capítulo 30

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Lisabeth de la Torre

Evan se alejó de mí, yo sentí que era algo malo, mi cuerpo tembló por los nervios, mi pecho dolía.

- Lisabeth...

Me acerqué a él en el sillón donde se había sentado, donde la luz de la luna nos donaba su luz que iluminaba la penumbra habitación.

- Ya dime Evan...

- Yo.... lo siento, yo te engañe con Paulina Marrie d'rossi, soy un completo estúpido, solo me deje llevar por mis malditos instintos.

Mi cuerpo se debilitó, me aleje lentamente de él, mi mente agonizaba en por tan fuerte declaración, mis lágrimas salieron y caí lentamente.

-¿En qué falle Evan?.- le pregunté.

- ¿Qué?.

-¿En qué fallé?, ¿te molesto mi manera de amar, o no te gusta que siempre estoy triste, te molestan mis charlas sobre mi tristeza infinita, o te molesto por cuantas veces me encierro en esa habitación?.- dije. Me refería al baño, se volvi mi lugar solitario.

- Tú no eres la que fallaste Lisabeth, el imbécil soy yo, yo deje que me cegaran un par de manitas.- dijo asiendo referencia al engaño.

- ¿En qué falle Evan para qué me hicieras esto?.

- Tú no has fallado, solo busqué en los brazos de alguien más lo que tú nunca me quisiste dar.- le dije. La ira y el desconsuelo abordaron por mis venas.

- No mientas, por dios, yo te di todo, yo te entregué todo de mí, te di lo que nunca le di a nadie, te estoy entregando mi amor, ¿y tú que haces?.- dije. Hice con mis manos una bolita de papel imaginaria y la lancé al cesto de basura.

- Eso es lo que tú siempre haces, ¿dónde quedó el año de terapia?

- En la basura como la ves, nunca me importo una sola palabra de esa señora ¿Heather?, creo que si, solo me gusta que me ayudes tú, me gusta que me des la atención y el cariño que nunca tuve en mi maldita infancia, yo no tengo recuerdos bonitos de ella, solo malditas apuñaladas que me llegan a la mente y me parten el alma.- dije.

-¿Y quién está sacando lo de tu maldita infancia?.- dijo. Sus ojos inyectados en sangre me prohibían mirarlo.

- Así como los besos acaban en sexo, la palabra infidelidad acaba con incumplimiento de la esposa, te estás cansando de mi Evan, ya te aburrí, mi cuerpo ya no te interesa y no creo que mi amor tampoco te llegue a causar cosquillas.- dije. Solté en llanto.

- Eso es lo que siempre haces, lloras con tus ridículas lágrimas

- Ni modo que llorara con lagrimitas de azúcar estúpido.- le dije. Me limpié las gotas de lágrimas y hablé claro.- Quiero el divorcio Laxery.- le dije.

Contuvo la respiración al igual que yo lo hice para no llorar.

- Mírame a los ojos y dime que ya no me amas, yo sabiendo eso te daré el maldito divorcio ahora.- Me dijo.

- Yo..- me detuve en segundo, segundo o minutos que con las palabras que podía decir acabará mi fantasía de la felicidad.

De niña siempre creí que la felicidad nunca duraba para toda la vida, ni el amor igual, nada se puede contener en un recipiente si oxígeno, él algo se convierte en nada.

Mi felicidad se esfumó en segundos como la espuma del jabón, me lamente en silencio por ser tan estúpida, por pensar demasiado las cosas, por darme miedo a veces por mis pensamientos suicidadas, por temerle a la muerte, pero a veces desearla con todo mi ser, ya no podía continuar yo sola, mis hijos dependían de mí.

- Lo sabía.- y él me beso.

Sus besos de pronto me sabían a algo, pero se mezclaban con el sabor de la traición.

-¿Así la besaste a ella?.- le pregunté. Odiaba la razón de pensarlo.

- Nunca besaría a nadie como te beso a ti, a pesar de mis malditos instintos, hay algo que siempre me ata a ti, que me recuerdan tus manos en mi piel y me vuelvo loco, te imploro perdón, no te traicione por despechado, solo no sé que ocurrió en mí.

~◇~

Un año a pasado, me encanta la idea de salir a jugar con mis hijos, hoy mis pequeños están cumpliendo su primer año de vida, su padre y yo les hicimos una fiesta para anunciarles.

Yo y mi esposo hace más de medio años que ya no peleamos por lo que pasó antes, yo sigo asistiendo a las terapias, aunque ya no son terapias nada más, me han recetado antidepresivos, a veces son de mucha ayuda, pero otras veces causan somnolencia y termino devastada, Evan es el que se hace cargo de los niños, junto a Leonor, esa señora sé ha vuelto mi mano derecha.

- Hoy en este día tan especial queremos brindar por mis pequeños, Lizbeth, Ian y Evan junior Laxery.- aplaudieron todos.- este es su primer año de vida y queremos festejarlo a lo grande.

Música de ópera sonó, todos con finas copas de chapan se desplazaban de un lado para otro, riendo y contando en cuchicheos cosas sobre el vestido color negro que vestía, nuca me importo el código de vestimenta, sentía que el negro Lucía más en mí.

Evan y yo caminábamos por el salón tomados de la mano, cuando una mujer alta, de cabello rubio y piel blanca entró por la puerta principal, tenía un niño en brazos.

Evan la miro con asombro y ella a el.

-Señor Laxery, necesito hablar con usted.

El Error de Aquella NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora