[Rugidos de macho alfa]

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Pues... Otro sitio más. Cuando miré a Puerro, se veía sin inspiración, triste y destrozado. Yo, en cambio, ya estaba preparando las armas para romper más cráneos. El lugar no era muy acogedor, aunque el tono oscuro, subterráneo y sectario era diosss! 

Eso sí, fuera de todo esto, estaba un poco confundido. Qué mierdas estaba pasando? 

Solo sabía que enfrente nuestro teníamos a un espantaviejas que dominaba un ejército de champiñones.

—Muy buen tjabajo... Anchuki, lleva los pjisionejos a su pjisión! Wasaaaa!—El espantaviejas le dio órdenes Ánchel y esta obedeció. 

Anchan nos llevó hasta unas celdas mientras nos apuntaba con 4 lanzacohetes. Por el camino fuimos por unos túneles que nos llevarían a las respectivas celdas. Aquel lugar olía peor que el cuarto de Puerro, y mira que era complicado.

—AJAJAHDJADJAKWJDAIKJDKA!!!—Se rio Ánchel—Qué se siente al saborear la derrota? Eh? QUÉ SE SIENTE?! AJAJAJAJADJAJDHKJAHDWJAJ!!! POR FIN!!! JDAHJDAHJDALKJDAKHW!!!

Emma me miraba fríamente. Sus ojos perforaban los míos misteriosamente. 

De pronto, Puerro miró a Ánchel.

—Una pregunta, Ánchel... Bueno, nada... Mejor nada...

—No, ahora di.—Respondió Ánchel.

—Nada, nada... No es nada.

—QUE LO DIGAS!!!

—QUE NO!!! 

—QUE SÍ!!!

—NO!!!—Puerro se giró enfurruñado como un niño pequeño. 

De pronto, Puerro soltó un leve grito agudo y se tapó la boca rápidamente. Yo empecé a reírme y pude ver que Emma le había disparado una aguja. 

—Deja de ser tan pesado...—Dijo Emma, serio.

—Calla, si no fuese porque estamos en una situación interesante, te mataría ahora mismo. Bueno, igual es también porque si saco un arma, kaboom. 

Emma disparó otra aguja y Puerro volvió a soltar otro grito de dolor. 

—Oye, César, cómo es Jack? Sé un poco como es pero por ahora solo lo conozco por la novela de Jen.—Dijo Ánchel, curiosa. 

Yo fruncí el ceño al escuchar la pregunta. No quería pensar en él... 

—Es... Peligroso. Sólo sé eso, Ánchan. 

Ella me pegó con una de las armas, pero no me dolió demasiado. Iba a devolvérselo pero creí que no era necesario en ese momento. Sobre todo porque me estaban apuntando diez polisetas.

Seguí caminando, y no volví a hablar. Por el camino, Puerro contó alguna chorrada de su vida y poco más. Finalmente salimos de aquel túnel y llegamos a una sala con celdas y unas pocas puertas metálicas en las paredes. 

Ánchel los empujó para que entrásemos a las celdas. Nosotros obedecimos... Por así decirlo. No niego que solté algunos insultos.

—OYE!!! SOLTADME!!! GILIPOLLAS!!!—Grité, con fuego por la espalda. 

Finalmente nos consiguieron meter en la celda. El estridente sonido de la puerta hizo que Puerro tuviese que taparse los oídos. Sinceramente, después de la batalla de Inez todo me parecía casi silencioso. Puerro se sentó y se relajó. Emma se fue a una esquina, ignorándonos.  Estábamos en una aburrida celda. No tenía nada puto especial, era todo o tierra o barrotes. 

Emma miraba el suelo, sentado. Su expresión era fría y triste, además, estaba gravemente herido. Las marcas de los brazos eran bastante intimidantes, sobre todo cuando se llenaban de sangre y las volvían rojas sobre su piel un poco oscura. Esto contrastaba bien con los ojos, que eran rojos. Espera, qué mierdas hago hablando de esto?! El que sabe de arte es Puerro no yo.

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