Inesperado.

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Quin suspiró con pesadez mientras veía la comida quemada enfrente suyo, cocinar sin duda era demasiado difícil. Hades vió fijamente la comida, para después decirle a Poseidón que arreglara esto y preparase algo decente para comer  ya que Quin había fracasado. Quin  sólo volvió a suspirar con  pesadez, aunque le dolió lo que ese alfa había dicho tenía toda la razón; su comida era un asco.  Adamas solamente le susurró a su hermano que le tuviera paciencia al Omega.

Hades le tenía paciencia, pero también sabía que debía ser duro con Quin. No todo en la vida era de color de rosas. El alfa solamente se limitó a observar al Omega para después decirle que los acompañara a él y a su hermano al bosque. Quin se tensó ¿Acaso querían hacerle algo entre los dos? El Omega muy inseguro aceptó. Al parecer Hades lo había tomado cómo su criado; ya que le pidió que trajera consigo una pequeña carreta en la cual había una que otra arma filosa. Quin suspiró con pesadez, por lo menos ahora sabía que ese alfa no tenía dobles intenciones con él.

Cuando estuvieron en medio del bosque, Hades le dijo a Quin que dejase la carretilla por ahí y que se dirigiera a él. Quin obedeció, aunque no le gustaba del todo ser sumiso con este alfa, era lo único que le quedaba. Ser el sirviente de Hades era mucho mejor que seguir en su palacio a merced de cualquier alfa.

Hades suspiró para después decirle que le enseñaría a pelear, porque si no sabía cocinar por lo menos esperaba que les ayudara en sus misiones. Quin abrió los ojos como platos, diciendo que los Omegas no peleaban y cosas por el estilo, Hades solamente se limitó a ignorarlo, diciéndole que lo atacase, le enseñaría a defenderse. Quin suspiró recordando lo que este tipo le hizo sufrir toda esta semana, el sujeto lo puso a cocinar sin darle instrucciones y el Omega se había cortado y quemado. El Omega no lo pensó dos veces y de inmediato le levantó la mano para dejarle ir tremendo puñetazo pero para su sorpresa, su puño jamás tocó la cara del albino.

Hades lo detuvo antes de que pudiera impactar, seguido de esto, tumbó a Quin al suelo. Quin gruñó, este sujeto era demasiado cruel, el Omega ahora no sabía si había cometido un error al escapar de su palacio. Adamas aunque quería intervenir porque Hades estaba siendo demasiado duro con el Omega, comprendía que era por su bien. Hades se tomaba todo en serio, incluso Poseidón y él fueron sometidos al mismo entrenamiento dado por su hermano.  Aunque Hades fue muy cruel con ellos, ellos le estaban agradecidos, ambos sabían pelear y defenderse.

Hades no quería que a sus hermanos les  pasara lo mismo que les pasó a sus padres, por ello era muy importante que sus hermanos fueran fuertes e independientes de él, solamente así estarían a salvo. Quin se levantó lentamente del suelo, ese tipo era un salvaje, el Omega gruñó al ver los raspones que tenía. Hades lo vió fijamente diciendo que se acercase a él; pues le enseñaría ese movimiento.

Y así estuvieron toda la tarde, con Adamas viendo cómo su hermano tumbaba al suelo a ese pobre Omega. Hades sonrió al ofrecerle la mano a Quin, a decir verdad no había sido tan malo después de todo;  incluso le hizo gracia las muecas de dolor que hacía ese Omega. Quin aunque tenía ganas de llorar solamente se aguantó, y aceptó la ayuda del alfa y se levantó del suelo. Después de ello, Hades mandó al Omega a sentarse, ya que ahora le tocaba a él entrenar con Adamas. Quin apreció con asombro cómo ambos alfas tomaban un objeto filoso y comenzaban a atacarse entre sí.

Era muy sorprendente, ninguno se dejó rozar por el filo de las espadas. La única vez que Quin vió un espectáculo así fue  en su palacio  mientras veía a los caballeros realizar torneos para entretener a su padre. Sin duda le parecía maravilloso y también tenía ganas de intentarlo. Pero sabía perfectamente que Hades no lo dejaría hasta que le demostrara que se podía defender de sus ataques. Después de un rato Poseidón llegó con una canasta, la comida estaba lista.

Después de sentarse a comer, siguieron entrenando.  Quin disfrutó el espectáculo que hacían, aunque el albino le había parecido cruel comprendía que solamente lo hacía por su bien, y que a él también le encantaría hacer eso; tomar una espada y estar en combate con él. Después de ello, tanto Hades cómo Adamas iniciaron a quitarse un poco de ropa; ya que había calor y les gustaría refrescarse en el lago que tenían al lado de ellos. Un fuerte sonrojo apareció en las mejillas de Quin; que indecentes. El Omega trató de apartar la vista de ellos; y más del alfa mayor. 

Para gracia de Quin, los sujetos no estuvieron mucho tiempo en el lago y se iniciaron a vestir. En defensa de Hades; tanto él como Adamas se habían olvidado por completo de la presencia de Quin. La rutina de Hades siempre había sido esta; salían al bosque a entrenar mientras esperaban que Poseidón llegara con la comida, comían, entrenaban, después se daban un baño en el lago que tenían a la par; recogían frutas ó simplemente cortaban leña. Pero ahora que había incluído a Quin en esto, tal vez debería empezar a buscar otro lago más alejado para darse un baño.

Quin sonrió mientras recogía una que otra manzana del bosque y la colocaba en su canasta, al parecer no todo era tan malo después de todo. Aunque estaba muy lastimado y le dolía el cuerpo; disfrutaba de esto, las manzanas era lo que más amaba comer. Poseidón suspiró con pesadez mientras veía a lo lejos a ese omega, aunque no le agradaba del todo; tenía que pretender que sí, para Poseidón Quin era solamente otra carga más, el rubio maldecía al maldito estúpido de Adamas por convencer a Hades de que dejara a Quin quedarse. Pero cómo sea, tarde o temprano Quin se iría al ya no poder soportar su estilo de vida.

Quin sonrió al ver un conejito a lo lejos, pero su sonrisa se volvió una mueca de horror al ver cómo Hades mataba al pequeño conejito blanco; mientras decía que sería delicioso para la cena. Después de ello los cuatro se dirigieron de nuevo a la casa. Quin aunque no estaba del todo de acuerdo con este estilo de vida comprendía que sus anfitriones solamente buscaban la manera de sobrevivir.

—¿Por qué no comes nada, Quin? —cuestionó Hades al ver que el Omega no había probado ni un solo bocado de su sopa de conejo. Quin se encogió de hombros diciendo que no tenía mucha hambre y que se había llenado con las frutas —. Oh ¿En serio?

—Si, señor. Las manzanas fueron más que suficientes… —añadió, aunque en el fondo  se moría de hambre, no podía quitarse de la cabeza esa desgarradora imágen del conejito siendo asesinado por el alfa. El albino no dijo nada más y se limitó a seguir comiendo.

Inevitable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora