capítulo 18

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Lisabeth de la Torre.

Al ver a mis padres en aquel marco de la puerta sentí como mi pecho se oprimía, sentí como mis lágrimas se acumulaban, sentí mi cuerpo sin mi alma, sentí la perdición de ser amada por Evan.

Mi madre hablo ordenandome como siempre, me sentí nerviosa, sentí esa ansiedad que se siente cuando vas en tu auto o en una moto a toda velocidad, llegó hasta el momento de temblar.

Aunque mi depresión era mayor, sentía como el pecho se me oprimía, que haría, mi hermano hablo.

- Ella se va a casar con el padre de su hijo mamá.- le dije mi hermano.

-Como lo hará, sin ese maldito no...

- Yo soy el padre de los hijos que espera Lisabeth, yo soy el padre de esos niños señora, y le pido que por favor no altere a mi esposa.- le interumipo Evan.

- Tú Cállate, esto es entre mi hija y yo. Lisabeth tu decides, te vas con nosotros o te quedas con este desgraciado que no tiene nada que brindarte.- dijo mi madre.

- Mamá déjame vivir por el amor de las flores del olimpo.- empecé a llorar.- siempre hice lo que tú querías, estudie en la preparatoria que ustedes escogieron para mí, sabiendo que yo no deseaba ir allí, estudie algo que ni siquiera me gusto, y luego me quedo amar lo que ya estudiaba, esas noches de desvelo porque ustedes querían que estudiará enfermería, yo no era buena en matemáticas y que hicieron, me mandaron a fuerza, ahora déjenme ser yo, ni siquiera me gusta mi vida, acaso son los únicos ciegos que no pueden notar que me estoy partiendo, que ya no puedo con mi vida, que ya no quiero seguir, ahora estoy embarazada, tengo un prometido que me ama y quiero casarme.- les dije a ellos.- basta de callar lo que ahora yo deseo.

Todos me miraron, ¿este es el famoso momento donde explotas?, donde la bomba que guardaste por años ya salió.

- Si te vas con él, ya no serás nuestra hija, Lisabeth.- dijo mi padre.- Todavía no estoy viejo, si te digo que te vas con nosotros te vas ahora mismo, vamos.- mi padre camino con mi madre a la puerta.

- Lo lamento señor de la Torre, pero yo tengo mi vida ya resuelta, lamento ser tan cruel con ustedes que no se lo merecen.- cerré la puerta cuidadosamente y me deslice por la pared blanca del vestíbulo, comencé a llorar.

Todos me miraron, a excepción de mi cuñada, a los pocos minutos miré que ella venía con mis maletas, ¿acaso me están corriendo?, oh por dios.

-Lis, nos vamos en este momento a Nueva York.- me dijo Evan tomando mis cosas.

Me levanté y puse una mano en mi boca.

- Vámonos, lamento que haya pasado esto en tu casa Alberto, lo lamento tanto.- le dije.

- Lo bueno es que los niños no miraron nada, no quiero traumarlos, no te preocupes ahora es mejor que te vayas por un tiempo, nada de estupideces ¿eh?, la cuidas Evan.- dijo mi hermano.

Llamaron a un taxi, fuimos al hotel donde se estaba quedando Evan, tomamos otro taxi ya con todo listo, él me abrazaba y yo me recostaba en su pecho.

- Gracias Evan.- le dije.

El Error de Aquella NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora