Capítulo 2

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Dejé la maleta en el suelo y me puse la chaqueta tejana que llevaba. Hacía más frío de lo normal. Ya no recordaba Londres con sus constantes lluvias y el cielo nublado que tanto la caracterizan.

Mi padre y yo solíamos venir para visitar a Anne y a John pero desde hace unos años ya no teníamos tiempo para pasar un fin de semana juntos. Yo tenía los estudios que no me dejaban libertad para poder salir del país todo un fin de semana porque siempre tenía trabajos, exámenes o ejercicios para la semana siguiente y Adam siempre iba de un lado a otro del mundo. Ser ejecutivo de una empresa internacional tiene sus cosas buenas; viajas y recibes cosas gratis pero también tiene de malas como no ver a tu familia durante semanas o no poder estar para las fechas importantes... como en cumpleaños. Se saltó mi décimo cumpleaños y me pasé sin hablarle dos días. Ahora ya no se lo echaba en cara, entendía porque lo hacía; ese era su trabajo.

Se levantó un viento fuerte y frío que me estremeció y me recordó que tenía que encontrar un taxi para ir a casa de mis tíos ya que ellos no habían podido venir a recogerme. Eran las 18:46h, no era tarde pero aquí ya había oscurecido y tenía que llegar antes que empezara a llover más fuerte.

Vi un taxi a dos metros de mí y levanté la mano para avisarlo. Cuando se acercó, me giré para coger la maleta que había dejado detrás de mí para poder ponerla en el maletero del coche pero cuando me volví explicándole hacia dónde teníamos que ir, lo vi alejándose con la señal de ocupado encendida.

Perfecto, ese señor el cual parecía muy amable se había ido en menos de un minuto con otro cliente. ¿Todos los ingleses son así de simpáticos?

Enfadada y molesta por lo ocurrido llamé a otro taxi pero esta vez con la maleta en la mano para poder entrar en el taxi lo más rápido posible y así lo hice. Abrí la puerta, tiré la maleta dentro y me senté cerrando la puerta detrás de mí.

- ¡Oye, cuidado!¡Me vas a romper la puerta! - dijo algo exaltado el conductor.

- Perdone, lo siento mucho. No pretendía cerrar tan fuerte. - dije avergonzada. Me había pasado un poco y él no tenía la culpa.

- Ya, bueno y... ¿Adónde quieres que te lleve?

Le di la dirección e intenté ser simpática para compensar el problemilla que habíamos tenido con la puerta pero no parecía un hombre de muchas palabras así que incliné mi cabeza hacia la ventana y me fijé en lo bonita que es la ciudad y aún más de noche. Londres, como muchas ciudades, tiene ese encanto de día, pero de noche, lo que hay entre sus calles es magia.

- ¿Eo?¿Chica? Ya hemos llegado. - dijo el taxista. - Vamos, despierta.

Me desperté y frotándome los ojos me di cuenta que ya estábamos delante de la casa de mis tíos. El conductor salió del taxi y me dio mi maleta, la puso en el suelo y le pregunté cuánto le debía, le pagué y se metió otra vez dentro del taxi. Antes de que se marchara me agaché y le dije a través de la ventanilla del copiloto que realmente sentía lo de la puerta, él asintió y torció sus labios. Al no recibir ninguna respuesta me tomé eso como una sonrisa.

Cogí la maleta del suelo y la arrastré hacía la valla que rodeaba la casa. Detrás había un pequeño camino lleno de flores que te llevaba hasta la puerta principal de la casa. Eso sí que era una casa grande, tenía un ventanal precioso en el comedor desde donde podías ver todo el paisaje que rodeaba la casa.

- ¿Quién es? - contestaron cuando toqué el timbre.

- Soy yo, Anne. Soy Kat.

- ¡Hola, Kat! ¡Qué bien que ya hayas llegado! - dijo contenta de oírme.

Me abrió la valla y caminé hasta la puerta principal donde ya me esperaba en la puerta. Le di dos besos y un fuerte abrazo.

- ¡Chicos, mirad quién ha llegado! - gritó Anne.

Cerró la puerta detrás de mí y John que estaba en el comedor me dio dos besos y me cogió la maleta. Justo de detrás de John, salieron tres niños corriendo hacia mí que me abrazaron demasiado fuerte.

- Bueno, bueno, chicos ya basta que me vais a ahogar.

El más pequeño Joe se río y los otros dos, Frank y Paul me dejaron de abrazar para reír con él.

- ¿Qué haces aquí, Kat? - dijo Frank.

- ¿Y el tío Adam? ¿Ha venido? - dijo Paul.

Cogí al pequeño Joe en brazos mientras me enderezaba.

- ¿Aún no os ha dicho nada la tía Anne? - pregunté. - ¡Me han aceptado en la Universidad de Nottingham! 

Los niños empezaron a saltar y chillar por lo que Anne y John vinieron a la entrada.

- Eh chicos, no chilléis tanto. ¿Ya se lo has dicho, Kat?

Asentí.

- Anda, venga pues ven a sentarte y nos lo cuentas todo mientras cenamos. - dijo John.

Nos sentamos todos en la mesa y Anne me sirvió un plato de carne con patatas fritas y me puso agua en el vaso. Estuvimos hablando de cómo me iba todo en España, de cómo estaba mi padre y de las ganas que tenía de empezar Bellas Artes. Acabamos tarde de cenar porque se nos alargó la noche poniéndonos al día así que ayudé a Anne a recoger la mesa y me fui directa a la cama que Anne ya me había preparado.

Noche del 13 de DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora