n u e v e

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Era sábado y aunque podía dormir hasta tarde, se levantó temprano para reunirse con su madre antes de que fuera a trabajar, estaba emocionado por contarle como había ido el curso, terminó siendo el primero de la clase y aunque entró sin ninguna expectativa, eso lo animaba a seguir escribiendo y tal vez, solo tal vez, ella cambiaba de opinión si veía que realmente era bueno en ello.

—¡Buenos días! —saludó con energía y la señora Jung casi pegó un brinco del susto, pues estaba dándole la espalda preparando el desayuno.

—Joven Han, no vuelva a hacer eso por favor —ella suspiró—, ¿acaso quiere darle a esta pobre vieja un infarto?

—Claro que no~ —Jisung exclamó, yendo detrás de ella para darle un corto abrazo, aprovechando para meter la mano en el bol de los hotcakes y probar la masa cruda.

—¡No haga eso! —ella le reprimió—. Y vaya a sentarse antes de que su madre baje.

—De acuerdo, de acuerdo.

Jisung salió de la cocina riéndose y sintiéndose un poco culpable, porque seguro la mitad de las canas de la señora Jung eran debido a sus travesuras, ella había ayudado con las tareas de la casa y la cocina desde que tenía memoria, por eso le tenía el afecto y la confianza suficiente para seguir haciendo bromas de vez en cuando.

—Buenos días, cariño —dijo su madre, entrando en el comedor.

—¡Buenos días, mamá! —Jisung la saludó con una sonrisa, tenía un par de días que no la veía, pues había estado ocupada con un seminario en otra ciudad.

—Buenos días Jisung, despertaste temprano hoy —comentó su padrastro, llegando detrás de ella.

—Buenos días, Taeho.

Los dos se sentaron y Jisung esperó a que la señora Jung terminara de servir la sopa para hablar, aunque sentía el pecho a punto de estallar de la emoción.

—Mamá, ¿adivina qué? —dijo, con las piernas bailando ansiosamente por debajo de la mesa, su madre lo miró con curiosidad— ¡Terminé primero en el curso de verano! —exclamó, aplaudiendo para sí mismo—. Mi cuento aparecerá en una antología el próximo año, hubo otras historias seleccionadas, de la gente del curso, pero el mío va a ser el primero y el único ilustrado, ¿no es genial?

—Lo es, es maravilloso, cielo —dijo su madre, sonriendo.

—Felicidades Jisung —añadió Taeho.

Jisung asintió con emoción.

—Por eso estaba pensando... en cambiar mi hoja de postulante para estudiar en esta universidad que quiero, tiene un buen programa de lengua y literatura y-

—Cariño, ya hablamos de eso —su madre interrumpió—, siempre puedes seguir escribiendo como un pasatiempo, pero si quieres tener una vida decente, necesitas estudiar una carrera de verdad.

—Pero-

—En estos días es difícil conseguir un trabajo incluso graduándote de una prestigiosa universidad —opinó Taeho—, sin un buen trabajo no puedes aspirar a casarte con una buena mujer-

—No pedí tu opinión —Jisung le cortó.

—No le hables así a tu padre —exclamó su madre.

—¡Él no es mi papá!

—¡Han Jisung!

—Déjalo Jia —dijo Taeho, tan calmado que sacaba de quicio al menor—. Tiene razón, no soy su padre. Pero me preocupo por ti, Jisung-ah —agregó, poniendo una pesada mano sobre su hombro.

—No es necesario —dijo Jisung, tratando de sacudirse del agarre, sin embargo, Taeho solo aferró su hombro con más fuerza.

—Vas a estudiar en la SNU, y vas a levantar tu media, que es lamentable —ordenó su madre—, no está a discusión.

Jisung permaneció en silencio y Taeho finalmente lo soltó, se sentía adolorido, sus dedos seguro habían dejado una marca y tenía ganas de llorar por el rechazo de su madre, pero no quería hacerlo en la mesa y sobre todo no quería llorar enfrente de su padrastro, que siempre estaba tratándolo como si fuera un niño pequeño y caprichoso.

Comió el desayuno en silencio, bebiendo un montón de agua porque le costaba tragar con el nudo tan grande que tenía en la garganta.

—Vamos a ir a Busan, para una conferencia —anunció su madre antes de retirarse de la mesa—. Hay efectivo en el primer cajón de la cocina y tienes mi tarjeta de crédito para lo que necesites.

Jisung finalmente levantó la mirada, que había estado clavada en su plato de sopa.

—¿Vas a irte de nuevo?

—Lo siento, cariño —se disculpó ella—. Me invitaron de última hora.

—Pero acabas de llegar —Jisung protestó—, y mañana...

—Realmente lo siento, sé que últimamente no hemos pasado mucho tiempo juntos, pero es mi trabajo y es importante para mí.

—¿Y yo? ¿Yo no soy importante para ti?

Taeho suspiró audiblemente, Jisung lo ignoró.

—Por supuesto que lo eres, por eso es que trabajo tanto, por ti, para darte una buena vida —aseguró su madre.

Jisung no dijo nada más, no podía, si abría la boca corría el riesgo de que se le rompiera la voz a media oración.

—Vamos, no eres un niño, puedes pasar un fin de semana solo —agregó Taeho.

—Volveremos el lunes —dijo Jia, alcanzando su mano por encima de la mesa.

La mano de su madre se sentía fría encima de la suya, y ajena, Jisung se tragó el nudo que tenía en la garganta para poder formular una última pregunta.

—¿Eso es todo lo que vas a decir?

Jia suspiró.

—Cielo, te quiero mucho, por eso quiero lo mejor para ti, espero que dejes de perder el tiempo y comiences a prepararte para el CSAT.

No pudo evitar llorar entonces, pero se rehusaba a quedarse ahí sentado como un idiota, tomó sus llaves y su teléfono, abandonando el comedor lo más rápido que pudo.

—Déjalo, ya se le pasará el berrinche —escuchó decir a Taeho antes de marcharse.

Y lo peor era, que su madre había estado de acuerdo con él.

Nunca se había sentido más traicionado y en un día como ese, se suponía que ella estuviera festejando y feliz por él, tampoco esperaba que cambiase de opinión de la noche a la mañana, pero al menos tenía la esperanza de que tuviera la intención de considerarlo, era su futuro de todos modos, no el de ella.

Se alejó de la casa pisando fuerte y aunque realmente no quería hacerlo, sus pies terminaron llevándolo a ese único lugar en el que se sentía seguro.

La casa con el gato en la ventana [minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora