Rodrigo se encontraba emocionado por el viaje que estaba a punto de realizar. Se le olvidó por unos minutos la finalidad de hacerlo. Sería una experiencia única a la cual lo acompañaría Viridiana.
A último momento ella encontró a un buen samaritano quien le cambió la guardia para que pudiera ir a aquel loco viaje. El joven abogado subió su equipaje y condujo temprano hacia su antigua colonia para recoger a la residente.
La noche anterior se la pasaron organizando el camino que recorrerían en auto. A las ocho de la mañana ya estaba en la puerta de la familia Montes para llevarse a su compañera de viaje. Rodrigo quería salir temprano para evitar en la medida de lo posible el tráfico de la ciudad.
Luego de ayudar a Viri con su maleta y despedirse de la señora Montes, los dos locos viajeros se subieron al auto azul rey que conducía el abogado.
Mientras atravesaban toda la ciudad para dirigirse a su primera parada, ambos estaban bastante silenciosos. A pesar de que se habían tratado un poco más en las últimas semanas, todavía seguía pegando esos ocho años que los habían separado. Sin embargo no se sentían incomodos, pues existía una extraña conexión entre los dos que hacía que no necesitaran de palabras para comunicarse.
- Si quieres puedes poner música – comentó Rodrigo – Solo conecta tu celular al bluetooth del auto.
- ¿Qué tipo de música pongo? – preguntó Viri revisando las listas de reproducción.
- La que quieras – respondió el joven abogado.
- Tengo unas canciones adecuadas para un viaje en auto – dijo emocionada la residente.
Viridiana reprodujo la música, la primera en sonar fue Leave before you love me de Marshmello y Jonas Brothers. Ella comenzó a cantar y a bailar. Rodrigo la miró de reojo y sonrió. Pensó que la había juzgado mal desde el principio, sin dudarlo era un poco loca, pero eso era parte esencial de ella, solo llevaba unos cuantos minutos del viaje y ya sabía que había elegido a la compañera perfecta para el mismo.
Durante los kilómetros de camino que los llevó a su primer destino, el pueblo mágico de Comala en el estado de Colima, ambos se la pasaron a lo grande cantando a todo pulmón y disfrutando de la música. Luego de unas cuantas paradas, llegaron por fin a su destino.
Rodrigo se estacionó y saltaron a la calle para caminar hasta la plaza principal. Los dos platicaban y reían como locos, como en aquellos años que eran mejores amigos en la infancia.
- Ya que estamos en Comala – dijo Viridiana – Tienes que decir la frase célebre de este lugar.
Él la volteo a ver confundido.
- ¿Cuál frase? – preguntó pensativo.
- La del libro de Juan Rulfo, Pedro Páramo – contestó ella divertida.
El joven abogado pensó unos minutos, tenía años que había leído aquel libro y recordaba muy poco de él.
- "Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo..." – recitó la residente.
Rodrigo soltó una carcajada, tenía muy en claro que una de las primeras opiniones que había tenido de su ahora compañera de viaje en su reencuentro era cierto. Ella estaba completamente loca.
Por unas cuantas horas estuvieron rondando por aquellas fantásticas y mágicas calles y tomándose fotos. Rodrigo no reparó en darse cuenta de que aquella extraña, cada vez le recordaba lo bien que lo hacía sentirse, como en los tiempos pasados.
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Quédate conmigo
Romance"Él solamente podía repetir una y otra vez: Quédate conmigo. Su voz había pasado de ser gritos a unos simples y lastimosos murmullos. Sentía que no podía respirar, el pecho se le había oprimido y no necesariamente porque estaba tumbado sobre el pesa...