Capítulo 7

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Enid Sinclair

 Habían pasado tres días desde el ataque del monstruo a su mate. Enid no se había separado de ella más que al segundo día en el que fue regañada severamente por la directora, y ni siquiera fue por mucho tiempo, simplemente fue para quitarse todo aquel rastro de sangre y vestirse con ropa decente.

—Weems dice que no despierta debido a las heridas del monstruo —dedos era la única compañía de la loba, después de todo él tampoco había querido separarse de ella—. Mi marca ha desaparecido todas las heridas, pero necesita recuperarse del veneno —y a pesar de que era su única compañía, no era la mejor, dedos seguía reclamándole el haber ocultado la verdad a Merlina—. Lo siento, claro que confió en ti, pero si te hubiera dicho le hubieras dicho —a este punto se había hincado frente a la camilla y así poder conversar mejor con dedos, pero este estaba realmente indignado.

“Ella estará enojada, no te hablará, te ignorará y la ayudaré con eso”

—Ella no puede hacer eso —un gruñido salió de ella junto a sus afilados caninos—. Ella es mía.

“No”

—Mía —repitió reluciendo sus colmillos.

—Ustedes dos —antes de que pudieran seguir con aquella pequeña discusión una voz los alertó, era Merlina—. Sigan discutiendo y me encargaré de hacerlos llorar.

Una ola de miedo y preocupación inundaron todo su cuerpo, Enid sabía que no eran sus sentimientos, podía distinguir los de ella con los de Merlina con una naturalidad que le había sorprendido, pues no imaginaba que la conexión de su marca fuera así de especial y mágica. Ella se levantó velozmente mientras giraba emocionada ante su mate, si siguiera con su cola esta definitivamente se movería sin parar, pero ella no fue la única, pues dedos empezó a saltar desde su lugar.

“Solo quería hacerla enojar y ver sus colmillos” “¡La hubieras visto como lobo! ¡Es aterradora!”

Enid había pensado que él realmente se encontraba molesto, así que cuando vio que solo quería provocarla soltó una risita, suficiente tendría con la pelinegra que fingía casi echar humo como para tener que lidiar con un dedos indignado, a pesar de ser totalmente diferentes eran familia y realmente se notaba la familiaridad de los dos al ser tan molestos y tercos.

—Dedos, privacidad —aquello fue suficiente para que la mano bajara corriendo de la camilla—. Y vigila que nadie nos interrumpa.

Enid bajo la cabeza apenas la puerta detrás de ella se cerró, parecía un pequeño cachorro regañado cuando Merlina ni siquiera le había dirigido algún insulto y a pesar de saber que no estaba enojada, que simplemente estaba fingiendo, sentía vergüenza al haber ocultado la verdad. Ahora que su marca estaba en ella, ahora que tenían esa increíble conexión veía lo tonto y estúpido que fue de su parte querer seguir sufriendo con la ausencia de su mate, ahora definitivamente no la dejaría ir.

— ¿Tuya? —ella asintió mientras gruñía—. Así que la persona a la que viste el día de tus dieciséis fui yo —Enid volvió a asentir—. Y jamás se te ocurrió tratar de contactarme, en lugar de eso, decidiste sufrir durante todo un año simplemente porque estabas, ¿enojada conmigo? —Merlina no solía gritar, ni mostrar su furia, pero el filo con el que hablaba podría cortar hasta la hoja más fina.

—Me heriste —el dolor y arrepentimiento inundaron el pecho de la castaña, levantó la cabeza sorprendida para mirar el rostro de la pelinegra y lo primero con que se topo fue con la sinceridad de su mirada. No imaginaba que Merlina se arrepintiera de esa decisión, pensaba que era feliz con eso, lejos de todo y todos, pero ahora sabía perfectamente que el haberla dejado era el gran arrepentimiento de la Addams.

Soulmates || WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora