Akaashi x Kageyama x Kenma: Prólogo

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"Almas gemelas" siempre ha sido un tema cautivador, más aún, sumándole los segundos géneros: Alfa, Beta y Omega. Debe haber al menos uno de cada uno en cada vínculo del destino, y se considera extraños a aquellos que no los tengan.

Kageyama Tobio siempre creyó que sería un alfa, y que encontraría a sus dos destinados en la secundaria como sus padres. Desgraciadamente, se equivocó.

- ¡Tobs! ¡La mesa cinco quiere la cuenta! -Se escucho el grito de uno de sus compañeros.

- ¡Ya voy! -Tobio respondió.

A sus 21 años, aún no ha encontrado a sus almas gemelas, trabaja como mesero en una cafetería en el centro de Tokio durante las mañanas y estudia en la facultad de danza en las tardes.

-Parece que será otro día ocupado. -Le comentó a su cajero al entregar el dinero de una mesa.

-Ni que lo digas. -Resoplo Konoha Akinori, cajero de la cafetería y mejor amigo de Tobio desde la secundaria. - ¿De dónde han salido tantos empresarios? Abundan todo el día. ¿Es que ni siquiera almuerzan? -

- ¿No has oído la teoría de Kei? -Tobio cuestiono con una sonrisa. -Dice que los empresarios solo beben café, sino se vuelven improductivos. –

-Podría creerlo. -Konoha suspiro.

Tobio tomo el vuelto de su mesa y regreso a su trabajo. Estaba realmente concentrado y ocupado, aunque para él eso es algo normal, después de todo, apenas tienen personal suficiente en la cocina. Vio que un cliente lo llamaba y al acercarse, tropezó sin querer con alguien y cayó al suelo.

-Je, que patético. -Escucho decir a una persona. -Ni siquiera puedes hacer bien tu trabajo. –

Comiéndose un insulto que solo lo metería en problemas, Tobio se levanto eh hizo una reverencia al hombre parado frente a él.

-Mis disculpas, hay tanta gente que no lo vi. -Declaro con una sonrisa inocente.

- ¿Cómo osas...? -El cliente mascullo, pero una mano aferrando su brazo lo detuvo.

-No creo que esa sea forma de dirigirse a alguien que solo está haciendo su trabajo. -Comento el desconocido.

La mirada de Tobio se dirigió hacia él, y se encontró con un par de ojos dorados observándolo.

- ¡Tsk! ¡Da igual! -El cliente mascullo y se encamino hacia la salida.

- ¿Estás bien? -El desconocido cuestiono sin desviar la vista.

-Sí, gracias. -Tobio le respondió, sin entender porque su mirada lo inquietaba.

-Ese alfa si que es astuto. -El desconocido declaro, volviéndose hacia la puerta de la cafetería. -Mira que intentar lastimar a mi omega. –

- ¿D-disculpa? -Tobio tartamudeo sorprendido. -Creo que se está equivocando, yo no soy... -

Iba a continuar, pero el extraño lo interrumpió.

-Sí, lo eres. Lo dicta tu muñera. -Indicó.

Tobio no necesitaba mirar para saber a qué se refería. En su muñeca izquierda hay cuatro letras impresas, las iniciales de sus destinados.

- ¿Quién eres? -Cuestiono entonces, dando un paso atrás.

-Ya te lo dije, tu destinado. -Replico el desconocido. -Puedes llamarme Kenma, si quieres. Debo irme, pero te vere pronto. Hasta entonces, Tobio. –

Con una mirada insegura, Tobio vio irse al extraño, gravando en su mente su apariencia y en especial, su mirada. 

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