Capítulo 9

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Diez minutos antes de la media noche, Alec caminaba por el club, intentando esquivar la multitud, ignorando las miradas de una que otra mundana le lanzaba, y buscando al brujo. Su teléfono vibró, y sintió como algo le apretaba el trasero.

Soy el dueño del lugar, Lightwood. ¿Dónde más voy a estar que en la cima del escenario?

La boca se le hizo agua. Magnus estaba solo, sentado en un largo sillón, elevado sobre el escenario, al final del club, con una copa de whisky en la mano, y mirando a Alec. Guardó su teléfono y caminó hacía Magnus, sin importarle a quien empujaba para llegar a él. Casi corrió las escaleras para llegar a donde Magnus estaba.

– Lightwood, – Magnus le saludó, sobre la música, mirándolo de arriba hacía abajo

– Bane, – Alec respondió, sintiendo como su polla se endurecía solo de verle.

– ¿Qué puedo hacer por ti? – Magnus le preguntó, clavando su mirada en la polla de Alec, sonriendo.

Lanzarme a este estúpido sillón y follarme hasta que no pueda pensar en nada más, Alec pensó. – Dímelo tu. Tu eres el que me ordenó que viniera aquí. –

– Siéntate, – Magnus señaló su lado, y luego apareció una copa de whisky para Alec. – ¿Cómo estuvo tu viaje? –

– ¿De verdad? ¿Me invitaste aquí para hablar de Alicante? – Alec alzó una ceja.

– Nunca he ido. Me da curiosidad, – Magnus respondió, como si nada.

– ¿Bien? Creo. Clary obtuvo su runa angelical, hubo muchas juntas, un montón de ceremonias, fiestas, y esas cosas. Y me ofrecieron un lugar en el Consejo, – Alec bajó la mirada.

– ¿Y eso que implicaría? – los ojos de Magnus se endurecieron.

– Que tendría que mudarme a Alicante, – Alec miró atentamente la reacción del brujo. – Así que debo decidir si quiero abandonar Nueva York. –

– ¿Y? ¿Qué has pensado? –

– No he decidido nada aun, – Alec se encogió de hombros. Magnus solo le miró, tomando un trago de su copa, sin decir nada. Sintiendo la tensión, Alec preguntó. – ¿Algo interesante pasó mientras no estuve? –

– Bueno, ya no soy el Gran Brujo, – Magnus se encogió de hombros.

– ¡¿Qué?! – Alec casi se ahoga con su bebida.

– Me quitaron el puesto por haberme unido con la Reina Seelie, –

– ¿Qué... quien... cuando... como? ¡Tu eres el brujo más poderoso de Nueva York! – Alec exclamó.

– Pero perdí la confianza de mi gente por mis acciones, – Magnus explicó, con expresión impasible. – Votaron por un nuevo Gran Brujo y ganó Lorenzo Rey. –

– Suena como un idiota, – Alec murmuró al instante.

– No te equivocas. –

– Lo siento, Magnus. –

– No lo hagas. Ahora tendré más tiempo para ver clientes. Además, es agotador ser el Gran Brujo, y que tantos dependan de ti. Los brujos son tan dramáticos y necesitados de atención. –

– No me digas, – Alec soltó una risita. – Pero no me pediste venir aquí para contarme eso, ¿cierto? –

Los ojos del brujo se oscurecieron. – Cazador, ¿Qué sabes sobre los semáforos mundanos? –

– ¿Semáforos mundanos? ¿Los amarillos, verdes y rojos? – Alec le miró, confundido.

– Correcto. ¿Sabes que significan? –

Deseo (Malec +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora