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El alfa estaba en su oficina, sentado en el sofá central con un cachorro sentado a su lado, que se mantenía mirándolo fijamente y sonriendole cada que lo miraba de reojo.

—¿Qué edad tienes? —le preguntó para intentar distraer al pequeño. Yeonjun levantó cuatro de sus deditos y se los mostró al alfa. —Ya veo...

No sabía qué tipo de conversación tener con un cachorro de cuatro años. No podía mentir, su alfa se había encariñado con el niño. El sentido de cuidarlo estaba en él, aunque prefería fingir que todo seguía como hace cinco días.

—¿Por qué crees que soy tu papá? —el alfa tenía esa duda desde hace unos días, porque el niño lo había llamado papá desde el primer día que lo vio sin siquiera conocerlo.

—Papá huele yico. —respondió sin más, dejando sin una respuesta clara al mayor.

—¿Mi olor? —el pequeño asintió. —¿Te gusta mi aroma? —Yeonjun asintió y un segundo después, negó. —No te entiendo. —el alfa se recostó en la espaldera del sofá.

El pequeño subió sus pies al sofá para poder arrastrarse hasta llegar al alfa y sentarse en su regazo, colocando su cabecita en el pecho del mayor, sorprendiendo a Taehyung, que tenía los ojos cerrados.

—Yeyu ama a papá... —la vocecita del menor estaba tan cerca de su corazón que, Taehyung no pudo impedir que latiera de gusto.

El pequeño cuerpo que se apegaba a él, se sentía tan frágil, tan indefenso y el alfa sintió un aroma que hizo levantar las orejas de su lobo y esconder sus garras.

Yeonjun había logrado que el lobo de Taehyung y el mismo Taehyung, bajaran la guardia ante él. La calidez que le transmitía el abrazo de Yeonjun era inexplicable para el mayor, además de que sentir su cuerpo moverse en son de su respiración, lo tranquilizaba.

Lentamente, los brazos de Taehyung arroparon al diminuto cuerpo, una mano se mantenía en la espalda del pequeño, como protegiéndolo de caer, mientras que la otra se encargaba de acariciar los finos cabellos de Yeonjun.

Se sentía como cuidar de un pequeño conejo esponjoso. Las manos de Taehyung lo acariciaban con tanta delicadeza, como si temiera herirlo si lo hacía con más fuerza.

Yeonjun respiraba con paz, con tranquilidad y armonía. Su naricita buscando el casi nulo aroma del alfa, pues Taehyung solía usar bloqueadores de olor. Las manos que lo protegían y le brindaban caricias, terminaron por hacerlo dormir.

Sus ojitos se cerraron lentamente hasta que toda fuerza en su cuerpo se acabó. Taehyung no podía creer que estaba a gusto abrazando al pequeño Yeonjun.

No había rastro de molestia en él, lo que antes sintió asqueroso, le parecía no tan malo. El peso en su pecho lo hacía sentir, lejos de lo que usualmente pensaba, tranquilidad y felicidad.

Inclinó su cabeza para ver el rostro dormido del pequeño y se sorprendió de sus propios sentimientos. Su lobo movía la cola feliz al ver la calma que su aroma, por más escondido que estaba, aún lograba generar en el menor.

Regresó a su puesto y lentamente fue cerrando sus ojos, casi dormitando a la par del que se autoproclamaba su hijo, pero los toques a la puerta lo alertaron.

—Señor Kim —Taehyung miró la puerta cerrada. —, ¿Puedo pasar? —el alfa suspiró y apretó el agarre al cuerpo de Yeonjun.

Su alfa se negaba a permitir que alguien más estuviera en su territorio, era como si su oficina se hubiera convertido en su cueva y nadie, más que el infante, podía estar en ella.

Quizá pronto, el número de invitados permitidos a su "cueva", aumentaría a dos.

—No. Si tienes algo que decir, dilo desde ahí, pero sin gritar. —el secretario asintió aun sabiendo que el alfa no lo vería.

¡PAPÁ! [Vkook] ©MaliBNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora