¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ sᴇɪs — ᴛᴇ ᴅᴇsᴇᴏ ▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
Narrador Omnisciente.
La noche había llegado y Lysandra no podía quedarse quieta. Tenia que hacer algo para no pensar en todas las cosas que daban vuelta en su cabeza; La preocupación y la angustia eran los sentimientos que más abordaba su noche, sentía tanta necesidad de estar apoyando a su amiga en este momento tan melancólico de su vida. Pero la princesa Raenyra pedía con insistencia que nadie estuviera con ella, su tristeza y su duelo los tomaría ella sola.
Claramente la princesa Lysandra entendía perfectamente lo que ella sentía. Pero también conocía a la princesa Rhaenyra y no solo pasaría al duelo de perder a su madre sino también el de su hermano y tristemente lidiar con el enojo que sentía por las decisiones qué habia tomado su padre en ese momento.
Se acerca lentamente a su ventana para aclarar su mente y que sus emociones no tomen presencia en ella. El aroma único de la noche se hizo presente en sus fosas nasales. Los ruidos de la noche de los animales nocturnos eran música para sus oídos y la luna alta en el cielo era un deleite en sus ojos.
—¿Por qué la luna tiene que verse tan hermosa en un día tan triste? — murmuró para ella misma.
Cerro los ojos y se concentro de nuevo en los ruidos de los animales. De pronto escucho la puerta de su habitación abrirse, gruñó la chica pelirroja al notar que su tranquilidad se había esfumado. Al voltear vio a Daemon recargado en la puerta.
—¿Puedo pasar?
Lysandra se encogió de hombros restándole importancia; —Ya estas adentro.
Ambos se quedaron viendo fijamente como si necesitaran de uno del otro.
—Tu presencia la considero un poco molesta más de lo normal. — hizo una mueca — así que si vienes a decirme algo suéltalo de una vez.
Se quedo contemplando el rostro de la pelirroja sin expresión en su cara. Las palabras no salia de la boca del príncipe sentía que en algún momento quebraria enfrente de la joven.
—Vete de mi habitación.
La joven volvió admirar su ventana dándole la espalda al príncipe.
—Solo déjame quedarme, prometo no molestarte. — El aliento de aquella voz le proporciono cosquillas al oído de la pelirroja.
Daemon se incorporo alado de la princesa.
—Necesito dormir — murmuro cabiz bajo el peliblanco.
Al pronunciar esas palabras, el olor alcohol se hizo presente.