c u a r e n t a i c i n c o

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El camino de regreso al hotel fue silencioso. Ambos se sentían algo tímidos, nerviosos y un poco torpes, no era tan tarde todavía, y cuando subieron al ascensor rumbo a su habitación, estuvieron acompañados por otros huéspedes, por lo que ninguno de los dos tuvo que reunir coraje para acabar con el silencio.

—¿Quieres-

—¿Y si-

Balbucearon los dos al mismo tiempo, cuando estuvieron a solas. Se sonrieron mientras entraban a la habitación.

—Es muy temprano para dormir —dijo Minho, se veía más compuesto que el menor, pero eso era porque su abrigo y bufanda ocultaban el sonrojo de su cuello y orejas—, ¿qué tal si miramos una película y ordenamos servicio a la habitación?

Jisung asintió con entusiasmo, quitándose el abrigo y lanzándolo descuidadamente a uno de los sofás.

—Ah, ojalá hubiera ramen en el menú —suspiró, sintiéndose más ligero en su suéter de punto.

—Oh, si es lo que deseas...

El mayor se alejó en busca de su equipaje, quitándose las capas extra de ropa mientras caminaba, pues eran innecesarias en el calor de la habitación. Llevó la maleta al centro del cuarto y la abrió en el suelo.

—Wow —Jisung exclamó.

Minho había empacado ramen y bocadillos suficientes para alimentarlos por tres días, con razón su equipaje era considerablemente más grande y pesado que el de Han.

—Vi una tetera en la salita ¿quieres poner el agua?

—Como se esperaba de mi novio, siempre preparado —dijo Jisung, sonriendo mientras asentía con la cabeza.

Se dirigió a donde el mayor había señalado, pero antes de que pudiera alcanzar una botella de agua, sintió los brazos de Minho alrededor de su cuerpo, inmovilizándolo.

—¿Cómo me llamaste? —preguntó muy cerca de su oído.

—Mi novio —repitió Han, mirándolo de reojo— ¿Por qué? ¿No puedo? Tú me llamas por apodos cursis cada vez que quieres, incluso frente a otras personas —protestó con un puchero.

Minho se rio.

—Nunca dije que no podías —replicó en voz baja, antes de besar el lunar en su mejilla.

—Está bien, déjame poner el agua —dijo Jisung, intentando no sonreír demasiado.

—Hmm... ¿en verdad quieres comer ramen ahora, o prefieres... comer ramen? —cuestionó Minho, abrazándolo más fuerte sin separar los labios de su piel.

—¡Hyung! —Jisung finalmente se deshizo del abrazo, riéndose.

Minho también estaba riéndose, aunque fingió decepción mientras regresaba en busca del ramen.

Al final solo ordenaron postres y bebidas del servicio a la habitación, y Minho dejó que Jisung mirara, por milésima ocasión, su película favorita.

—No sabía que también te gustaba el anime —comentó Jisung, con la boca medio llena de pastel.

—¿Por qué crees que aprendí japones? —respondió Minho con humor.

—Aún hay muchas cosas que no se de ti —observó Jisung—, como lo del miedo a las alturas.

—Eso es bueno, así podemos pasar mucho, mucho tiempo conociéndonos... —dijo Minho, mientras limpiaba una mancha de chocolate en su mejilla. Siempre hacía un desastre cuando comía, era un poco adorable.

Jisung asintió, lamiendo su labio inferior para deshacerse de los últimos rastreo de crema, y dejó el plato vacío sobre la mesita de noche antes de acurrucarse más cerca del costado de Minho.

La casa con el gato en la ventana [minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora