c a t o r c e

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—¿Ya casi llegamos? —preguntó Jisung, mirando por la ventana del tren con entusiasmo.

—Estamos dos minutos más cerca que la última vez que preguntaste —respondió Minho, sin levantar la mirada de la novela que intentaba -en vano- leer.

El menor siguió mirando por la ventana, balanceando los pies.

—¿Realmente no vas a darme ni una pista? —se lamentó.

—No.

Minho lo escuchó suspirar, y vio de reojo como se cruzaba de brazos empezando un berrinche, así que fingió estar muy concentrado en su lectura.

Después de unos buenos quince segundos de tranquilidad, Jisung volvió a hablar.

—¿Ni siquiera una pequeña?

El mayor se dio por vencido, cerró el libro y lo guardó en su mochila.

—Es una sorpresa, el punto de las sorpresas es que no sepas de qué se tratan.

—Pero hyung~ —empezó, pero Minho lo interrumpió.

—Oh vaya, ya estamos llegando —señaló por la ventana, donde se veía la estación a pocos metros.

Aquello funcionó para distraer al menor, que de inmediato pegó la cara a la ventana, inmerso en el poco atractivo paisaje de la estación de tren, donde su padre los estaba esperando.

Se veían casi cada semana, pero aun así, su padre lo recibía siempre de la forma más efusiva, envolviéndolo en un fuerte abrazo, que está vez, Minho intentó que fuera más breve.

—Papá, este es Han Jisung, el amigo del que te hablé —dijo, señalando al pequeño, que permanecía un paso detrás suyo, sosteniendo la transportadora de Kimchi con ambas manos—. Jisung, saluda a mi papá.

Jisung dio medio paso al frente e hizo una reverencia, Minho casi se ríe, pues era la primera vez que lo veía siendo tan tímido y hacía apenas un par de minutos no podía parar de hablar y hacer preguntas.

—Encantado de conocerte Jisung-ah, mi nombre es Lee Seyoon. Minho realmente me habló mucho de ti —dijo, y Jisung solo asintió con la cabeza porque estaba demasiado nervioso para decir algo—. Déjame ayudarte con eso —el señor Lee tomó la transportadora de Kimchi y el menor finalmente rompió el silencio, murmurando palabras de agradecimiento mientras caminaban a la camioneta.

Jisung sabía que estaba yendo a la casa de Minho, sabía que iba a conocer a sus padres, se había preparado mentalmente para ello, y el hombre lucía amable, no sabía porque no podía dejar de estar tan nervioso.

Lo bueno era, que el señor Lee era más parlanchín de lo que había imaginado y notablemente más sociable que su hijo, conversó con él de camino a casa, le preguntó por su escritura y su comida favorita, qué música le gustaba y qué opinaba de la serie que estaba de moda, fue una conversación agradable, no como las que generalmente los adultos tienen con los chicos, sobre la escuela y cosas irrelevantes, por el contrario, era como si de verdad quisiera conocerlo.

Para cuando llegaron al vecindario de los Lee, Jisung ya había dejado de apretar los puños y se sentó cómodo en el asiento trasero de la camioneta, sonreía tranquilamente y respiraba inconscientemente otra vez.

—Hemos llegado —anunció el señor Lee, luego de estacionarse en el garaje.

—Puedes entrar primero —le pidió Minho—, y llevar eso a mi habitación.

Jisung miró de uno a otro con curiosidad, el padre de Minho asintió y ambos bajaron de la camioneta, interrogó a Minho con la mirada cuando le abrió la puerta, pero este solo sonreía.

La casa con el gato en la ventana [minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora