La elegancia del estafador. (6/???)

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Edmond después de comerse su media naranja, se quedó un rato en aquella área verde donde estaban en paz, teniendo cuidado de que Anne no se lastimase con algo.

– ¿Qué es esto?..—dice con ternura y curiosidad al ver una mariquita en su manita—.

– Uhh..—se acercó con cuidado a ver, alzando una ceja al no recordar muy bien su nombre—..¡Oh! Es una mariquita. —suelta una leve pero encantadora risa al lograr recordarlo—.

– ¿Y por qué es tan chiquita?..—ladea su cabecita mientras la seguía mirando—.

– Son así..¿Pero sabes? Dicen que traen buena suerte... Así que podrá ser chiquita pero trae grandes cosas. Como tú, eres una niña pequeña... Pero con el corazón más valeroso y grande que existe en este mundo..—forma una dulce sonrisa hacia ella, acariciando con delicadeza una de sus mejillas como si fuese una muñeca—.

Anne soltó unas risitas tiernas al igual que sus mejillas no tardaron en sonrojarse.

Pronto, la mariquita se fue y Edmond permaneció con Anne entre las flores. El joven rubio estaba acostado en el pasto, mientras la pequeña estaba acostada en su pecho con tranquilidad.

–..Te prometo que un día todo será diferente..—susurró con suavidad hacia la pequeña, a la cual le seguía la forma de sus rizos con delicadeza—.

–..¿Diferente?..¿Qué será diferente?..—alza su mirada azul grisácea hacia él—.

– Muchas cosas, turroncito. Muchas cosas..—suspira pesadamente y se sienta con ella un momento—. No te preocupes, chéri. [Cariño]

El rubio se puso de pie y empezó a caminar con ella hacia algún callejón que estuviese cerca de los restaurantes.

– ¿A donde vas?..—menciona haciendo un puchero hacia él, al igual que baja sus orejitas—.

– Iré a buscar algo rico de comer... No aguantaremos con media naranja en el estómago, pero no te preocupes. Te prometo que vendré por ti, solo no vayas a salir de aquí. —sonríe levemente hacia ella, hasta que llega a un callejón el cual considera apropiado y antes de irse, plantó un pequeño beso en su cabeza—.

Cerca de él, había un restaurante que vendía postres, era una cafetería un tanto lujosa y elegante, en el que se notaba gente refinada dentro de los consumidores encontrados en el interior del local.

En una mesa, se encontraba un lince de unos 48 años, el cual tenía los ojos color verde oliva. Este llevaba un traje negro...y por su expresión apagada, parecía estar de luto.

A sus lados, habían cuarto hombres más, salvo que estos permanecían callados y atentos al lince, parecía ser su jefe. Al igual que lo acompañaba un gato, con pinta de ser su secretario.

Monsieur, vous êtes déprimé depuis longtemps... Pourquoi n'acceptez-vous pas l'idée d'aller voir un psychologue? —mencionó el felino pelinegro con anteojos, el cual estaba a su lado—. [Señor, usted ha estado deprimido durante mucho tiempo... ¿Por qué no acepta la idea de ir a ver a un psicólogo?]

Je ne suis pas fou, arrête de te mêler de choses qui ne te concernent pas. —susurró con una notable molestia hacia este, apartando la mirada de la noticia que estaba leyendo, la cual era vieja—. [No estoy loco, deja de meterte en cosas que no te conciernen.]

En aquella noticia, se veía un reportaje acerca de un asesinato, el asesinato de una mujer junto su hijo de 13 años en una mansión de Versalles. Dichas personas fueron encontradas descuartizadas y tiroteadas en el piso, evidentemente era obra de alguna mafia que buscaba cobrar una desconocida e impredecible deuda.

Espacio de Oc's.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora