Miedo y tristeza

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Narrador Omnisciente

El frío viento hacia que la cabellera de Susan danzara bruscamente.

Su vestido se pegaba a su cuerpo por la gran ráfaga de aire que corría por ese prado.

Se arrepentía de haber tratado de esa forma a Lilliandil, pues la estrella no tenía culpa de nada.

El unico culpable ahí era Caspian, quién despues de años aun seguía presente en su memoria.

El la hacía sentir amada y aun que ella sabía que el la seguía amando, con esa intensidad con la que la amó hace varios años, no podía meterse en su matrimonio.

Lilliandil no merecía sufrir por su culpa, la Reina estaba en cinta y ese era el acto de amor más grande que se le piede tener a una pareja.

Pues la estrella llevaba en su vientre al bebé, que nació de un acto de amor.

Y sin poder evitarlo, gritó.

Gritó todo lo que pudo, se desahogo, todo lo que había pasado en su mundo, las personas con las que se relacionaba, su actitud y su cobardía.

Todo lo liberó gritando, en un lugar en donde nadie la escucharía y despues lloró, se llevó ambas manos a su pecho.

Y se permitió llorar, todo lo que sus tristes ojos podían soportar.

( . . . )

— ¡Susan! ¡¿Estas bien?! — Se apresuró a preguntar Lucy.

El sol ya se había metido y la unica que había regresado había sido Lilliandil, con las palmas de sus manos rojas.

—  Si, estoy bien —  Respondió afónica.

Tenía sueño, le dolian los ojos, la garganta y los pies.

—  ¿Que le hiciste a Lilli? —  Preguntó Caspian con voz severa.

Susan lo miro confundida, pues solo había hablado con ella.

—  ¿Que? —  Preguntó extrañadamente, pues seguía sin entender del por que la actitud del Rey.

—  Llegó con las palmas de las manos rojas, le hiciste algo —  Dijo afirmando los hechos, como si el hubiera estado ahí.

Susan tomó una postura más fría y se acercó a Caspian.

—  Si no le importaba el presente que le obsequie majestad, me lo hubiera dicho para yo guardarlo y no tener que soportar la humillación de que su esposa me lo dijera —  Habló con todo el respeto posible.

—  Le quité el presente para yo poder tirarlo y ahorrarle el trabajo, me disculpo Reina si se sintió atacada en algun momento con mi presencia —  Habló de la misma manera.

Y se inclinó frente a Lilliandil y a Caspian.

De ahí solamente pasó a la cabaña y sacó sus cosas.

Cambió el vestido por unos pantalones negros y una camisa blanca.

Tomó uno de los caballos de los guardias y pretendiendo sentar camino.

— Susan, no te vayas —  Suplico Lucy.

— Solo nos quedan dos dias más — Volvió a rogar.

No quería perder a su hermana, no por culpa de los Reyes.

Susan la miro desde arriba del caballo.

Vió el rostro maduro de su hermana menor, se había perdido de tanto, que se lamentaba el hecho de aberles dejado solos.

Bajo del caballo con lagrimas en los ojos y corrió a abrazar a su hermana.

— Ya no queda nada de la pequeña Lucy, ya eres toda una mujer adulta, perdoname hermana mía — Beso tiernamente la coronilla de su hermana.

—  Pero no quiero estar en un mismo lugar que... — Se quedó un momento meditando sus palabras antes de decirlas.

— Estar en presencia de personas en las que se ganan mi desconfianza —  Dijo sutilmente.

Tomó el Arco y flecha, volviendo a subirse al caballo.

— Esos son nuestro Arco, flecha y caballo — Dijo Lilliandil con una sonrisa en su rostro.

Estaba logrando distanciar a Caspian de Susan.

Susan botó el Arco y flechas bajando del caballo.

Tiró las demás cosas qué le habían dado.

—  ¿Que más es de ustedes?¿Eh?¿Esta ropa? —  Pregunto bastante molesta.

Se arrancó la camisa, dejando a la vista una camiseta blanca de seda y bajo estas se notaba el sostén rosa que portaba la Benévola.

— ¿Que más alteza?¿Las botas?¿Los pantalones? —  Volvió a preguntar con la misma intensidad.

Se quitó las botas y justo cuando empezaba a desabrocharse el pantalón las suaves manos de Lucy la detuvieron.

— Te llevaremos a nuestro castillo Su, Peter, Edmund, tú y yo, volvamos a dónde pertenecemos —  Hablo suavemente intentando calmarla.

Lucy fue hasta uno de sus baules y saco un capa calientita, unos pantalones más a la medida de su hermana y otras botas.

— Nos iremos los cuatro Su, dejaremos que Caspian y Lilliandil reinen y nosotros nos iremos, no tienes por qué volver a sentirte sóla —  Dijo Lucy, mientas la ayudaba a cambiarse de ropa.

Ante la mirada de los otros dos reyes.

—  Ya no estas sola Su, ya no sufras más nós tienes a nosotros, a tus hermanos —  Al terminar de vestir a Susan, Lucy fue directamente a hablar con Caspian.

Al verla, ambos reyes vieron fuego en sus ojos, sus mejillas tenian un tono carmesí y sus labios se mantenían cerrados con evidente molestia.

— Susan y yo nos iremos, iremos por Edmund y Peter, después no volverán a saber de nosotros, nos iremos a Cair Pavarel a dónde debimos irmos en cuanto Susan llegó — Habló con firmeza.

— Lucy lo lamento yo no quise — Intentó hablar Caspian.

— Heriste los sentimientos de mi hermana Caspian, de la mujer que te salvó de morir y aun asi lo hiciste, desconfiaste de ella — Le interrumpió.

— Ella ya no es más una traidora, nunca lo fue, ella solo tenia... Miedo y tristeza — Dijo por última vez.

Para después ir junto a su hermana a buscar a sus demás hermanos.

𝑳𝒂 𝒕𝒓𝒂𝒊𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑵𝒂𝒓𝒏𝒊𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora