Capítulo 2: Excusas

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Hay una copia de la llave siempre en su bolsillo, un papel con instrucciones médicas que a pesar se sabe de memoria carga en la billetera, en el auto hay dos mezclas de música en un solo archivo, y siempre despierta una hora antes ya sea que deba o no levantarse temprano.

Es una forma de vivir, si bien le da la sensación al espectador de esposa abnegada, la verdad le ha servido mucho para crear hábitos. Su mamá dice que le habría gustado fuera mejor su estilo de vida, más gente de su edad, conocer algunos chicos que le rompan el corazón para poder consolarlo por la noche.

La mujer se siente aterrada porque no hubieron chicos, solo existe uno, y más temprano que tarde destrozara a su pequeño. La mujer ha sacado el tema de manera sutil cientos de veces, sabe que el hijo de Martín no es mal hombre, si, es un poco inútil respecto a la vida diaria pero entiende que su hijo se enamorara perdidamente a primera vista.

Padre e hijo opacan a cualquier persona.

"quizás sólo le gustan las caras bonitas" suspiro "no se trata de eso, si fuera por ello se enamoraría de otro que lo quiera"

También es consciente de que su hermoso y pequeño omega roba miradas y suspiros de donde quiera, la parte triste de esta historia es que en seis meses en la universidad, tiene un amigo e incluso ha pensado lo dejan de lado y es probable que sea porque es demasiado cercano a Mew.

No puede pedirle que se aleje, ella sería una cínica al pedir algo así. Pero tampoco quiere que se caiga desde tan alto.

Pues su hijo, es el único que no se da cuenta de que mew no lo quiere.

-gracias por cuidar la casa en el viaje, ojalá todos fueran como tú, responsables y tan lindos - Martín sonrió tiernamente hacia gulf. Desvió la mirada a su hijo, un tintineo del teléfono acaparó la atención de mew, se disculpó y salió.

-¿citas? - preguntó Martín a gulf.

"no, quizás la insensibilidad sobre el tema es de familia" pensó Adela.

-supongo-gulf realmente era bueno actuando, más bien ya estaba acostumbrado. Dio un enorme último bocado, limpio su boca con la servilleta e inició un tema diferente.

Si las personas pudieran ver los verdaderos sentimientos de los demás, definitivamente no actuarían de esa forma, sufrirían y quizás lloraría de ver cuán destrozado puede estar alguien que tiene el corazón roto por dentro.

Gulf de vez en cuando miro la puerta esperando que el alfa regresará pero cuando él y su madre volvieron a casa pasaban de las 12 y mew no volvió.

A la mañana siguiente la mujer vio las enormes ojeras. - ¿dormiste mal? -

-un poco-respondió, Adela podía ver a leguas la mentira, seguramente lloro hasta dormirse o vio la ventana hasta ver la luz encenderse y apagarse. Incluso pensó cambiarle la habitación pero ya no había nada que lo convenciera, era masoquista al parecer.

Adela limpio los bordes de los ojos de su hijo y sonrió, dio un largo suspiro cargado de intenciones, trajo la mano del menor y lo arrastró a la mesa lo sentó con suavidad, sirvió un enorme tazón de chocolate caliente y malvas.

-eres un adulto, tu papá ya no sé puede meter en nuestras vidas, yo tampoco puedo opinar mucho-

-mamá, usted siempre puede opinar, puedes regañar e o lo que sea, yo obedeceré, mientras no me pidas hacer algo ilegal como drogas o tráfico de pieles, cosas tránsfugas- quiso bromear pero antes de continuar el chiste, bostezo con pereza y dejó de hablar.

-mi amor-dijo suavemente Adela - sabes que no me meto en tus asuntos, eres bueno juzgando a la gente, a todos excepto a -

-mew-no la dejo acabar.

El límite del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora