Capítulo 71

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Valentina.

Suelto un suspiro pesado y cansado mientras atravieso las puertas de la casa, Remy venía a mi lado con su brazo alrededor de mis hombros, sin dejar de murmurar pequeñas palabras de aliento después de nuestro momento en el restaurante, mi corazón se estruja un poco ante toda la verdad que he descubierto desde que prácticamente he tenido uso de razón.

Dolorosa traición.

Así es como me sentía en estos momentos con todo el descubrimiento de mi vida y el saber, que las personas más cercanas a mí y que decían amarme, me han mentido a la cara por casi toda mi vida.

Me sentía perdida, confundida y que nada de lo que había hecho con mi vida tenía un peso real, porque todo fue planeado por mis padres y mis suegros.

Una punzada de dolor me golpea en el pecho al recordar a Dimitri.

No puedo creerlo...

No puede creer que me haya hecho algo así...

Maldito viejo cabrón, no tienes idea de cuanto te odio en estos momentos.

¿Como...?

¿Cómo pudieron hacerme esto?

Agradece, Dimitri. Agradece que realmente estás muerto, porque te juro que una traición como la que me has hecho, nunca te la hubiera perdonado.

La voz de Remy, me saca de mis pensamientos.

—¿Mi niña?—

Asiento lentamente para salir de mi trance, ambos caminamos a la cocina donde me sirve un vaso con agua, lo tomo con las manos un poco temblorosas aún. El silencio de la casa, me dice que todos en estos momentos están dormidos al igual que mis hijos, solamente quedamos Remy y yo en la cocina, cada uno de perdido en sus pensamientos mientras que él, se hace un té.

Ladeo mi cabeza cuando veo que saca un gran frasco de hojas secas para colocarla en el agua, no puedo evitar preguntar en el momento en que un pequeño aroma dulce llena la cocina, se sirve en una taza.

—¿De que es el té?—

—Hoja de parchita, es de la flor de la maracuyá— responde con una pequeña sonrisa— es un relajante natural al sistema nervioso. También ayuda con el estrés, ansiedad y...— muerde sus labios un momento— el insomnio. Es un buen inductor al sueño—

Mis ojos no pueden evitar llenarse de lágrimas ante sus palabras, carraspeo para aliviar el nudo de mi garganta antes de murmurar con dolor, porque comienzo a comprender el por qué mi padre es tan fanático de tomar tés antes de dormir.

—¿Es por eso que siempre has tomado tés antes de dormir?— asiente con pesar— ¿Para poder dormir?—

—Sí...— murmura su respuesta— nunca fui fanático de las pastillas, puedes preguntarle a Yerik. Tengo una fagofobia al tomar pastillas. Grandes o pequeñas, tengo miedo a atragantarme con ellas— explica— y cuando los estragos del insomnio comenzaron a hacerme efecto por la carga de los secretos, busqué una manera que no requiriera conmigo a tomar pastillas— levanta su taza— así que, la solución fueron los tés. Una forma natural de inducir el sueño, sin perder el foco de mis responsabilidades—

—¿Y los tomas todos los días?— asiente— ¿El mismo té?—

—No, suelo variar de acuerdo al sabor que quiera por la noche—

—¿Hay más?—

—Muchos más, mi niña. Hasta el momento, solamente he tomado de diez diferentes sabores—

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora