Decisión

6 0 0
                                    


Rodrigo abrió la puerta del despacho de su padre exactamente a las ocho de la mañana. El señor Corcuera dio un brinco hacia atrás en su asiento por la sorpresa, su hijo había hecho la misma entrada que él solía hacer, pensó que tal vez no eran tan diferentes después de todo.

Su hijo se quedó parado justo enfrente de él, lo miró con curiosidad, el rostro de su hijo se mostraba diferente, este reflejaba una completa paz, se veía alegre, como hacía semanas que no lo veía.

- Padre, he tomado mi decisión – comentó Rodrigo - ¡Al carajo los Echeverría! ¡Se cancela la boda! – gritó emocionado.

El experimentado abogado observó con determinación a su único hijo, luego de unos segundos solamente asintió con la cabeza como aprobación.

Rodrigo sin esperar respuesta y bastándole aquel gesto de su padre, salió de la oficina de la misma forma en que había entrado. El señor Corcuera siguió con la mirada la salida de su hijo. En seguida de que este cerrara la puerta detrás de él, el abogado se recargó un poco sobre el respaldo de su asiento.

Se quedó pensativo unos minutos, desde el principio había adivinado cuál sería la decisión que su hijo tomaría en relación a su compromiso, sabía que por más que hubiera amado a aquella chica, él no le perdonaría su ofensa, sin embargo lo que le causaba curiosidad era el comportamiento feliz que había tenido hacía unos segundos, si fuera por él, este hubiera gritado por todo el despacho el final de su compromiso, como quien rompe las cadenas de su esclavitud.

Presentía que luego de lo obvio, aquel comportamiento y decisión tenían que ver con lo que había pasado durante sus vacaciones y, sobre todo, tenía la firme idea que la doctora Viridiana Montes, quien fungió como su compañera de viaje, tenía algo o mejor dicho, mucho que ver en el cambio de actitud de su hijo.

El abogado medio sonrió para él mismo, le agradaba aquella chica, la conocía desde hacía muchos años y también conocía a sus padres, quienes habían sido grandes amigos antes de que el padre de Viridiana falleciera de cáncer.

El señor Corcuera tarareó una melodía alegre, esperaba que su hijo enmendara su camino con la residente de cirugía. Pensó que tal vez algo bueno había traído su preinfarto, ya que había juntado nuevamente a aquellos dos tortolos y deseaba que ahora que ya estaban mucho más grandes y maduros, pudieran decirse todo eso que sentían desde la infancia, que fueran capaces de atreverse, de arriesgarse a hacer lo que no habían hecho en la secundaria, cuando su historia de amor quedó pausada. 

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora