Capítulo 16.

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Juliana llegó a la habitación después de su conversación con su padre. La casa estaba totalmente en silencio y esperaba llegar y encontrar a una Valentina dormida, acurrucada entre las sábanas como era costumbre.

—Hola, omega. —La alfa se encontraba sentada en la cama esperando por su omega.

La caja entre sus manos era de color celeste y tenía un lazo de color rojo.
eran mediana y se veía de un material resistente.

Juliana sonrió.

—¿Sabes que no era necesario que me regalaras algo, verdad?

—Sé que tienes un regalo escondido en el fondo del armario, bebé.

Juliana rio y sus mejillas se calentaron.

—Quería sorprenderte, alfa tonta.

—Te conozco mejor que nadie, omega.

—Si. —La sonrisa cálida de la alfa hizo sonreír a Juliana.

Juliana se acercó al armario y sacó una caja color amarillo con un moñito color verde. Las dos se dieron miradas cómplices e intercambiaron sus regalos. Al abrir la caja Juliana se dio cuenta de la cantidad de cosas que había dentro.

Una copia de emma de jane austen, un suéter color amarillo con pequeñas flores por todas partes, un collar de perlas y muchos chocolates. Valentina al abrir la caja encontró un suéter de color rojo, un gorro tejido a mano y un juego de anzuelos para pescar, además encontró un disco vinyl de elvis presley.

—Me encanta, Val. Gracias —la omega abrazó suavemente a la alfa quien rio.

—Yo también amo tu regalo, omega. Pero tengo un regalo más que darte.

Valentina se acercó al buró al lado de su parte de la cama y de su cajón sacó una cajita rectangular. La puso suavemente en las delicadas manos de Juliana quien sonrió con emoción.

Al abrirla encontró un lindo anillo, este estaba con una cadenita de oro haciéndolo un collar.

—N-no es una propuesta de matrimonio, sino que una propuesta para que tú me permitas cortejarte. —Valentina tomó el collar entre sus manos, este se veía diminuto en las grandes manos de la alfa. —Te amo, Juliana, y quiero estar contigo toda mi vida, quiero marcarte, casarnos y formar una familia contigo.

La omega vio asombrada a la alfa, sus mejillas estaban rojas y su sonrisa no se ocultaba. Asintió con la cabeza.

—¡S-si! —Saltó sobre la mayor envolviendo sus piernas alrededor de su cintura y sentándose en su regazo.

Empezó a dar muchos besos alrededor de la cara de la ojiazul que disfrutaba de los mimos de su linda omega. Valentina alejo un poco a su omega y la volteo para poder colocar el collar en su lindo cuello, al abrocharlo dejo un beso en la parte de atrás de su cuello donde el broche estaba.

—¿Por qué en un collar, alfa?

—Te conozco, omega. Todos tus anillos terminan llenos de masa de galletas o perdidos en la playa.

A menor rio y asintió.

Su alfa la conocía muy bien.

Se acostaron, teniendo solamente la luz de la luna como su única iluminación.

Las manos de Valentina estaban en la cintura de Juliana, y Juliana acariciaba los mechones de la parte trasera de la cabeza de Valentina.

—Te amo, Juls. —Valentina susurró.

—Yo también te amo, Val. —Susurró Juliana.

El sueño se adueñó de las dos quienes se quedaron dormidas con una sonrisa en sus rostros y las bellas palabras en su cabeza.

Al despertar la mañana siguiente la omega sintió frío, intentando acurrucarse más cerca de su alfa para que la mayor le diera calor, pero en lugar de encontrarse con el pecho calientito de su alfa, sintió una fría almohada con una funda de algodón.
era extraño, usualmente despertaba con su alfa dándole mimos o simplemente apreciando el bello rostro de su alfa. La omega frunció el ceño, obviamente su alfa estaba mimándola demasiado.

La omega se deshizo de las cobijas y tomó la bata que usa en las mañanas, apretándola más al darse cuenta del frío que hacía y de la nieve que caía afuera. Salió de la habitación encontrándose con la casa vacía.

Empezó a sentirse triste y sola hasta que escuchó unas risas en la parte de atrás de la casa.

La casa de Juliana era curiosa, muy pequeña, pero con técnicamente un bosque detrás de esta, claro que Juliana mantenía su huerto protegido, protegido de conejitos que robaban sus frutas y verduras. Pero si, había un gran bosque detrás, el cual la omega recorría a veces con su Lana y llevaba leña a su hogar cuando era necesario, un trabajo muy pesado y que le molestaba, pero que Valentina decidió tomar como suyo después de vivir un mes en la casa.

Al abrir la puerta trasera y apretarse más a su bata, la omega se encuentra con su alfa, su padre y Flor riendo mientras cargaban madera y la acomodaban junto a la puerta trasera. Lana los acompañaba corriendo detrás de ellos y con una rama en su hocico.

Juliana se abrazó a si misma mientras observaba a su familia trabajando y bromeando entre sí.

Esto hasta que su alfa se dio cuenta de su presencia.

La nieve caía y el gorro que le había regalado estaba en su cabeza protegiéndola del frío.

—Omega, ¿qué sucede?

—Desperté y no estabas. —Juliana hizo un puchero que Valentina encontró adorable.

—Perdón, bebé, pero la nevada parece que será más fuerte y necesitamos la madera para la chimenea.

Ella asintió y rio al ver a su padre batallando con el hacha, este nunca había sido un gran fanático del trabajo manual.

—Hola, papá.

—Buenos días, Juli. Valentina nos contaba sobre su bote en la playa, esperábamos ir a verlo, pero parece que la nevada no nos lo permite.

La omega rio.

Una brisa fresca pasó haciendo que la pelinegra temblara, su alfa preocupada se acercó a ella y la abrazo llenándola de su calor y olor.

—Cariño, regresa adentro. Esta muy frío y no quiero que te enfermes.

La omega asintió y entró a la casa.

Empezó a preparar un almuerzo sencillo para su familia.

Disfrutaba del olor a panqueques y una sonrisa en su rostro al sentirse completa.

𝐈' 𝐎𝐜𝐞𝐚𝐧𝐨 𝐞 𝐥𝐞 𝐭𝐨𝐫𝐭𝐞; 𝐉𝐲𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora