Fatal.

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Quin chasqueó la lengua con molestia, malditos alfas aprovechados; lo habían puesto a lavar su ropa en el lago, aunque eso sí, agradecía que ya no lo hayan puesto a cocinar otra vez. Por el momento, Hades y Adamas estaban en una misión, al parecer un noble los había contratado para que encontrasen a su hija que había sido raptada por unos maliantes ó algo así. Ambos alfas habían salido hace algunos días, aunque claro, antes de irse le dejaron un sin fin de tareas; tanto a él como a Poseidón.

Quin estaba algo molesto, aunque acabó muy mal herido la otra vez; de verdad le hubiera encantado seguir con su entrenamiento, quería vencer a Hades para que el alfa por fin le enseñara a usar una espada, pero en vez de eso, tenía muchas tareas domésticas que hacer.  Quin hubiera estado muy feliz si los hubiera acompañado a realizar ese trabajo, pero Hades le dijo que no, que aún no estaba listo y que sería de más utilidad en casa.  Así que se quedó con el hermano menor de Hades.

Poseidón suspiró con pesadez mientras cortaba leña, el Omega no podía creer que su hermano le haya dejado cómo tarea enseñarle a cocinar a ese Omega tan inútil. El rubio se sentía un poco celoso; antes de que Quin llegara a sus vidas, él tenía toda la atención de Hades, ahora el albino usaba su tiempo libre para entrenar a ese inservible Omega. Pero cómo sea.

Los días pasaron y cuando menos se lo esperaban, ambos Alfas entraron a la casa. Quin había aprendido una que otra cosa estando en casa, al parecer el hermano menor de Hades era un excelente maestro y aunque parecía muy serio y distante con él; a Quin le resultaba buen sujeto. Tanto Poseidón cómo Quin se alarmaron al ver a ambos sujetos muy mal heridos.

Al parecer la misión no fue tan fácil como Hades imaginó y aunque rescataron a la hija del noble; esos bandidos los dejaron muy mal heridos, aunque el que se llevó la peor parte fue Adamas, el pelirrojo incluso vió su vida pasar frente a sus ojos. Hades de inmediato le pidió a Poseidón que atendiese la herida de su hermano. El rubio Obedeció.   Hades solamente se limitó a observar como Adamas  se retorcía del dolor en lo que su hermano menor atendía sus heridas, después de ello, la vista del albino se dirigió hacia Quin; quien lo veía fijamente y con preocupación.

—¿No te duele? —cuestionó el Omega al ver hacia el brazo de Hades. el albino tenía una gran herida ahí, Hades negó diciendo que estaba bien y que había detenido el sangrado. Pero aún así, Quin no podía dejar de preocuparse, tenían que desinfectar esa herida, pero Hades estaba más empeñado en ver a su hermano —. Comprendo —añadió. Para después preguntarle si le gustaría comer algo, Hades negó de inmediato —. Oh, Vamos. Te sorprendería saber que he mejorado mucho mientras no estuviste en casa, señor… —agregó indignado. Hades alzó una ceja, pues no le creía.

—Te he dicho que no me digas señor… —agregó, el albino no era tan viejo —. De acuerdo. A decir verdad me encantaría comer algo, Adamas y yo no hemos comido bien mientras estuvimos trabajando y me muero por probar algo decente —así que sin decir más siguió al hermoso Omega a la cocina, grande fue su sorpresa al ver su comida; se veía comestible y deliciosa. Quin sonrió al ver la cara de sorpresa del albino. Hades se sentó en la mesa mientras el Omega le servía de comer. Hades sonrió al dar el primer bocado, no sabía tan mal —. De acuerdo, estoy sorprendido —confesó.

El albino creyó que Quin tardaría más tiempo en aprender a cocinar. Quin sonrió y se sentó junto a él mientras escuchaban los gritos de Adamas venir desde la otra habitación.

—Me alegra que te guste… —añadió para después preguntarle cómo le había ido en su viaje y si había podido encontrar a la chica con vida. Normalmente Hades no hablaba mucho sobre su trabajo, pero bueno, si le contaba a Quin; el Omega ya podría tener una idea de cómo trabajaban y podría ayudarlos en el futuro. El Omega abrió los ojos como platos al escuchar lo que este tipo le contaba, sonaba muy interesante y divertido. Para Quin la idea de atrapar maliantes mientras arriesgabas tu propia vida sonaba encantador —. ¿En serio hiciste eso? —Hades asintió —. ¿Y yo también podré hacerlo? —el albino suspiró con pesadez, mientras decía que tal vez lo haría en un futuro. El Omega se emocionó, a él también le gustaría participar en esas aventuras llenas de adrenalina —.  Entonces ¿Podemos retomar el entrenamiento mañana? De verdad me gustaría aprender a usar una espada… —confesó, ganándose una mirada de sorpresa por parte del albino.

—De acuerdo —añadió con una sonrisa —. Entrenaremos mañana —agregó. Después de ello, Quin se ofreció a desinfectar su herida, Hades asintió, aunque al principio había querido ser duro con Quin para enseñarle que nada era fácil, el Omega le agradaba. 

Los días pasaron y poco a poco Quin empezó a ver al alfa con otros ojos,  no sólo lo veía con respeto y admiración; era extraño.  Cuando Hades salía de viaje con Adamas, Quin siempre sentía un fuerte sentimiento de tristeza, no importaba si sabía que el albino volvería, siempre le dolía que se fuera. Quin no era tonto, sabía perfectamente que le estaba ocurriendo, estaba enamorado de ese tipo.  Y aunque Quin le había demostrado a Hades que era capaz de defenderse y de usar una espada, el albino aún se seguía negando a llevarlo con ellos, porque según él era muy peligroso y a Quin aún le faltaba experiencia.

Un día al omega se le ocurrió una idea, no sabía si podía enojar a Hades pero no perdía nada con intentarlo. El Omega esperó a que la noche llegara.  Aunque el Omega estaba muy inseguro de hacer esto; lo hizo, en su defensa nunca había sido rechazado en su vida, así que tenía la seguridad de que con Hades sería igual. El Omega entró sigilosamente a la habitación de Hades.  Quin apreció como  el albino estaba sentado en la orilla de su cama. Hades pestañó al ver al omega en su habitación ¿Algo ocurría? ¿Por qué Quin estaba  aquí? A lo mejor el Omega necesitaba algo ó era una emergencia. Hades de inmediato se paró de su cama para ver qué se le ofrecía al Omega.

Quin tragó en seco al ver fijamente a Hades, aunque el pelinegro había estado con muchos alfas antes;  jamás había tomado la iniciativa, normalmente esos alfas entraban a su habitación y lo atacaban sin su consentimiento, y él como sabía que esos alfas lo superaban en fuerza, jamás puso resistencia. Así que, esto era nuevo para él.

—¿Qué pasa, Quin? ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas algo? —añadió el albino con preocupación al acercarse a ese hermoso Omega. Quin suspiró con pesadez, para después abrir los labios.

—Hades… yo —agregó nervioso. Para después preguntarle si no le gustaría pasar la noche con él, Hades abrió los ojos como platos ¿Qué mosca le picó a Quin?

—¿Quin, te encuentras bien? ¿Por qué me estás proponiendo esto? —agregó. Quin se encogió de hombros.

—Hades, eres un alfa ¿No te gustaría pasar la noche conmigo? —añadió —. Tómalo como un agradecimiento. Me has ayudado, y me has enseñado muchas cosas. Y al ver que siempre te la pasas sólo, me gustaría ayudarte en ese sentido… —mencionó mientras un pequeño sonrojo aparecía en sus mejillas. Esto era demasiado vergonzoso, creyó que Hades le diría que si y no tendría que darle explicaciones. Hades frunció los labios, era increíble que Quin creyera que era ese tipo de persona.

—Pues no necesito ayuda, Quin. Y tampoco quiero que me lo agradezcas en esa forma—añadió ofendido, Hades tenía demasiado trabajo como para pensar si quiera en eso, su prioridad eran sus hermanos; no andar pasando el rato con un Omega que apenas conocía. Quin sintió un poco de tristeza hacia el rechazo de Hades. Le dolía, le dolía porque Hades era la primera persona de la que se enamoró —. Por favor, regresa a tu habitación y si quieres que te siga entrenando por favor no me vuelvas a proponer esto…—y dicho esto, comenzó a sentir un fuerte calor en su pecho, maldición, lo que faltaba, su celo acababa de llegarle.

Quin apreció cómo Hades empezó   a alterarse, mientras le decía que se fuera  y que se encerrara en su habitación. Y aunque Quin estaba más que dispuesto a hacerle caso, Hades lo agarró fuertemente de los hombros y lo detuvo. Quin se asustó un poco, era la primera vez que veía al albino en el celo. Sin duda era aterrador.

Inevitable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora