Celos.

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Poseidón arrugó la frente mientras veía a lo lejos a su hermano mayor besándose con ese omega. Sabía perfectamente que al ver que Hades había conseguido a  un omega; Adamas tenía pensado hacer lo mismo.  No podía creer que sus hermanos hayan caído tan bajo ante los encantos de esos desagradables omegas; ambos eran un par de putas; con la diferencia de que uno era un príncipe y el otro no.

En mala hora ese maldito Omega se metió a su carretón y sedujo a su hermano. Aunque los odiaba a ambos por igual, su odio iba más hacia Qin, ese maldito omega le quitó las atenciones y el amor de su adorado hermano mayor.

Poseidón gruñó, esos malditos Omegas  no hacían nada productivo y solo se comían su comida y encima; él tenía que cuidar de ellos mientras sus hermanos estaban trabajando haciendo pequeños mandados. Quin estaba embarazado; no podría ser de mucha ayuda y encima; él tenía que enseñarle a ese nuevo y desagradable Omega a defenderse.

Sin mencionar que tenía que soportar al maldito campesino ese que no lo dejaba de joder, siempre estaba encima y encima fastidiándolo con eso del "cortejo".

Después de ello, de recojer manzanas ellos se fueron caminando hacia su casa, mañana Hades y Adamas se irían al pueblo a ofrecer sus servicios cómo caza recompensas para obtener un poco de dinero y conseguir comida. Esas manzanas serían su cena de hoy.

Y cómo siempre, una vez que llegó a su casa, ese maldito alfa lo estaba esperando con un ramo de rosas blancas en manos. Poseidón gruñó al verlo, pasó enfrente de él sin hacerle caso y entró por la puerta. No estaba de humor para nada, ni para gritarle ó golpear a ese maldito, ni mucho menos para seguir viendo las estúpidas caras de los dos intrusos de su casa.

Poseidón se desvistió, se colocó un camisón, se acercó a la cama y se desplomó. Mañana sería un día muy largo, y necesitaba descansar lo suficiente cómo para poder soportarlo.

—¿Y dónde está Hades? —exclamó Qin al bajar las escaleras, cuando se despertó no vió a su alfa en ningún lado, lo buscó por aquí y por allá pero no había rastro de él —. ¿Se fue? ¿Cierto? —exclamó, odiaba que su alfa se fuera sin avisarle.

—¿Si ya sabes para que preguntas? —frunció el ceño un rubio —. ¡Sí! ¡Se fue! —avisó. Qin pestañó, odiaba quedarse sólo con este sujeto, a veces podía llegar a ser muy cruel con él —. Siéntate, preparé un poco de té para ti —exclamó, aunque odiaba a Qin, eso no significaba que odiara al bebé que tenía dentro de él, era su sobrino a fin de cuentas.

—¿No tiene veneno? —exclamó al sentarse en la mesa, Poseidón de inmediato lo volteó a ver y lo fulminó con la mirada.

—¡¿Qué?! —¿Cómo se atrevía ese maldito Omega a acusarlo de eso? —. ¡¿Me estás llamando asesino?! —agarró un cuchillo y se acercó a la mesa en donde se encontraba ese Omega —. ¡Si quisiera matarte ya lo habría hecho! —Qin sonrió de manera forzada, aunque no lo admitiera y lo disimulara muy bien, ese sujeto de verdad le aterraba mucho.

—No te preocupes, solo era una broma… —aclaró, Poseidón relajó su expresión, para después clavar la punta del cuchillo en la mesa de madera. Quin apreció cómo ese sujeto se volvió a alejar de él. Después de servir un poco de té en una tacita de porcelana; Poseidón regresó  a la  mesa de Qin con una tacita blanca —. Que considerado eres…—apreció cómo la colocaba enfrente de él.

Belcebú bajó las escaleras mientras soltaba un bostezo, Adamas no fue a su habitación a despertarlo para seguir con su rutina.

—¿Y Adamas? —exclamó al ver que solo habían dos personas en la cocina —. No digan que se fue y no me llevó con él —reclamó, ¡Fantástico! Lo que le faltaba, Adamas se fue y lo dejó con su hermano más malhumorado, incluso ese albino que era tan estricto le caía mejor que el rubio éste.

—Si quieren comer hay un sartén y una olla ahí —avisó Poseidón al servirse un poco de té y sentarse al lado de Quin.

Después de ello, del desayuno, ellos tenían que seguir con su rutina de siempre, no importaba que los alfas no estuvieran presentes.

—¡Vamos! ¡Apúrense! —exclamó al ver que esos omegas eran demasiado lentos, aunque claro, eso se debía a qué cómo Qin estaba embarazado; le dificultaba caminar mucho y se cansaba al mínimo esfuerzo, y cómo Belcebú no lo quería dejar sólo, decidía esperarlo por si se desmayaba.

—¡Bien! —exclamó al tenerlos cerca —. Hoy no vamos a entrenar de esa forma, cómo un par de animales salvajes… —avisó para después acercarse a un árbol. El Omega rubio se hincó en el llano y comenzó a cavar.

Tanto Belcebú cómo Qin abrieron los ojos de manera amplia al ver cómo de un agujero el Omega sacaba lo que parecía ser una manta sucia y vieja. Poseidón colocó la manta en el suelo y la destendió. El ojos azules con una sonrisa tomó su arco en mano, hace bastante tiempo que no lo veía. Sin duda lo había extrañado.

—Bien… —se levantó del suelo —. Hoy practicaremos su puntería.

—¿Por qué tengo que hacer esto? —mencionó Qin al tener los ojos vendados mientras una manzana estaba sobre su cabeza. El Omega estaba aterrado, y más porque sabía que ese rubio malicioso le estaba apuntando con su arco y flecha a la distancia.

—Oh, Vamos. He practicado por años, no tengo tan mala puntería —sonrió de manera maliciosa, para después soltar su flecha.

Quin se tensó en el momento en el cuál escuchó a la flecha impactar en la manzana que tenía en la cabeza. La manzana verde cayó en el llano con una flecha atravesándola. Menos mal que Poseidón decía la verdad.

—¡Bien! Ahora tú —ordenó al voltear a ver a Belcebú; el ojos negros se tensó, no sabía si le pedía agarrar el arco ó ponerse una manzana en la cabeza también —. Vamos, ven… te enseñaré a lanzar…

—¡No! —gritó Qin, si Belcebú le lanzaba una flecha, era claro que esta si podría impactar en él. El Omega se quitó la venda de los ojos —. ¿Y Si mejor  ponemos la manzana en una roca? Beel  aún es inexperto —justificó—. Por favor. No quiero que me atraviese la cabeza.

—¡Bien! —gruñó, que omegas más llorones y gallinas eran estos dos —. ¡Pon la manzana en esa roca! —ordenó al ver a Qin —. ¡Y apúrate!

Inevitable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora