𝐈' 𝐎𝐜𝐞𝐚𝐧𝐨 𝐞 𝐥𝐞 𝐭𝐨𝐫𝐭𝐞; 𝐉𝐲𝐕

Capítulo 18.

Juliana se encontraba en la cocina preparando una rica cena. De fondo se podía escuchar un viejo vinyl de ricchi e poveri, con la música escuchándose de fondo débilmente. Tarareaba las canciones mientras revolvía los ingredientes de la rica pasta que preparaba, el pollo relleno estaba en el horno y los vegetales cocinándose.

Una Valentina cansada volvía del puerto, fastidiada por el exceso de trabajo y su nueva tarea de conseguir especias que Juliana le encargó. Detestaba la idea de equivocarse y arruinar el trabajo ya hecho de su omega. Suspiró cansada sin saber cómo diferenciar el queso pecorino del parmesano, ni siquiera sabía si el apestoso queso en sus manos era parmesano.

—¡Hey, Valentina!

Valentina al voltear se encontró con un Flor sonriente con una botella de vino tinto en sus manos y una canasta metálica de la tienda en sus manos, dentro de esta había quesos y carnes frías.

—Hola, Flor.

—¿Buscas quesos? Yo también, tengo una cita y realmente quiero impresionar con mis habilidades culinarias.

—¿Sabes de quesos?

—Estudie gastronomía, trabajo en un restaurante importante en la ciudad continua.

—¿Podrías ayudarme?

—Claro. —El optimismo impecable de Flor hizo sentir mal a Valentina quien suspiró cansada.

—No sé qué queso es el que Juliana me pidió, quería un pecorino, pero lo único que puedo ver son bolas apestosas de leche. —Valentina hizo una mueca y olió el queso asqueroso en su mano.

—Vale, ese es un burrata así que estás muy lejos —rio Flor.

Le dio una sonrisa comprensiva y tomó un queso de la primera fila y lo puso en las manos de Valentina, después tomó uno que estaba a la mera esquina de la mesa poniéndolo en la mano de Valentina.

—Juliana adora el queso caciocavallio, también lleva un jamón serrano porque lo adora a morir.

Valentina asintió y sonrió.

Vio la canasta de Flor.

—Espero tengas una buena cita.

—Gracias. —Las mejillas de Flor se calentaron al recordar a su alfa con pestañas largas y ojos color miel. — ¿Sabes? Aun no puedo creer lo antipática que eres al principio —Valentina frunció el ceño. La omega se encontraba viendo las botellas de vino, comparándolas entre sí. —Juliana hablaba de ti en las cartas como si fueras un ángel caído del cielo.

Las mejillas de Valentina se pusieron calientes al instante y la alfa se emocionó. —¿H-hablaba de mí en sus cartas?

Flor bufo riéndose. —Yo ya no aguantaba una semana para poder saber que tantas cosas hacías por ella, era como leer una novela romántica, especialmente por la forma en que Juliana te describía.

—¿Cómo me describía?

—Pregúntaselo a ella. —Rio Flor.

Después de unos minutos las dos abandonaron la pequeña tienda con una Valentina feliz de poder llegar a su hogar.

Juliana tarareaba al ritmo de sara' perche ti amo, disfrutando del momento y sintiéndose feliz al saber que Valentina había llegado pues el sonido de sus pesadas botas y las llaves se escuchaba.

Un gemido de Valentina se escuchó y Juliana rio al saber que era por las suaves pantuflas que Valentina amaba tanto.

—Ma dopo tutto, che cosa c'è di strano, è una canzone, sarà perché ti amo... —Valentina dejó un beso en la mejilla de Juliana y cantó en su oído alejándose rápidamente.

Dejó los quesos al lado de Juliana quien sonrió al ver el jamón serrano.

—¿Escribías de mí en tus cartas? —El tono coqueto en la voz de Valentina hizo sonreír a Juliana.

—Obviamente, alfa tonta. Tenía que contarle a Flor acerca de la alfa más linda que había conocido en mi vida.

Valentina sonrió y se acercó a Juliana tomándola de la cintura.

Las dos estaban en la cocina, disfrutando del delicioso olor de la cena de Juliana y la tenue luz que entraba por la ventana de la cocina sabiendo que el sol ya se estaba escondiendo y remplazándolo por un tenue color naranja en el cielo.

Las manos de Valentina estaban en la cintura de Juliana y las manos de Juliana descansaban en los hombros de Valentina, empezaron a bailar con la melodía alegre de ricchi e poveri.

—Se cade il mondo, allora ci spostiamo, se cade il mondo, sarà perché ti amo... —La voz suave de Valentina hizo reír a Juliana porque sus labios rozaban suavemente con la oreja de la menor.

Continuaron bailando en la cocina mientras la cena se preparaba y el sol se escondía. Con la risa de Juliana llenando el lugar y el corazón de Valentina creciendo por la felicidad de poder escuchar a su amada.