Capítulo 5

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Enid Sinclair

Bianca era demasiado inteligente como para no darse cuenta, desde el momento en el que se atravesó en su camino supo que estaba perdida, pero no esperaba que aquella sirena intentará decirlo a los cuatro vientos, aunque no era nada de lo que sorprenderse, no cuando Bianca había encontrado la oportunidad perfecta para chantajearla.

— ¡Estas loca! ¡¿Cómo te atreves a intentar gritar eso?! —la chica simplemente rio.

—Le has metido descaradamente a toda la escuela, dijiste que no tenías mate cuando perfectamente tienes uno —Enid no podía negar esos cargos—. ¿Has estado sufriendo tanto por nada? Solo márcala y vuelve a ser tú, aunque no lo creas esta versión tuya no es mejor que la anterior.

—No es tan fácil.

— ¿No? Solo ve y muerde su apetecible cuello, de todas formas no creo que puedas seguir aguantando tanto, has dejado impregnado tu olor en ella tan descaradamente, parece que tu lobo está fuera de control —al menos había algo con lo que concordaban, su lobo estaba vuelto loco.

—No puedo solo ir y marcarla, tengo que tener su consentimiento —debatió.

—Por dios, literalmente el destino las une, ninguna puede escapar de la otra así que, ¿por qué alargar el sufrimiento? Hoy parece que habrá luna llena y no la pasaras nada bien.

—No puedes decirle a nadie sobre esto —la morena sonrió—. ¡Esto es serio!

—Lo sé, lo sé, no diré nada… Con la única condición de que vuelvas al grupo y que me acompañes mañana al bosque en busca de ese monstruo.

—Tienes que estar bromeando.

— ¿Prefieres que Merlina se enteré de tu pequeño secretito?

— ¡Esta bien! Volveré al grupo y te acompañare al bosque a cambio de tu silencio, pero te juro que si Merlina se entera de algo sobre esto no dudaré en cortarte aquellas hermosas escamas.

—Trato, ahora si fuera tú, perdonaría a aquella tonta gótica que no sabe demostrar sus sentimientos, pero que definitivamente siente algo por ti.

Bianca se fue dejándola sola y sumergida en sus pensamientos, aún seguía enojada con Merlina y no es que no quisiera perdonarla, si no que la chica aún no se había disculpado, de todas formas, si ella lo hiciera sería difícil de aceptar, seguía tan enojada y lastimada que no importaba si la pelinegra se disculpara, ella seguiría herida.

Por eso no llegó a su habitación hasta que el sol desapareció, de hecho, consideraba pedirle a Yoko que la dejara quedarse una noche más con ella, sin embargo, la vampira se negaría, sobre todo porqué su mate ya se encontraba aquí y fácilmente podía acabar con su sufrimiento, para Enid pensar así no era tan fácil

— ¿Dónde has estado? ¿Sucumbiendo en lo más profundo de tus sentimientos? ¿Cuánto tiempo más piensas ignorarme? —esperaba llegar a su dormitorio y simplemente caer en su cama, pero Merlina no parecía querer hacerle las cosas fáciles.

—Estaba ocupada —fue lo único que respondió.

—Bueno mientras tú estabas ocupada descubrí algo —Enid no estaba tomándole importancia.

—Eso es bueno, entre más rápido descubras quién el es monstruo más rápido te iras de aquí.

—No es sobre el monstruo, es sobre ti —Enid inmediatamente dejó de acomodar las sábanas de su cama—. Sobre tu mate —fue en ese preciso instante en el que la castaña entró en pánico así que lentamente y tratando de calmarse giro para ver a la chica y enfrentarse de una vez por todas—. O bueno, sobre tu falta de mate —el aire pareció volver a entrar a sus pulmones.

Soulmates || WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora