d i e c i n u e v e

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Tenía miedo de abrir los ojos, despertar y ver que todo lo que había sucedido la noche anterior fuese solo un sueño.

Han Jisung se removió entre sus brazos, acomodándose para seguir durmiendo, y su cabello le hizo cosquillas en la nariz. Minho suspiró con alivio, finalmente abriendo los ojos y comprobando que todo había sido real, lo abrazó más fuerte, aspirando el aroma de su pelo, habían usado el mismo champú, pero ¿por qué olía tan bien en él?

Miró su rostro tranquilo, con la mejilla aplastada contra su pecho y los labios ligeramente entreabiertos, quería besarlo otra vez... si era honesto consigo mismo, había querido besarlo desde la primera vez que lo tuvo así de cerca. Aquella primera noche que habían pasado juntos había sido para él increíblemente difícil, pensando lo mucho que quería abrazarlo, lo bonito que se veía mientras dormía, y luego se dio cuenta de que por más que buscara en sus recuerdos, no había un solo momento en el que no pensara que se veía bonito, ni siquiera cubierto de pelo y agua sucia cuando decidió que era buena idea darle un baño a Kimchi.

Lo adoraba tanto que hasta su padre lo había notado solo por la forma en la que lo miraba, «Joder, que vergüenza», pensó. Pero también pensaba que era un alivio, finalmente poder quererlo en voz alta, y haber sido correspondido.

Un pequeño rayito de sol entró por la ventana, iluminando su rostro y haciendo a Jisung arrugar la nariz, Minho levantó la mano para cubrirle la luz y que pudiera seguir durmiendo, la expresión del menor se relajó y él siguió observándolo.


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Había pensado que le iba a costar dormir a lado de Minho, pero para su sorpresa durmió más que bien, a pesar de lo pequeña, la cama era realmente cómoda, y esa almohada, tan firme y suave al mismo tiempo, olía muy bien, como el suavizante de telas que Minho solía usar y-

Se dio cuenta de que no era una almohada cuando quiso volver a acomodarse y Minho se rio porque le había hecho cosquillas, abrió los ojos horrorizado, con las mejillas ardiendo de vergüenza al notar que dormía cómodamente con la mitad de su cuerpo encima del suyo, que había estado recostado sobre su pecho todo ese tiempo y hasta le había babeado la camiseta un poquito. Quiso alejarse de inmediato cuando se dio cuenta, pero Minho no lo dejó, rodeándolo fuertemente con los brazos.

—¿A dónde vas? —preguntó, con la voz ronca cargada de somnolencia.

—Y-yo esto...

—Aun es temprano, vamos a dormir un poco más —dijo, jalando las mantas para arroparlo mejor.

Cuando la sorpresa se disipó, volvió a recostarse lentamente sobre su pecho, se sentía como en un sueño, tan ligero cual hoja balanceándose al viento, con los brazos de Minho rodeándolo, con su cuerpo cálido debajo de su mejilla, escuchando el latido estable de su corazón, al compás del propio, antes de darse cuenta, volvió a quedarse dormido.

La casa con el gato en la ventana [minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora