, cuidado por donde te mueves, aquí todo funciona diferente.

—Lo primero, no soy furro. Lo segundo, ya veremos si no muero al primer paso.

Entre todas las figuras del lugar había una que no se movía. Aquella figura vestía únicamente con una gorra y nos observaba desde lo alto, como si nos esperase. Debía ser la persona a la que buscábamos. 

Pero no me iba a precipitar, tenía que mantener la calma y no ir a explorar. César seguía en la furgoneta y si me iba sin él me mataba.

—Qué es la cuarta dimensión?—Pregunté.

—No lo sé exactamente. Le preguntaremos a Alaá, pero dudo que lo entendamos. Alaá es una persona difícil de comprender.

César abrió la puerta de la furgoneta y salió tambaleándose porgh66667yuhnb  el alcohol. No debíamos beber tanto, no era bueno para nosotros. El alcohol es como un veneno con sabor a fresa, te gusta pero sigue matando. 

Alaá seguía observándonos. Nosotros, poco a poco empezamos a movernos por el espacio. Los saltos eran complicados y las formas cambiaban continuamente. Salto tras salto avanzábamos más y más. Pero la complejidad crecía con cada paso, cuando pensábamos que había una plataforma era lo contrario y más de una vez tuvimos que hacer uso de nuestro poder para no caer al vacío. Los colores cambiaban, las formas cambiaban y nosotros también cambiábamos.

César paró de repente. Entonces, asustado, me mostró su brazo. Estábamos empezando a transformarnos en polígonos, en aquellos seres que habitaban el lugar. César gritó y yo apenas podía procesar lo que pasaba. 

—QUÉ COJONES ESTÁ PASANDO!?—Gritó César.

—Te crees que yo lo sé? Deduzco que será un efecto de este lugar pero lo mejor sería ir a hablar con Alaá.

—A—Dijo César con tono cortante.

Lo ignoré y continué saltando. Para mí no era muy difícil, pero César se tropezaba continuamente. Pasaron minutos y poco a poco César empezaba a cambiar más y más. Finalmente llegamos con Alaá, que estaba absorto en sus pensamientos, mirando hacia el horizonte. Aquél chico cúbico con pintas de músico de los años 90 que miraba al horizonte, tardó en reaccionar. Segundos después se giró y nos miró.

—Que paja.—Dijo con una voz monótona.

—Un gato por tu casa.—Dijo César.—No me toques los cojones que tenemos prisa. Mira, tenemos un asesino que nos quiere matar y encima me estoy transformando en cubitos. Nos vamos y hablamos fuera?

—No puedo, si salgo no sé que pasará. Nunca lo he intentado la verdad.—Dijo Alaá y después rio extrañamente.

—Vale pero que mierdas está pasando?! Que narices es la cuarta dimensión?! Porque mi brazo cambia continuamente?!

—Primero, sabes lo qué es una dimensión?

—Me la suda lo que es una dimensión.

—Joder... A ver, eh...

Empecé a escuchar mal, las palabras se distorsionaban. Era como caer en una piscina mientras todo el ruido exterior cambia poco a poco. Y mientras Alaá le explicaba a César yo sufría un mareo constante, todo empezaba a distorsionarse y el espacio empezaba a tornarse oscuro y tenebroso.

 De pronto aparecí en un lugar oscuro, que parecía no tener suelo pero podía mantenerme de pie sin problema. Tras a oscuridad vi unos ojos rojos y nada mas observarlos me eché hacia atrás. Preparé mi pistola. La figura cada vez se acercaba más y más, decidí cruzar miradas con ella. Le miré fijamente e inmediatamente le reconocí. Yo había visto antes esos ojos... Emma.

Intenté salir corriendo pero antes disparé unas cuantas balas. Emma las cortó al instante y salió corriendo a por mí. Salté para intentar desconcentrarlo pero él se lanzó hacia mí. Agarré mi cuchillo y apunté para clavárselo. El filo se soltó de la empuñadura y salió disparado agarrado de una cadena, yo siempre tengo un as bajo la manga, y 3 reyes y 2 reinas también. Si el cuchillo iba bien se clavaría en el cráneo de Emma y le mataría casi al instante. No quería matarle pero no había otra. Pero antes de que el cuchillo alcanzase su frente de ella salió otro cuchillo, poco a poco, como si alguien le perforase por detrás. Mi cuchillo impactó contra el otro y volvió hacia mí. Mi plan no salió como esperaba. No sabía que hacer, me quedaban cuatro balas. Cuatro balas en el pabellón cuatro D, más o menos cuatro personas y cuatro patas tiene un antílope... Cuatro cuatros... Cuatro... El número de la mala suerte.

Mierda mierda mierda mierda!!! Cuatro mierdas... Jodeeer!!! Estaba en gran peligro, la mala suerte iba en mi bando?! Sería mi final?! No. No me iba a dejar influir por estupideces. Agarré mi arma y comencé a disparar y a borrar continuamente, intentaba matarle de una vez. Dejé de disparar y corrí hacia él. De un momento a otro aparecieron dos katanas en sus manos, como si se tratase de un poder mágico. Agarré mi cuchillo y con toda la potencia posible le rajé el lado derecho de la cadera, evitando sus ataques. Entonces un líquido plateado emergió de unos frascos que corté en sus bolsillos del pantalón. Muchas gotas de él cayeron sobre mi piel, desapareciendo poco a poco. Emma se giró y me observó con sus rojos ojos. 

—Has flipao eh?—Dije agotado.

—Calla.

Emma empuñó sus espadas y corrió a por mí, dejando una estela oscura tras él. Sus ojos brillaban en aquella oscuridad que llenaba el lugar. 

—En el pabellón 4D todo puede pasar... Porque no sabemos nada de él. Pero yo pude modificarlo a mi antojo, para matarte a ti. No te estoy contando mis planes, pero te advierto que morirás pronto.—Dijo mientras corría hacia mí.

Emma paró de repente acompañando su frenazo con un giro arrasador, que nubló mi visión. La sala se oscureció y noté una presencia detrás mío. 

—Eh, Puerro!—Dijo una voz muy familiar. 

Era César. Estaba detrás mío como si nada.

—Te has quedado ahí parado como por 10 minutos o así. Venga, tenemos que irnos. Alaá me ha dicho que lo del brazo es normal y cuando salga posiblemente volverá a la normalidad. Eh, date la vuelta, furro.

Me giré, y poco a poco empezaron a salir puñales de mis ojos y boca. No me dolían, pero César se asustó. De pronto los puñales salían de muchas partes de mi cuerpo. Poco a poco. Entonces una voz retumbó por la sala, pero parecía que solo yo la oía.

—Morirás pronto... Así que no te metas en mis planes.


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