Capítulo 10.

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La delicada copia de mujer comestible de segunda mano que Juliana había conseguido en un mercado descansaba en sus manos, con la pelinegra cambiando de página cuando era necesario y regresando de vez en cuando a pegar post its de colores a ciertas partes.

Estaba nerviosa.

Trataba de centrarse en su libro, pero el pensamiento de lo que había sucedido días atrás le hacía perder la cabeza.

Su situación con Valentina ya no era confusa, los sentimientos estaban expuestos en la mesa y las flores que Valentina le daba cada mañana querían decir que su cortejo había comenzado, y Juliana adoraba eso.

El sentimiento de tener a alguien para ella, que ella es el sueño de una persona.

Pero aún queda un asunto pendiente que debió de haber acabado desde hace mucho tiempo. Incluso desde antes que su noche especial con Valentina en que la ayudó en su celo.

Los golpes en su puerta la hicieron salir de su trance y recordar lo que debía de hacer.

Al abrirla encontró a un Bruce sonriente con sus manos en sus bolsillos.

—Hola, Juli, vine en cuanto me llamaste. —El alfa entró a la casa y pasó directo a la cocina. —¡Uy! veo que cocinaste esas deliciosas galletas de plátano qué haces. —Robó una de estas y la llevó a su boca. —¿De qué querías hablar?

Juliana pasó sus manos sudorosas por su delicado vestido de algodón que cubría su cuerpo, los nervios la carcomían. Se sentía culpable por el simple hecho de haberse tomado sus libertades con Valentina sin antes haber terminado lo que sea que tenía con Bruce.

—Tenemos que t-terminar lo que sea que tengamos, Bruce.

Bruce le vio incrédulo.

—¿Qué?

—Encontré a mi alfa, y ella me está cortejando.

Bruce dejó la galleta que comía y vio con detenimiento la casa de la omega, viendo tres ramos de flores, uno en la mesa principal, otro en la mesa de noche y otro en la cocina.

—Y-yo... wow —Bruce rio nervioso.

Juliana le vio incómoda.

Toda la situación era incómoda y el ambiente se podía cortar con un cuchillo para la mantequilla.

—Bruce, y-yo...

—No, Juliana. Mira yo sé que encontrar a tu pareja es importante, y no tienes por qué darme explicaciones, acepto que fui un mal alfa para ti. —Admitió apenado.

Juliana se acercó a Bruce quien se había sentado en el suave sofá de Juliana.

—Jazz, no eres un mal alfa, pero admito que a veces me hacías sentir como... Como un trofeo. —Murmuró.

Bruce tomó la mano de Juliana.

—N-no eres un trofeo, eres una gran persona, Juliana, pero no tengo idea de cómo tratar a un omega. S-simplemente no tengo idea de cómo cortejarlo, o hacerlo sentir bien, o ...—Bruce empezaba a alterarse asustando un poco a Juliana quien solo tomó su mano y la acarició hasta que el alfa se calmó.

Las feromonas de enojo de Bruce apestaron el departamento, además de que la frustración y miedo de Juliana era notable.

—Lo harás algún día, solamente creo que son acciones que nacen cuando conoces a la persona adecuada.

—¿Quién es tu persona adecuada, Juliana? —El balde de agua fría despertó a Juliana quien se dio cuenta que esto podría causar un problema.

—Valentina.

—¿Valentina? ¿Valentina Carvajal? ¡No, Juliana!

Bruce se levantó y asustó a Juliana quien se fue al otro extremo de la habitación.

—¿P-por qué no, Bruce? Ella es una buena alfa.

—Ella no es una buena alfa, es una alcohólico sin idea de que hará con su vida, no te merece, Juliana.

Juliana enfureció por ese comentario.

—¡Valentina es una excelente alfa! Nos amamos, y pudo haber tenido su pasado, pero lo que me demuestra ahora es lo que me importa. No aceptaré que hables mal de ella, o pienses en intentar tomar una decisión que es mía.

—No estoy tomando una decisión, Juliana. Solo te estoy advirtiendo acerca de lo que te espera con Valentina, te espera una persona inestable y que nunca te dará lo que necesitas.

Los golpes en la puerta detuvieron su discusión.

El aroma de enojo de Bruce permanecía en el lugar asustando a Juliana quien rápido se acercó a abrir la puerta, encontrándose con Valentina quien tenía un ramo de margaritas en sus manos.

Como siempre su cabellera rubia se veían suave y su hermosa sonrisa.

—Hola, Juls.

—Hola, Val... Y-yo ahora no puedo hablar. —El olor a miedo en Juliana alertó a la alfa de Valentina quien tomó la delicada mano de Juliana y la acercó a ella.

—¿Qué sucede?

—Sucede que le explico a Juliana como tú no eres una buena opción para alfa.

La voz de Bruce llamó la atención de Valentina y su agarre se hizo más firme, sin querer soltar a su omega.

—¿De qué estás hablando, Bruce?

—Que tú nunca le darás estabilidad a Juliana, nunca le darás lo que ella desea. Eres un desastre, Valentina, y no mereces a Juliana.

Valentina gruñó cuando Bruce se acercaba a ellas.

—Bruce, no te entrometas en esto. —Añadió una Juliana enojada.

—Solo te estoy advirtiendo, omega, Valentina nunca dejará de ser una alcohólica, manipuladora y arrogante, nunca podrá darte lo que mereces. —Todas sus palabras fueron dichas con veneno y frialdad en su voz, sus ojos veían directamente a Valentina quien sintió la traición por parte de su primo.

Lo peor de todo, es que era verdad que se había comportado de esa forma en el pasado. Que sus acciones no parecían ser suyas, ella jamás engañaría o robaría por estar bajo las influencias del alcohol, pero sí lo hizo, destruyó lo que tenía en su pueblo natal por su infinito amor al whisky.

La diferencia es que ahora reconoce sus errores, reconoce que no estuvo bien refugiarse en el alcohol, que lastimó a demasiadas personas por el tener jack daniel's en su organismo, o mejor dicho por haber tomado la decisión de consumirlo. Reconoce que prefiere llegar a un lindo hogar con comida caliente que llegar a una casa oscura, que no podía pagar por sus deudas y con solamente cervezas en él refrigerador.

Valentina veía como Bruce salía de su campo de visión, con su semblante destruido vio a Juliana quien se veía enojada.

—Juliana, yo puedo explicarte. Si quieres alejarte de mí después de esto... y-yo lo aceptaré, omega.

Juliana tomó la mano de Valentina y la adentró a la casa, cerró la puerta y las protegió del frío viento que estaba afuera.

Sin dejar a Valentina continuar la abrazó.

Le dio un abrazo acogedor y cálido.

—Valentina, todos cometemos errores, nadie es perfecto, pero quiero que me prometas... —Juliana vio a los ojos de Valentina con todo el valor del mundo. —Que no volverás a caer, y si caes hablemos y resolvamos esto juntas.

Valentina acarició la cara de su omega y depositó un suave beso en sus labios.

—Te lo prometo, te prometo que yo nunca seré esa alfa otra vez. Que nunca seré una imbécil, irresponsable, y lucharé cada día de mi vida para darte lo que mereces, omega mía.

Juliana le devolvió el beso y viéndose fijamente a los ojos las dos sonrieron.

Las promesas a veces pueden romperse, pero Valentina nunca rompió esta, nunca volvió a sentir una botella de alcohol entre sus labios, todo esto por Juliana, por su madre, por su padre, y tal vez para demostrarle a los demás que, si podía, pero principalmente por ella misma.

𝐈' 𝐎𝐜𝐞𝐚𝐧𝐨 𝐞 𝐥𝐞 𝐭𝐨𝐫𝐭𝐞; 𝐉𝐲𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora