[Le falta mano dura]

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—Qué cojones?!

Puerro estaba sacando poco a poco cuchillos de su cuerpo. Era como si se estuviese volviendo un erizo o algo así. Los erizos crean sus púas como nosotros nuestras uñas, están hechas de queratina y crecen de nuevo aunque las cortemos. Aquí estaba pasando algo parecido, pero con malditos puñales.

—Vamos Alaá! Hay que salir de aquí!

Corrimos arrastrando a Puerro hacia la salida, yo poco a poco me transformaba más y más y Alaá se despedía de lo que fue su casa durante años. Después de una buena carrera salimos disparados del pabellón y mi cuerpo volvió a la normalidad. Miré a Alaá, esperando que tuviese una transformación o algo así pero en realidad seguía igual. 

—Menos mal que no he cambiado.—Dijo Alaá.—Me he puesto cuadrado estos años como para perder los abdominales.

—Que abdominales vas a tener tú, mierda.

Puerro seguía ahí tirado, con puñales por todo el cuerpo. Lo agarramos entre los dos y lo metimos a la fuerza en la furgoneta, dejándolo tirado en un colchón que había por el maletero.

—Que raro está el mundo, le han metido RTX o algo.—Dijo Alaá.

—No, simplemente ha habido una actualización gráfica. 

Montamos en la furgoneta y volvimos para casa, ahí hablaríamos mejor del tema e intentaría investigar que mierdas le pasaba a Puerro. Por el camino Puerro siguió sin moverse, pero sí que seguía con los cuchillos sobresaliendo de su piel (como rajase los asientos le mataba). 

Tras un rato llegamos a casa, bajamos del coche y arrastramos a Puerro hasta el sofá. Entonces, Puerro despertó como si nada y nos saludó, aunque seguía con cuchillos por todo el cuerpo.

—Espera qué.—Dijo Alaá un poco petrificado.

—Nada, me estaba haciendo el inconsciente porque me daba pereza moverme. Acababa de tener una pelea y estaba cansado.

—MECAGÜEN TUS MUERTOS PISAOS, PUERRO.—Dije encabronadísimo.—No te rompo el cuello porque me clavaría algún cuchillo.

—En realidad no me duelen ni nada, no sé que ha sido.

—Habrá sido una reacción a algo, pero igual es un nuevo poder tuyo.

—No, Emma hizo lo mismo. Creo que es algo de un líquido plateado o parecido.

—Cum.

—Emmm... Espero que no. Era más como mercurio o algún metal así.

—Curiosa coincidencia no crees?—Dije más serio.—Si lo piensas, Emma trabajaba para MER en el pasado... Pueden llegar a tener relación eso que has dicho sobe Mercurio. Y si ese material fue fabricado por MER originalmente, y si Emma está utilizando el legado de MER?

—Todo puede ser. Tenemos que investigar. MER tiene un laboratorio bajo su mansión, no será muy difícil entrar sabiendo que ya no hay tanta seguridad, sobre todo si soy yo el que está ahí.

De pronto llamaron al teléfono. Dejé a Puerro rápidamente y corrí a por el aparato. Entonces una voz de mujer estridente que me destrozó los oídos fue lo primero que escuché.

—HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!! CÉSAAAAAAAAAAR!!!

Colgué el teléfono. Me negaba a dirigirle la palabra a esa persona. Como había conseguido mi teléfono?! No sé como lo había hecho pero me negaba a pensar en ella. Entonces escuché un estornudo que venía desde el salón. Recordé que estaba hablando con Puerro así que fui a por él. Cuando llegué me lo encontré en la misma posición que antes, un poco mareado pero esta vez ya no tenía cuchillos por su cuerpo. Alaá no parecía estar muy sorprendido, solo observaba los alrededores de la casa mientras descansaba sentado en el suelo.

—Parece ser que ya he vuelto a la normalidad.—Dijo Puerro.

Ahora mismo me daba igual Puerro, me importaba más que aquella persona al teléfono no hiciese nada más. 

—Oye Cesaro,—Dijo Puerro—por qué te estresas tanto? Ni que estuviésemos en una novela o algo, tenemos que descansar un poco.

—Calla.

Mecagüen tus puertos misaos, Puerro. Ni escribir sabes. Como hubiese sido él el causante de esa llamada... Nah, imposible, sabe que si me enterase le mataba. De pronto llamaron de nuevo al teléfono. No lo iba a coger (🤨). El teléfono no dejaba de sonar, pero no podía contestar, no debía, antes muerto. No tendréis ni idea quién era esa persona, verdad? Ella... No puedo ni hablar de ella. 

Un rato después alguien llamó a la puerta. Agarré una pistola. Me deslicé hacia la puerta de casa sigilosamente, y, agarrando el arma y apuntando hacia la tabla que componía la puerta. Disparé 4 balas seguidas, que sí o sí debieron perforar a la persona que estuviese al otro lado. Vi como la sangre se deslizaba por debajo de la puerta y un grito femenino sonaba desde el otro lado.

De pronto la sangre desapareció. Los agujeros desaparecieron de la puerta. Miré hacia atrás y me encontré con Puerro, arrodillado, haciendo una pose y señalándome. 

—Si están aquí, es porque yo las he llamado. Pero no me mates aún, a pesar de que es mi destino. Las necesitaremos. 

La puerta se abrió, y junto a mis peores pesadillas, me encontré a Airin, acompañada de una chica de cabello oscuro y largo, con ropas a cuadros y extrañas y dos aros enormes como pendientes. Sus ojos brillaban un color amarillo, con lo que parecían ondas que circulaban por el iris. Que alguien me matase. 

Los PibesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora