13. Vainilla

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CAPITULO 13

Broocke.

No paraba de tiritar. Además no podía creer lo que estaba haciendo Alexander.

Antes de cortar la llamada me prometió que me encontraría y le creí.

Unos diez minutos más o menos después, una camioneta se estacionó al lado mío.

Era su auto.

Salió a toda prisa. Sentí como me envolvió en sus brazos y mi problema con el contacto físico quedó a un lado y simplemente me derrumbé, lloré hasta quedarme seca. Pensé que me había quedado sin lágrimas pero por lo visto no era así.

Seguimos debajo de la lluvia pero ya no sentía frío. Su cuerpo se irradiaba calor.

No dijo nada, no preguntó que me sucedía. Simplemente me dejó desahogarme. Y lo hice.

Poco a poco se estabilizó mi ritmo cardíaco.

Cuando me calmé dijo:

-Vamos Pumpkin. No podemos quedarnos aquí.

Me acompañó a la puerta del copiloto.

Me subí al auto y segundos después él hizo lo mismo. Me sentí avergonzada, seguramente lo había despertado y ahora los dos estábamos empapados.

Esperé a que me preguntará. La misma pregunta que todos hacen cuando ven a una persona que claramente no se encuentra bien.

No la hizo.

-Adelante puedes preguntarme. -dije despacio.

Frunció el ceño.

-Preguntarte qué. -dijo confundido.

-Que si estoy bien. -él frunció más el ceño.

-¿Por que lo haría?.

-Es lo que todos hacen cuando ven a una persona en el estado en el que estoy.

-En realidad nunca he entendido por qué lo preguntan. Me parece una pregunta de lo más absurda, por que claramente no te encuentras bien.

Era lo mismo que le decía a Simón.

-Exacto. -dije mirándolo a los ojos. -Es una pregunta insensible.

-Por mucho que me sorprende que tengamos algo en común. -dijo en un tono animado -¿Quieres que te lleve a casa?. -preguntó con tacto.

-NO. -grité. Sus cejas se alzaron con sorpresa ante mi tono. -Yo... No me importa a dónde me lleves pero no a mi apartamento. -dije más tranquila.

-¿Quieres ir al mío?. -preguntó. Y lo miré sorprendida. -Si te hace sentir incómoda, no iremos allí.

-No me incomodaría. -aclaré. -Es solo que te he dado demasiadas molestias. -dije sincera.

-No me las has dado. Puedes llamarme cuando quieras. -una pequeña sonrisa ladeada apareció en su rostro. -¿Tienes hambre?. -preguntó.

-No.

-Pues yo tampoco, pero siempre hay espacio para helado ¿no crees? -dijo. -Hay un lugar a unas cuadras de acá que está abierto hasta las 3:00 de la madrugada. ¿Te apetece?.

En realidad tenía ganas de devorarme un galón entero de mi helado favorito. Así que no desaprovecharía la oportunidad.

-Me encantaría. -dije con una pequeña sonrisa.

Sonrió ante mi pequeño cambio de estado.

-A la orden señorita.

Nos dirigimos hacia el lugar. Momentos después se detuvo frente a un local con un gran arcoíris en la parte de arriba.

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⏰ Última actualización: Jul 07, 2023 ⏰

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