3. La biblioteca

64 8 1
                                    

               CAPITULO 3

Broocke.

Mientras cada uno se dirigía a sus clases, me fijé que el chico que iba a la par mío me miraba fijamente, sin disimulo y me empezaba a poner muy nerviosa e intenté romper la pequeña tensión que se había creado.

-Escucha, yo no soy de las personas que busca pelea y hace numeritos de esa clase, pero tu amigo humilló al mío, lo lastimó y...-No me dejó terminar la frase, porque el lo hizo por mí.

-Y no podías permitirlo, lo sé y te entiendo, yo hubiera hecho lo mismo. -Lo vi con asombro, pensé que me echaría la bronca por darle la paliza que le di a su amigo. -Mira yo no te ataqué, solo intentaba que no pasara esto, que te castigaran, porque se que lo que le hizo James a Simón no estuvo bien, y créeme que me alegro que hayas puesto a James en su lugar pero...-estaba un poco sorprendida de que admitiera que no tenía la culpa, había escuchado que él era completamente diferente a la mayoría de capullos que tenía por amigos, pero hasta no ver no creer.

-Pero...-siempre había un pero, y era obvio que por el hecho de que era su amigo lo defendería. Pero otra vez me sorprendió y me dejó anonadada con lo que dijo después.

-Pero la que salió perjudicada has sido tú, y no es justo.- dijo mientras se paraba frente a un salón, que imagino es dónde debería estar. Estudiamos la misma carrera pero no siempre coincidíamos en los mismos horarios o cursos. Y nunca le había prestado atención hasta hoy. -Mira tengo que entrar pero nos vemos después de clase, en la biblioteca. -Lo dijo cuando se alejaba y adentraba a la clase, mientras yo trataba de entender porque no estaba molesto, ya que el había resultado perjudicado, cuando no había hecho nada más que intentar pararme.

Las clases pasaron más rápido de lo que pude procesar, mientras que ya habían corrido los rumores que alguién le había dado una paliza a James, el chico guay e importante al que unos respetaban y otros temían.

Quién nada menos que Broocke Miller (una chica), le había dado la bronca y creo que por eso me odiaba tanto. Solo por el hecho de que una chica le pateara el trasero.

Simón intentó pedirme perdón, porque se sentía culpable de comenzar la pelea, lo que era absurdo ya que no tenía la culpa de que le gustara Millie Davis.

He tratado de convencerlo que no es su culpa estar coladito por la hermana de tal capullo y que no le importe lo que los demás le digan, mientras los dos sientan lo mismo, lo cual se que es así, porque cuando están juntos se les nota a kilómetros de distancia, bueno no literalmente pero se entiende el punto.

Cuando terminan todas mis clases me dirijo a la biblioteca, mientras voy hacia allá sigo tratando de entender a Alexander, por qué su actitud es de lo más inusual de la que yo tenía previsto. Me detengo un momento y después entro a un gran salón donde hay varias estanterías con una gran variedad de libros, en el lado izquierdo esta un pequeño mostrador dónde está una mujer de unos treinta y tantos años de complexión delgada vestida con un Jersey de punto largo de color verde y unas gafas de pasta negra que me miraba con una gran sonrisa, María, la bibliotecaria.

Es una mujer dulce con la que siempre me he llevado muy bien y la conocía desde hace bastante tiempo, y ya que amaba leer, nunca tardaba en hacerle una visita para saber cómo estaba y para que me recomendara algún libro que cumplió con sus expectativas para que me incitara a leerlo. Le devolví la sonrisa y me acerqué al mostrador para saludarla.

-Hola María, ¿cómo estás?, ¿Alguna novedad literaria?. - le pregunté, mientras ella intentaba poner cara seria, pero a la que no se le daba poner, ella era muy amigable y dulce, y eso me hizo sonreír más.

Algún Día Donde viven las historias. Descúbrelo ahora