Capítulo 4: Perro de Hortelano

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Las fiestas pasaron, la última semana de clases llegó, mew y gulf no cruzaron palabras pero el alfa continuamente iba a la casa del omega a buscar café. Que maldita obsesión, mirando al omega hasta casi gastarle la espalda esperando una reacción, los desayunos se habían detenido, las cenas entre los cuatro se redujeron a comidas donde gulf era quien se marchaba antes. Mew puede asegurar que es bastante incomodo pero no se puede quejar, hace unos días era él quien hacía eso, irse a mitad de la cena para escaparse a una cita con algún desconocido.

-¿y ya están saliendo?- preguntó Adela mientras preparaba la ensalada. Mew escuchó desde la sala la conversación, más pendiente de lo que deseaba. -Me agrada mucho joshua, es tan lindo, además es genial-

-Si lo note, ese día en la playa estabas como demasiado divertida jugando-

Mew le hizo un gesto a su papá que lo vio con la misma expresión de agravió que él.

-El último día de playa, adela fue a ver a gulf a pedido de joss- susurro para que solo mew escuchará.

Blanqueo los ojos receloso por solo recordar aquella llamada. Si solo su hijo fuera más alegre, menos serio, solo un poco, los cuatro podrían haber compartido muchos momentos así durante estos casi nueve años pero no se logró. Mew nunca quería acompañarlos y gulf contal de estar con él, se decidió quedar en casa hasta que se volvió una costumbre hacer los viajes solo con Adela.

-Está listo, pueden pasar a cenar- Alzó la voz la mujer desde la cocina.

Ambos alfas se acercaron, mew noto nuevamente que solo había tres platos, definitivamente no estaban echando a uno de los dos. Gulf lavó sus manos, las secó y se despidió -Disfruten la cena-

Esta escena se había repetido durante demasiados días y mew se estaba irritando pero ni siquiera podía quejarse de algo.

En la universidad después de las fiestas solo quedaban algunos exámenes finales y por fin serían vacaciones, a expensas de los demás gulf ya había encontrado un pequeño apartamento en el centro y también había estado comprando alguna que otra cosa para mudarse. Su padre tuvo mucho que ver, el tipo aunque no fuera el mejor progenitor que existe, siempre acudía a los pedidos del menor.

El último examen que le quedaba por rendir estaba a la vuelta de la esquina, ese día llegó con una serie de materiales que devolvería a la sala del laboratorio. Mew lo vio cruzar los pasillos a toda prisa y solo.

Dio la vuelta pasando por el final del mismo pasillo al final de los salones, caminó hasta él pero fue acorralado por la compañera de gulf.

-¡Mew! - Gritó la mujer - Te he llamado mil veces pero no respondes ninguna de mis llamadas-

... El alfa la miró con despreció- ¿Como me dijiste? Te recuerdo que en la universidad soy tu profesor y no tengo porque responder llamadas de mis alumnos en horarios que no son laborales-

Gulf había llegado al final del pasillo, escucho todo lo que dijo mew pero la mujer insistió.

-Pero tu me llamaste aquel día para que nos viéramos, dijiste que te gustaba, que te gusto-

-Ese día- Dijo me agarrando las manos de la chica para apartarla, despegó la vista de la mujer más que muy cabreado, si seguía haciendo un escándalo en medio del pasillo iba a ser problemático que otro maestro lo viera. Busco con la mirada que los pasillos estaban despejados y lo estaban, excepto por gulf que esperaba pacientemente que salieran de en medio para poder pasar.

La expresión de agravio del omega le causó un placer desconocido a mew, definitivamente ama saber que él es el centro de atención de las emociones y expresiones del omega.

El límite del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora