Los de abajo

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Rodrigo caminaba felizmente con un ramo de flores en la mano. Aquella noche se suponía que debía haberse quedado a cuidar a su padre en el hospital, sin embargo otro gran amigo del segundo se había ofrecido para pasar la noche con él.

Luego de tres días de hospitalización, el señor Corcuera parecía recuperarse, Rodrigo aprovechó que él ya estaba mejor para visitar de sorpresa a su prometida. Mariana Echeverría era la mujer que amaba profundamente, se habían conocido en la facultad, ella era hija de un prestigioso abogado y estaban tan solo a unos meses de casarse.

Mariana era una chica guapa, si hubiera querido podría ser una gran modelo, a pesar de ello había elegido, como Rodrigo, seguir con la profesión familiar. Ella era una excelente abogada, toda una profesional, esto era una de las cosas por las que Rodrigo se había enamorado locamente de ella. Todos pensaban que ellos eran la pareja ideal, como salida de un cuento de hadas.

Rodrigo llegó hasta la puerta del departamento de su futura esposa, estaba ansioso de poder pasar un tiempo con ella, pues lo necesitaba luego de varios días complicados por el susto que su padre les había dado.

Sacó las llaves para abrir la puerta, sabía que sería una gran sorpresa para su novia de que él estuviera ahí, ella le comentó que pasaría la noche estudiando un caso en el que estaba trabajando. Rodrigo luego de enterarse de que podía tener la noche libre de cuidar a su padre en el hospital, se apresuró hacia el hogar de su prometida.

Él había pensado en ayudarla en su estudio del caso y tomar unas copas del vino tinto favorito de ella mientras discutían su trabajo. Rodrigo abrió la puerta silenciosamente, no quería que Mariana se diera cuenta de su presencia por el ruido de la puerta. Cruzó la sala rumbo a la cocina, puso el ramo de flores en un florero con agua, tomó una botella de vino y sirvió el líquido en dos copas, dejó el florero en la mesa de la sala y con las dos copas se dirigió hacia la habitación.

Conocía perfectamente a su prometida, sabía que cuando se ponía a estudiar algo importante se encerraba en su recámara. Cuando se iba acercando a la puerta del cuarto, escuchó unos ruidos, caminó con sigilo, tomó la chapa y la giró. Con una gran sonrisa y con las dos copas de vino abrió la puerta.

Él estuvo a punto de decir algo, pero la escena que tuvo ante sus ojos lo dejaron atónito. Se petrificó por unos segundos, no podía creer lo que veía. En la cama estaba su prometida teniendo relaciones sexuales con su mejor amigo.

Trató de gritar, sin embargo su garganta no hizo ni el menor ruido. Quiso moverse para salir de ahí, no obstante sus piernas no reaccionaban. De pronto se escuchó un ruido estrepitoso, el sonido de dos copas chocar contra el suelo y romperse despertaron a Rodrigo de su conmoción.

Mariana y Eduardo oyeron aquel ruido e inmediatamente voltearon hacia la puerta, Rodrigo los vio por unos segundos.

- ¡Rodrigo! -gritó Mariana sorprendida.

Entonces por fin su cuerpo le respondió, él se dio la media vuelta y se dirigió hacia la puerta de salida, detrás de él escuchó movimiento, la voz de Mariana suplicándole que esperara no hicieron que se detuviera, Rodrigo lo único que quería era salir de ahí, alejarse de aquellas dos personas en las que había confiado y que lo habían traicionado.

Entró en el auto y golpeó el volante con las manos, en ese momento tenía sentimientos encontrados, se sentía defraudado, enojado, triste y confundido. Tomó su celular y llamó a sus amigos, necesitaba a alguien con quien desahogarse.


Viridiana se encontraba en su habitación, aquella era su noche libre del hospital y estaba sobre su cama estudiando. Su madre le había dicho que aprovechara y saliera a divertirse con sus amigos en una noche de sábado, no obstante ella siempre había preferido pasar el tiempo leyendo que irse de fiesta.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora