[Fuego no quemas]

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Fuego no quemas.

Qué no quemo?

Eso es porque aún no ha prendido el poder. Y porque solo como cerillas los jueves.

ODIO A ESAS PUTAS NIÑATAS DE LOS COJONES. NO LO DIGO EN PASADO PORQUE SON HORRIBLES EN TODAS LAS ÉPOCAS. Eran insoportables. Toda la puta noche hablando. Que si el Sarria que si el Gescovedo o como mierdas se escriba. No las puto soportaba. Pasé toda la noche en el sofá, bebiendo y hablando con Alaá (parecía que estaba convulsionando o algo). Jugué un poco al Dog of Raw 4 y me fui a la cama a ver si podía dejar de escuchar a esas dos niñatas. 

—Buenas noches, Alaá. —Dije con voz de drogadicto.

—Bueah Noches, cero cuatro nueve.—Dijo con su tono monótono y un poco distorsionado.

Me fui a la cama y vi que Puerro estaba dormido. Entré a mi habitación y cerré los 35 pestillos, puse una piedra de 2 metros taponando la entrada y cerré las ventanas haciendo que no entrase luz a la habitación. Si acababa con el problema principal... Las dos niñatas se irían. Era hora de acabar con todo de raíz. Me la sudaban los policías seta y las mierdas que habían ocurrido. No sabía para que quería Puerro las idiotas esas pero no servirían si yo terminaba antes. De pronto esa oscuridad y aura malvada que tenía mi habitación desapareció y todo se opacó por una cálida... Luz.

—César!—Intentó gritar con su suave voz. Se la veía feliz pero cansada, como siempre.—Es tarde... Venga, a dormir.

—Es que no soporto a esas dos niñatas. Las he intentado matar pero Puerro ha parado todos mis ataques.

—Niñas? Ataques?—No se enteraba de nada.—A mí no me has dado de cenar.

—Ah, Brillosa.—Ese era el apodo que tenía ahora.—Nunca te enteras de las cosas, casi peor que Puerro.

—Puerro vive aquí? 

—Sí. —Dije con una expresión de decepción, aunque sonreí un poco.

—Ah es verdad.—Se rio tranquilamente. 

—Bueno, a la cama que me quiero dormir, ya llevo una mierda de día como para más.

Luz volvió a su tarro y lo cubrí por una sábana para que no iluminase la habitación. Yo me tumbé en mi cama, rodeado de las estanterías con huesos y piedras que colgaban por mi habitación. Poco a poco me fui durmiendo, y me quedé dormido. 

Mi despertador sonó a las 06:00 de la mañana. Tenía 66 minutos para abrir la puerta del inframundo. Me vestí con mi chándal negro y mi gabardina también negra. Agarré una pistola y desperté a Alaá de un disparo. Alaá se levantó del sofá vagamente, como si siguiese dormido. De normal yo estaría amargado y medio dormido, cagándome en todo, pero esta vez tenía prisa. Arrastré a Alaá a la furgoneta, coloqué una pequeña bomba en la puerta de las chicas y salimos de casa en la furgoneta.

Para abrir la puerta del infierno necesitábamos:
-Las velas mágicas con olor a ventilador.
-Una bandera LGBTQIAPZQHJXKD&P+² (No estoy en contra, es un paso necesario)
-Un catalizador.

El catalizador ya lo tenía medio muerto en la furgoneta. Alaá. Con su nueva forma puede servir de catalizador al poder modificar su apariencia. Mi plan era diossss!!! 

Entonces seguí conduciendo, preparado para lo que se venía. Y tras un corto trayecto llegué a un lugar muy familiar, que ahora estaba negro por las llamas. Llegué al deteriorado almacén, El palacio de la Coca. abrí la puerta frontal y entré con la furgoneta poco a poco. La aparqué en un hueco que había a la izquierda y cuando salí volví a contemplar las estanterías quemadas y mi dorado trono, que ahora parecía un volcán. Me gustaba este nuevo estilo. De repente vi como una llamarada nublaba mi vista. Inmediatamente mi piedra reaccionó y me teletransporté unos metros atrás. Miré con atención a lo alto de las estanterías y a pesar de que mis gafas estaban mugrientas y sucias pude alcanzar a ver un pequeño dragón negro con lava por su cuerpo tumbado a lo alto de una estantería. 

Los PibesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora