[Sex mode]

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Puerro... De verdad?

De verdad eres tan marica?

Puerro salió disparado a una velocidad mayor a la del sonido. Había sido arrasado por algo.Su cabeza chocó contra el suelo y dio muchas volteretas antes de caer contra el suelo y acabar chocando con una pared.

Fruncí el ceño al darme cuenta de el golpe.

Ánchel reaccionó al mismo tiempo que yo, quedándose paralizada. Se reflejaba el sudor de su frente a pesar de la escasa luz del lugar.

Era dificil de explicar... Una muerte... Era una muerte. Todos moríamos, verdad? Qué más daba... Verdad? Pero aquella vez corrí. Aquella vez fui hacia Puerro.

No era como otras veces, como cuando atropellé a Naiarita por primera vez, que solo me importaba que no me pillase la policía. Esta vez era algo lo que me obligó a mirar a Puerro. Había habido algo estos últimos días que me había estado llevando, todo desde que vi por primera vez a Jack Ross. Era un sentimiento que pocas, muy pocas veces, había tenido. Ese 

sentimiento que muchos hombres tememos... Irónicamente... Era el miedo.

Ánchel y yo corrimos hacia Puerro, desesperados (una más que otro). Creo que ella no sabía exactamente qué había pasado, no sé si se había percatado de que hubiese alguien más en la sala.

Puerro estaba tumbado contra la pared, con las piernas sangrando. Menos mal que él siempre llevaba amortiguadores en sus puntos débiles, si conseguíamos reanimarle podría volver a caminar en unos minutos. No estaba seguro si había sido envenenado. He estudiado unos cuantos libros sobre insectos, y entre ellos los Neo-Insectos, que en este caso era a lo que nos enfrentábamos. Estos insectos tenían una influencia artificial y era difícil diferenciar los venenosos de los normales.

Agarré a Puerro por el brazo con fuerza. No... No... No circulaba la sangre.

Una pequeña nube amarilla rodeó mis dedos. 

La nube se deslizó por las paredes y por mi brazo. 

La nube empezó a trepar por mi cuerpo. 

La nube dorada estaba ascendiendo poco a poco.

Tras unos segundos, Ánchel y yo veíamos cómo se juntaba el vapor dorado para formar la silueta de Puerro en el aire.

Puerro nos miró rápidamente, después miró hacia el techo y mientras Ánchel se limpiaba las lágrimas y yo lo miraba absorto, él se despidió de nosotros con unas últimas palabras.

—Bombardeen Murcia...

Y Puerro desapareció entre la oscuridad. Otra vez. Esta vez no había un orbe para salvarlo, esta vez había que asumir la realidad.

Apreté los nudillos.

Apreté el puño.

Apreté el braquioradial.

Apreté el bíceps, el tríceps, el deltodie.

Mi brazo derecho se empezaba a endurecer, los músculos eran cada vez más marcados.

Puerro... Idiota. Cómo puedes dejarme tirado ahora...

Sólo podía salvarme de una manera. MATANDO AL HIJO DE LA GRANDÍSIMA PUTA QUE SE LO HABÍA CARGADO.

MATANDO TODO LO QUE ME ENCONTRASE POR EL CAMINO.

Mis ojos se iluminaron.

Mis músculos cercanos al brazo derecho se apretaban y marcaban cada vez más. Toda mi manga derecha se destruyó por completo. Mi brazo empezaba a crecer considerablemente a uno extremadamente poderoso.

Los PibesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora