Capítulo 4.

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La noche llegó y con esto el calor fue disminuyendo consideradamente. La bicicleta de Juliana se encontraba encadenada a una barra junto a la cafetería.

—Veo que ya cerraste. —La voz de Valentina asustó a Juliana quien dio un saltito por el susto.

—¡Dios, casi me da un ataque cardiaco!

—Eres como un cachorro, te aterra todo. —Valentina río burlona y al voltear a verla Juliana vio la mirada llena de burla y altanería en su rostro.

—¿Qué necesitas, Valentina?

—Ya no soy "Señora Carvajal" —Hizo entrecomillas.

—Ya no estamos dentro de mi local, y no hay ni una poca pizca de respeto que te tenga, Valentina.

—¿Ni una? Eso no es muy amable, Juls.

—¿Juls?

—Es un apodo. Es lindo. —Juliana se sonrojó.

—Y-yo necesito irme a casa, ¿necesitas algo, Valentina?

Valentina levantó los hombros y volteó su cara, fijando su atención en unas flores que había fuera de la cafetería, todas fueron acomodadas cuidadosamente por la pelinegra se dividían por tipo; primero estaban las margaritas, luego los tulipanes, después las rosas y al final los crisantemos.

—Venía a pedirte disculpas, Juls. No debí de haber hecho todo ese escándalo esta tarde en tu cafetería, no volverá a pasar. —Puso una mano en su pecho como forma de jurar y vio directamente a los ojos de Juliana.

«Unos lindos ojos», pensó Valentina.

—C-claro, Valentina. Yo te perdono, y sinceramente siento que fue más el calor del momento.

—Si, solamente creo que Bruce te trata un poco mal, Juliana. No dejes que nadie te trate de una manera que no mereces.

—Valentina, no te entrometas en esto. —El tono serio en la voz de la menor llamó la atención de Valentina quien al verla la encontró viendo sus zapatos.

—Está bien, pero cuando lo notes te diré que te lo dije.

—Bruce es un buen alfa. —Susurro Juliana.

Realmente pareció más un comentario para ella misma que para Valentina, pero no se detuvo a escuchar la respuesta de la alfa ya que se encontraba montando su bicicleta hacia su hogar ignorando la mirada intensa de Valentina en ella.

Juliana adora las mañanas, el recoger las frutas con la fresca brisa de la mañana, sentir los primeros indicios de la calidez del sol y sentir la tranquilidad del pequeño pueblo.

Algo que Juliana también adora es salir a caminar con su perrita Lana. Aquella gran amiga peluda que adora a su dueña y le gusta correr por la playa, cada cierto tiempo volteando a ver a Juliana quien solamente camina, durante sus paseos le gusta pensar y reflexionar acerca de lo que sucede en su vida.

Normalmente reflexiona de cosas sin importancia como que es lo que más le gusta de su vida actualmente, y otras veces reflexiona acerca de su vida pasada.

¿Estuvo bien abandonar esa beca en Princeton?

La omega sabe porque lo hizo, tenía sus razones.

La presión constante de una vida que ella no deseaba en el futuro le carcomía, pero ¿fue lo correcto irse?

Desaparecer una noche, solamente dejando una carta y un número de teléfono donde llamar para saber si ella se encontraba bien.

Juliana tal vez se asustó de ese futuro con el que su padre la presiono desde que nació.

𝐈' 𝐎𝐜𝐞𝐚𝐧𝐨 𝐞 𝐥𝐞 𝐭𝐨𝐫𝐭𝐞; 𝐉𝐲𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora