Corto 1.

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Especial halloween (acorde a las fechas de la novela)

En todas partes se había oído el rumor, incluso en los silenciosos y tenebrosos rincones del abismo. El demonio miraba a través de los cristales del techo relamiendo sus labios de manera insistente. Se saboreaba de sólo imaginar a aquel chico entre sus manos, retorciéndose sumido en el placer.

Los demonios de rango menor habían estado se retando al respecto, querían devorarlo como una exquisita presa, lástima para ellos que la curiosidad llevó a este demonio lascivo hasta aquel lugar.

Siendo honestos en un principio no comprendía la razón, un humano viviendo en una solitaria mansión que se decía estaba rodeada de espíritus que lo vigilaban hasta el punto de aislarlo de la urbe de la ciudad.

En días vigilando su morada nunca vio otro humano aparte de un valiente que venía de vez en cuando con algunos paquetes en un auto.

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Gulf había vivido toda su vida ahí, él jamás sintió algo sobrenatural pero de forma misteriosa todos se vieron afectados por ese rumor, ahora ya nadie llegaba. Excepto aquel simpático chico que hacía las entregas y muchas veces lo trató como un príncipe en un castillo, incluso le hablaba con un lenguaje muy formal sabiendo que él era mucho menor.

Hace dos noches aquellos rumores recobraron un poco de sentido, estaba seguro de sentirse observado, la última noche había escuchado ruidos en el techo de cristal sobre su cuarto, luego cerca de él, entre sueños una respiración en su nuca.

-hoy se ve cansado-"firme aquí"

-jeje-dio una risa tonta - últimamente no duermo bien - contestó honesto.

-señor gulf, no ha pensado en mudarse, más cerca de la ciudad y -

-está es mi casa, no tengo razones para mudarme, además trabajo desde casa-volvió a responder.

Sintió un poco de pesar por las palabras del mayor, también su expresión temerosa le dejó claro el panorama.

-¿también crees que hay fantasmas? - el repartidor negó fervientemente y susurro.

-es lejos y solitario, incluso oscuro- gulf solo sonrió y dio las gracias. Afirmó la espalda en la puerta y suspiro más cansado.

-quizás realmente hay fantasmas - vio su paquete de compras y siguió con su rutina.

Por la noche nuevamente los ruidos lo sacaron de su profundo sueño, despertó y camino hasta encontrar otro cuarto y durmió. Repitió varias veces esto pero luego de varias noches de insomnio, una de ellas ni las miradas y sonidos lo sacaron de su letargo.

Entre las sombras de esa habitación que casi nunca es habitada, un par de colmillos brillaron y unos ojos dorados destellaron en la oscuridad.

-te escapas mucho pequeño gatito… - murmuró saliendo a la luz que ingresaba por la ventana. Sus colmillos rompían su lengua de tanto que la deslizaba por ellos. Se acercó silencioso a la pequeña criatura en la cama, despejó el cabello de su frente, volvió a saborear su boca, con la yema de los dedos jugó con sus labios y luego los insertó para tocar el paladar.

Se mojaron al ingresar llenándolo de saliva, gulf succión los dígitos por instinto.

Incluso sus alas rojizas y negras comenzaron a sentirse cosquilleantes, su cola se movió a voluntad mientras la iluminación de sus ojos aumentaba, todo por la escena.

La punta de esa extremidad que tenía al final de su espalda comenzó a apartar la sábana, se deslizó dejando ver sus torneadas piernas, una piel sedosa y reluciente que seguía hasta su vientre ligeramente visible. El demonio trago duró, jugo con su cola metiéndose entre el pequeño pantalón de tela, tocando superficialmente el orificio jugoso del chico que incluso dormido dejaba salir sus líquidos de amor.

El límite del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora