Capítulo 8.

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Las mañanas en el soleado pueblo estaban desapareciendo.

El verano estaba quedando atrás y el otoño ya estaba acabando.

Estos meses Juliana ha estado adaptando su hogar para tener un lugar cálido a donde llegar, ya que no tiene un alfa que le dé un nido o que le dé su calor en la noche.

Ha estado saliendo con Bruce, pero este no ha mencionado siquiera la palabra —novia— en una conversación madura, cada que un alfa se le acercaba a la pequeña omega, este les gruñía y reclamaba que Juliana era su pareja, pero en el momento en que salían de un lugar público soltaba su mano y volvía a comportarse solamente como su amigo.

No había citas románticas, eran citas de amigos, en que el alfa solamente tomaba su mano si alguien estaba alrededor. No había flores o dulces, mucho menos besos o marcarla con su olor.

Juliana a veces se sentía mal por el simple hecho de que ella no soñaba que su relación amorosa con Bruce fuera a ser tan fría. Aun así, algo bonito surgió en estos meses: una amistad con Valentina.

La alfa pasaba su tiempo libre en la cafetería, además de que cada mañana a las 7am las dos se encuentran en donde esta 'Matilda', con Valentina arreglando su bote mientras que Juliana le lleva café y un almuerzo.

Juliana consideraba a la rubia como su mejor amiga, siempre la dejaba en la escuela donde Juliana trabajaba, además de ir en las tardes a recogerla, iban a la cafetería donde Juliana trabaja y Valentina se iba a su trabajo, en la noche Valentina a veces la llevaba a cenar o paseaban por la ciudad, y cuando la noche ya era oscura, la ojiazul tomaba su mano y la llevaba a su casa.

Juliana se encontraba saliendo de su casa con un termo lleno de café y una canasta con un sándwich y frutas. Lana corría a su lado y cuando llegaron al tramo donde estaba 'Matilda' Lana corrió hacia Valentina quien estaba revisando una de las partes laterales del barco, al verla esta acarició su cabeza mientras seguía viendo al barco.

—Buenos días, Juls —Valentina seguía observando el barco.

—Hola, Val —la mencionada se derritió por el apodo que Juliana le había puesto semanas atrás.

Juliana fue a su lado y vio hacia donde Valentina veía el barco con el ceño fruncido.

—¿Qué vemos?

—La madera está un poco desgastada del lado de enfrente, tendré que cambiarla.

Juliana suspiró.

Sabía que Valentina no quería quitar la madera original porque era donde estaba la letra de su abuela.

—Podemos conservarla en algún lugar.

Las mejillas de Valentina se calentaron y su corazón aceleró al escuchar ese —podemos— por parte de Juliana, como si le considerara para su futuro.

—C-creo que sí, Juls. Ahora, ¿qué vamos a desayunar? —Tomó los hombros de Juliana y la vio a los ojos.

Esta le sonrió y se sentaron a desayunar en una manta que trajo Juliana. Hacia un poco de frío y el grande suéter de Juliana la mantenía cálida, pero Valentina vio que la omega temblaba un poquito.

Tomó a la menor y la puso en su regazo, con Juliana escondiendo su cabeza en el cuello de Valentina.

Valentina era cálida para Juliana.

—¿Qué harás hoy?

—Haremos decoraciones de navidad para el salón. —Juliana sonrió y la ojiazul la sintió reír.

—Puedo acompañarte a comprar materiales, Juls, pero no creo que resalten en tu salón. —Juliana la vio confundida.

—¿Por qué, Val?

—Porque tú siempre serás los más bonito en tu salón. —Dijo con un tono coqueto en su voz.

Las mejillas de la omega enrojecieron y su dulce risa se hizo presente haciendo sonreír a Valentina.

Uno de los brazos de Valentina rodeaba los hombros de Juliana y la mantenían cerca y cálida, pues el suéter que usaba la omega posiblemente no la calentaba lo suficiente.

Iban conversando acerca de sus planes de la semana hasta que llegaron a la escuela donde Juliana entró rápido a su salón, colocando en su escritorio su mochila y las decoraciones que había comprado, en unos segundos entro Valentina quien tenía los libros de Juliana y los cuadernos de los pequeños cachorros que tomaban clase con Juliana.

Era normal ver a Valentina en la escuela acompañando a Juliana, no era exactamente una escuela grande pero era linda, con varias imperfecciones que amablemente Valentina se había ofrecido a arreglar, los alumnos conocían a Valentina y la consideraban la alfa de su dulce maestra, con los recurrentes comentarios de sus alumnos Juliana reía y sentía como su cara se calentaba poco a poco, pero no les dio importancia, especialmente porque ella sabía que Valentina no estaba atraída hacia ella de esa manera.

Posiblemente le coqueteaba, pero Juliana presentía que eso podía ser por la natural actitud coqueta que tenía la alfa, quien recurrentemente hacía sonrojar a la dulce omega.

Sus alumnos entraron poco a poco, sus padres los dejaban en su salón y saludaban a la omega y a la alfa quienes recibían amablemente a todos los alumnos.

Faltaban dos minutos para que la clase empezara cuando llega Cecilia corriendo con su cachorra Sofía en brazos.

La castaña omega se veía cansada y un poco desaliñada, pero era una de las mujeres más bellas que Juliana había conocido en su vida, además de ser una omega trabajadora y amable.

—¡Dios, maestra Juliana! Una disculpa por la tardanza tenía turno en el hospital y dormimos muy poco. —Juliana le sonrió amablemente y dejó que Sofía entrara tranquila al salón.

—Tú sabes que no hay problema, Cecilia. —La bella mujer le sonrió y le dio un beso en la mejilla a su cachorra para después abandonar el lugar sin olvidar despedirse de Juliana y Valentina.

Juliana vio curioso a Valentina quien solamente jugaba con un extremo del suave suéter de la omega.

—Deberías invitar a salir a Cecilia, Val. No te vendría mal una cita. —Acompañó a Valentina a la puerta del salón y le dio un abrazo de despedida ya que Juliana tenía que empezar su clase y Valentina regresar al muelle.

¡Esos peces no se atraparían solos!

¡Y esos cachorros no aprenderían como deletrear sus nombres completos solos!

Valentina negó con la cabeza y rio, pero vio seria a Juliana.

—No quiero citas con otros omegas, Juliana.

—¿Por qué? Nunca me has contado algo acerca de un amor fallido o algo por el estilo.

Algo dentro del corazón de la omega se encogió un poco al pensar que Valentina tenía un amor pasado que la seguía aprisionando, no sabía si era porque no quería ver a Valentina triste o por alguna otra razón...

—Porque estás tú, omega. —Le guiñó un ojo juguetona y sin más comentarios dejó un beso en la mano de Juliana y se volteó para irse a su trabajo. —Nos vemos a las 3pm, Juls.

Juliana se quedó en ese lugar sonrojada y un poco emocionada.

Aunque ella sabía que no era correcto.

Ella salía con Bruce, y si iba a "romper" con él, entonces quiere afirmaciones directas de Valentina, no solo comentarios lindos al azar que la hicieran sonrojar, a veces la omega no sabía cómo diferenciar los comentarios coquetos que la alfa le soltaba y cómo culparla, nunca algún alfa le había pretendido o mostrado interés en ella de la forma en que Valentina solo jugueteaba y eso lo frustraba porque la llegaba a confundir.

𝐈' 𝐎𝐜𝐞𝐚𝐧𝐨 𝐞 𝐥𝐞 𝐭𝐨𝐫𝐭𝐞; 𝐉𝐲𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora