Aquel viaje unió mucho más a Viri y a Rodrigo, todo el tiempo estaban mensajeándose o llamando al otro. La amistad que habían tenido en la secundaria regresó.
Rodrigo le confesó a su amiga la decisión de romper definitivamente su compromiso.
- ¿Y ella qué fue lo que hizo? – preguntó divertida la residente.
- Lo que ya esperaba – contestó el joven abogado – Se puso a gritar como histérica. Creo que jamás pensó que terminaría con ella. Y para ser sinceros, ni yo mismo lo pensaba.
- ¿Y qué fue lo que cambió? – cuestionó con curiosidad la doctora.
- No lo sé bien todavía – se encogió de hombros – En cuanto desperté el lunes, supe que era lo que tenía que hacer.
Ambos se quedaron en silencio unos segundos, se encontraban acostados sobre la parte trasera del auto de Rodrigo observando las hermosas estrellas que les ofrecía la Barranca de Huentitán.
- ¿Qué opinó tu padre sobre terminar tu compromiso?
- Realmente no dijo nada. Pero supongo que él esperaba aquella respuesta – continuó Rodrigo – En cuanto supo que Mariana me había engañado, se puso como loco. Odia ese tipo de cosas.
- ¿No tendrán problemas con el papá de Mariana? – quiso saber la chica – Me contaste una vez que los dos son grandes amigos.
- Eso no le importa a mi padre. Desde el principio me dijo que me apoyaría en cualquiera que fuera mi decisión, aunque eso significara terminar una amistad como esa – Rodrigo sonrió – De hecho creo que le fascinó mandar al carajo al padre de Mariana cuando este le marcó para reclamarle que yo había terminado con su hija.
Volvieron a quedarse callados un tiempo, los dos se estaban acostumbrando a aquellos silencios, eran parte de su amistad.
- ¿Y qué piensas hacer ahora?
- Tampoco lo sé. No voy a negar que no me duele el terminar con ella – dijo con tono triste y con un suspiro – Me duele demasiado. Mariana significó por mucho tiempo todo aquello que quería tener, todos aquellos sueños de matrimonio y formar una familia, y ahora ya no queda nada, más que esto, una promesa rota.
Rodrigo levantó el anillo de compromiso que le había dado a Mariana, y que ella en medio de la histeria total, le aventó a la cara.
- Me siento extraño, siento que no sé cuál es el camino que ahora debo de seguir – comentó Rodrigo - ¿Qué fue lo que tú hiciste cuando te rompieron el corazón? – le preguntó a su amiga.
Viridiana movió un poco la cabeza para poderlo ver, él seguía observando hacia el cielo. Meditó las palabras que diría.
- Simplemente dejé que el destino me llevara por el camino correcto – dijo de pronto – Solo me dejé llevar.
- Puedo preguntar, ¿qué fue lo que pasó? – dijo Rodrigo volteándola a ver.
Ella suspiró y fijó sus ojos en el grande y hermoso cielo que tenía delante.
- Hace muchos años me enamoré de un chico fantástico, primero fuimos amigos, pero luego todo ese cariño se volvió en amor. Y cuando yo estaba completamente enamorada, él simplemente se fue, así como si nada hubiera pasado.
- ¿Cómo pudo haberte hecho eso? – preguntó molesto el joven abogado.
- No lo sé. Yo pensé que todo iba bien, pero al parecer no era así. Después de que él se fuera, me rompió en miles de pedazos. A pesar de que todavía era muy joven, sabía que no volvería a amar a otro hombre que no fuera él. Le lloré días y noches, y me sentaba todas las tardes en la banca de la plaza en la que solíamos pasar horas, esperando a que él volviera.
- ¿Y lo hizo? – preguntó Rodrigo cerrando un poco los ojos, estaba totalmente agotado, había tenido un día desastroso en el trabajo y ahora su cuerpo le pasaba la factura.
- En aquel momento no – contestó mirando a su amigo – Apareció muchos años después.
- ¿Y era cierto?
- ¿El qué? – cuestionó la doctora.
- Que no volverías a amar a otro hombre más que a él – dijo en voz baja, cayendo casi por completo en los brazos de Morfeo.
Viridiana aprovechó que Rodrigo se estaba quedando dormido para observarlo a detalle. Repasó cada una de sus facciones, sus ojos, sus labios, la cicatriz que este tenía en la parte superior izquierda de su frente, ocasionada por una pelea de borrachos que él había tenido en sus tiempos de universitario.
Viri suspiró hondo, trató de contener todo aquello que su amigo la hacía sentir. Meditó con cuidado lo que estaba a punto de decir, ya no podía más, tenía que revelarle a su amigo lo que le carcomía su corazón.
- Sí. En cuanto lo vi lo supe. Era como si hubiera regresado en el tiempo. Como si no hubieran pasado bastantes años. Ahí fue cuando me di cuenta de que a pesar de todo, siempre sería él.
Volvió a suspirar y esta vez más hondo.
- Siempre serás tú. Siempre tú – contestó en un murmullo.
Viridiana siguió viendo a aquel chico que tenía a su lado, a ese hombre que no sabía cómo rayos le había hecho, pero que había ocasionado que ella siguiera enamorada de él por ocho largos años, como si nada los hubiera separado.
Desgraciadamente él ya no podía escucharla, se había quedado dormido en medio de aquella confesión tan importante para ella. Viri se acercó a él, le dio un beso en la cicatriz y se acurrucó junto a Rodrigo.
- Rodrigo, te puedo pedir algo – dijo la residente.
- Ajá...- contestó el chico en automático, más dormido que despierto.
- ¿Te quedarías conmigo? Por favor – dijo nuevamente en un murmullo junto al oído de este – Quédate conmigo.
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Quédate conmigo
Romance"Él solamente podía repetir una y otra vez: Quédate conmigo. Su voz había pasado de ser gritos a unos simples y lastimosos murmullos. Sentía que no podía respirar, el pecho se le había oprimido y no necesariamente porque estaba tumbado sobre el pesa...