El señor Corcuera estaba en su oficina en el despacho, acabada de tener una acalorada llamada telefónica con el padre de Mariana, la prometida de su hijo. Este le había reclamado el por qué se pausaron los planes de boda de sus hijos.
El señor Echeverría se pasó recriminándole que su hijo no estaba cumpliendo con la promesa que le había hecho a Mariana. Era obvio que ella no le había contado a su padre la razón verdadera del por qué la boda estaba en pausa, también le quedaba claro que la muy desgraciada acudió a su padre para presionar a Rodrigo a casarse con esta.
El señor Corcuera no había querido interferir en la situación, sin embargo creyó que su hijo ya había tenido demasiado tiempo para tomar una decisión. No podía creer que Rodrigo no hubiera terminado ya con Mariana, luego de lo que esta le hizo, aquello era inconcebible, si a él le hubieran hecho eso, inmediatamente la hubiera mandado al carajo, a pesar de ello sabía perfectamente que su hijo no era así, aunque trató de educarlo para que fuera duro de carácter, había heredado el sentimentalismo de su madre.
Sin muchas ganas se levantó de su silla y se dirigió hacia la oficina de Rodrigo. Era el momento de presionarlo un poco para que todo terminara, no iba a soportar otra discusión con Echeverría a causa de la estupidez que había hecho su hija.
Sin tocar a la puerta entró sin más, encontró a su hijo en medio de miles de papeles que estaba revisando para un caso.
- Rodrigo, tenemos que hablar - dijo cerrando la puerta bruscamente.
Su hijo volteo a verlo, estaba acostumbrado a que su padre entrara en su oficina sin anunciarse, de todos modos todo aquel despacho le pertenecía a este.
- ¿De qué quieres hablar? - preguntó viendo como su padre se sentaba frente a él.
- Sé que te dije que no iba a presionarte con todo este problema de Mariana, pero creo que ya te tardaste en tomar una decisión - comentó el señor Corcuera bruscamente como si la infidelidad que sufrió su hijo fuera un asunto más de trabajo - Tienes que decidir ya. O sigues con los planes de boda o mandas por fin al carajo a esa maldita.
- Papá...- decía Rodrigo suspirando sin embargo este lo interrumpió.
- Nada. Tienes de aquí al lunes, exactamente una semana para que te decidas. Ni un día más. Ya no puedo prolongar más esto. No quiero que Echeverría venga al despacho a montarnos una escena.
- ¿Por qué vendría el papá de Mariana a hacer un espectáculo? -cuestionó confundido su hijo.
- Resulta que la desgraciada de tu prometida fue a llorarle a su papá de que paraste los planes de boda para presionarnos. Claro, la muy maldita no le dijo que ella te puso el cuerno con Eduardo, no, eso no le convenía.
Rodrigo agachó la mirada, no podía creer que Mariana tuviera que recurrir a esos recursos para obligarlo a casarse con ella, a pesar de lo que esta le había hecho.
- Has lo que tengas que hacer - continuó el señor Corcuera - Tómate estos días de vacaciones, vete lejos de aquí para que pienses lo que vas a hacer. Pero eso sí, el lunes te quiero aquí a primera hora para decirme que ya tomaste una decisión.
- Sí, señor - respondió Rodrigo.
Su padre solo asintió con la cabeza y salió de la oficina de la misma manera en la que entró. El joven abogado aventó todo lo que tenía en el escritorio molesto. Se recargó en su silla y cerró los ojos por un momento. Pensó que su padre, como siempre, tenía razón, no podía prolongar más aquel martirio, no era sano para él. Tomó su primera decisión, se alejaría de ahí para pensar claramente. Haría el viaje que siempre quería hacer y no había tenido tiempo para realizarlo. No obstante se atravesó un segundo problema, no quería viajar solo, odiaba hacerlo, le daba miedo quedarse solo con sus propios sentimientos.
Entonces hizo su segunda decisión, tomó su celular y marcó un número, mientras esperaba que le contestaran, meditaba si era prudente pedirle a esa persona lo que estaba a punto de hacer.
- Bueno - escuchó una voz por el otro lado del auricular.
- Viridiana - dijo Rodrigo emocionado y con la adrenalina del momento - No quiero quitarte mucho tiempo, sé que estas de guardia, pero quiero saber si quieres acompañarme a un viaje.
- ¿A un viaje? - preguntó extrañada la residente.
- Sí, estaba pensando ir de viaje por los pueblos mágicos de aquí de Jalisco.
Viridiana se quedó unos segundos callada, estaba meditando la proposición, la cual era bastante rara para ser justos. No tenían mucho que acababan de empezar a entablar de nuevo una amistad y él ya le estaba proponiendo irse de viaje solos.
- ¿Cuándo sería? - cuestionó la médica.
- Saldríamos mañana mismo.
- ¿Mañana? - se sorprendió Viri.
- Sí, sería hasta el domingo.
La residente volvió a guardar silencio pensando.
- Yo entiendo si no quieres o no puedes - soltó de pronto Rodrigo, empezaba a sentirse como un tonto por no haber meditado antes la proposición - Sé que nos acabamos de reencontrar, aun así en serio me gustaría que me acompañaras.
El abogado esperó respuesta ansiosamente, esperaba que lo que acababa de decir la convenciera.
- Tendría que revisar - contestó lentamente todavía pensando - El sábado me toca guardia otra vez y no sé si alguien pueda cubrirme con tan poca antelación.
- Está bien - respondió tristemente Rodrigo - Tú revísalo y si no puedes no te preocupes, no hay problema.
- Dame unas horas para buscar si alguien puede cambiarme esa guardia - manifestó de repente Viri - Te confirmo más al rato.
Colgaron. El corazón de Rodrigo latía al mil,nunca había tomado una decisión al calor del momento y menos una propuesta asía una chica a la que estaba volviendo a conocer, a pesar de ello no podíaimaginar realizar aquel viaje si ella no lo acompañaba. Aun no sabía por qué lahabía invitado, sin embargo pensó que por algo la doctora había sido su mejoramiga en el infancia, lo único que sabía era que en los últimos días ella le regresóuna tranquilidad, una paz que hacía mucho tiempo no sentía.
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Quédate conmigo
Romance"Él solamente podía repetir una y otra vez: Quédate conmigo. Su voz había pasado de ser gritos a unos simples y lastimosos murmullos. Sentía que no podía respirar, el pecho se le había oprimido y no necesariamente porque estaba tumbado sobre el pesa...