Extra II.

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—¡Mira, mami Beel…! ¡Se parece mucho a Café! —exclamó al enseñarle un caballito de madera marrón. Belcebú estaba acostado en la cama de Hades, junto a Qin y en medio de los dos estaba él, estaba  ese niño de cabellos negros y vestimenta azul. El niño estaba hincado en la cama de su padre jugando con los caballitos de madera que Hades talló para él.

—Esto de verdad es molesto —habló Belcebú mientras veía hacia el techo —. Hades me usa cómo su niñera y ahora tendré que ser la niñera de Poseidón. ¡Y para colmo no me llevó cómo prometió! —alegó.

—Relájate Beel… —añadió Qin mientras sentía cómo su pequeño hijo ponía a sus dos caballos sobre su estómago y comenzaba  a jugar encima de él.

—¡Oh no! ¡El asno nos persigue! —exclamó el niño mientras sacudía a sus pequeños caballitos de madera encima del estómago de su madre. El infante de ojos morados acostó a los caballos sobre la roja camisa  de algodón de Qin y luego colocó un pequeño asno de madera junto a los caballos —. ¡Nunca escaparán de mí! —sacudió a su pequeño asno de madera.

Qin y Belcebú apreciaron con extrañeza al niño  de ojos morados, al parecer Krinos tenía mucha imaginación, demasiada.

—¡Ya! ¡Ya! ¡Krinos es suficiente! —exclamó  Qin con dolor en cuanto su pequeño hijo de cabellos negros comenzó a golpear fuertemente su estómago con sus manitas. El niño se detuvo y se le quedó viendo fijamente a su madre, para después romper en llanto, su mamá lo estaba regañando.

—¡Malo! —exclamó mientras hacía un puchero, el pequeño Omega se acostó junto a Belcebú. El ojos negros apreció cómo el pequeño niño de vestimenta de algodón se aferraba fuertemente a su  brazo —. Mami Beel, mamá es muy malo conmigo… pégale —ordenó mientras inflaba las mejillas.

Una mueca de dolor apareció en el rostro del Omega de ojos negros al sentir los pequeños dientes del infante perforar su piel. Sí, sin duda era demasiado travieso y enérgico.

Un Omega de cabello dorados estaba parado enfrente de su ventana. El cielo estaba oscuro y no había nada más que la luna de plata haciéndole Compañía. Ahora que Sasaki no estaba se sentía tan sólo.

Así que ¿Su momento había llegado? Su momento de ser madre y tener que soportar a su bebé el resto de su vida. Aunque siempre se demostró muy fuerte y valiente, la verdad es que ahora estaba aterrado, muy asustado. Nunca había cuidado de un pequeño a tiempo completo. Lo único que rogaba era que su pequeño no fuese tan molesto y travieso cómo Krinos.

Cuando se disponía  a acercarse a la cama para acostarse; fue que escuchó un par de pisadas fuera de su habitación. Lo primero que pensó fue que; a  lo mejor era Qin que tal vez venía a preguntarle si estaba bien. Aunque claro, si le tocaba la puerta, estaba más que dispuesto a ignorarlo.

El rubio se sentó en la orilla de la cama, se comenzó a quitar sus botas de cuero. Cuando de pronto, la puerta de su habitación se abrió bruscamente. Poseidón arrugó la frente ¿Por qué Qin había pateado su puerta? Aunque claro, tan sólo vió a esas personas entrar, su expresión de molestia se desvaneció. Poseidón se tensó; esos tres sujetos que acababan de entrar por su puerta no eran Qin, ni Belcebú, es mas, ni siquiera se parecían a  sus molestos cuñados.

—Bien, bien. Primero que nada… —exclamó un sujeto con un poncho de lana café puesto, sin mencionar que sobre su cabeza reposaba un sombrero hecho de paja.  El sujeto tenía los ojos puestos en  tres hermosos Omegas que yacían en el suelo, con una cuerda a su alrededor.  Ahora y por el momento se encontraba en la cocina de la casa.

—Primero que nada… —trató de sacudirse la pierna, pues ese pequeño niño la estaba abrazando fuertemente —. ¡¿De quién es este niño tan molesto?! ¡Suelta! —se agachó para separarlo de su pierna, pero sólo consiguió que el niño mordiera fuertemente  su mano—. ¡Thomas! —gritó y rápidamente un Omega se acercó a él, Edison se hincó en el suelo y jaló fuertemente al pequeño infante.

Inevitable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora