Prólogo Pt2.

217 3 0
                                    

Verdun-sur-mer

Francia

25 de Agosto de 1916


1720 horas.


Todos acinados en nuestras trincheras, fusiles en mano con nosotros, esperando con ansiedad la siguiente orden del capitán Brandt, estábamos en el fondo de la zanja, el capitán estaba arriba del escalón para tiradores con su pistola Mauser C-96 en la mano diestra y con la zurda un pequeño silbato, uniforme sucio y desarrapado, aún lucía con orgullo en la solapa de su uniforme la Cruz de hierro de primera clase que había ganado por su valor en la batalla del Marne dos años atrás, era de imponente figura, medía 1.92 metros, tez blanca y ojos avellana penetrantes, muy apuesto y seguro de sí mismo... el nos miraba de frente a todos nosotros y con euforia alzó la siguiente orden gritándo:


-¡Todos sus bayonetas!


Al momento de la orden tomamos nuestras bayonetas que se encontraba en la parte trasera de nuestros cintos marrones, a un lado de la cantimplora y debajo de nuestras mochilas, dejamos caer la culata de nuestros fusiles Gewerh sobre el suelo y en el cañón apretamos nuestras bayonetas; similaban lanzas nuestros rifles.


Una vez listos a bayoneta las tomamos de frente y atentos todos a la siguiente orden sólo observamos al capitán que miraba el reloj en su muñeca de la mano diestra donde tenía tomada su pistola... estaba esperando la hora "cero" de la que tanto hablaban Fritz y Wilhelm hace unos días... sudando frío y muy agitado por la ansiedad de forma instintiva llevé mi mano derecha por debajo de la solapa de mi uniforme tomando asimismo una pequeña leontina dorada donde allí permanecía la imágen de Martina... la extraño mucho, no pudimos casarnos por la guerra... le prometí volver... puse la imágen contra mis labios besándolo al momento y la guardé en el mismo lugar de donde la extraje.


Pasado unos minutos el capitán seguía observando su reloj... todos estábamos nerviosos, muy nerviosos, sobre todo los nuevos, yacía gacha mi cabeza mientras pensaba en el día de mi juicio final y enfrente de mí obervaba los pies del soldado... entre la bota y la bastilla pude ver caer a pequeñas corrientes cayendo al suelo, la orina que se asentaba hasta sus talones, sus piernas le temblaban... yo estaba concentrado en el ambiente. Estában bombardeando duramente las trincheras francesas para nosotros lanzarnos al ataque una vez neutralizados... sólo seguía mirando hacia abajo, rezaba a Jesús en susurro una y otra vez; un ave maría, un padrenuestro, aunque no sabía si Dios existiera sólo esperaba que algo me salvara.


La artillería se detuvo...


Al detenerse el capitán llevo su silbato a su boca y lo sopló con mucha fuerza saliendo de si un sonido agudo...


Habían escaleras enfrente, recargadas en los muros de la trinchera, sin dudar todos nosotros hicimos fila frente a las escaleras y subimos al momento... todos salían de las zanjas en estampida, el capitán Brandt gritaba:


-¡Rápido, rápido! ¡Muévanse!


Todos salíamos de la zanja, de un de repente la ráfaga de balas invadía nuestro espacio, algunos al momento de salir les toca la suerte de ser derribados por los disparos, otros heridos, unos ya muertos, iba escalando y al salir de la zanja... Dios... el mismo infierno, tierra negra y humeante, árboles muertos por todos lados, tantos cráteres que dejaron las bombas, todos a mis alrededores corrían con sus bayonetas al frente esprintando con suma velocidad hasta topar con el cerco francés, todos iban de frente, las balas nos llovían... muchos caen en el avance, no pasaron unos segundos cuando ya habían muchos caídos, seguíamos avanzando entre el barro negro, algunos animales de meses muertos, cadáveres de soldados semienterrados también en el mismo estado de putrefacción, el aroma era terrible, cualquiera se hubiese paralizado a tal escena.


Seguíamos corriendo, muchos caían a mi alrededor, la artillería enemiga abrió fuego y al cabo de unos segundos no sólo nos llovían balas, también bombas sobre nosotros... el infierno, no estaba mi compañía conmigo, sólo veía hombres gritando y corriendo con sumo patriotismo haciéndose los valientes, yo con ellos seguí la escena.


Frente a mí estaba Wolfgang y a un lado mío a la par corriendo estaba Rupert; de cabello lacio y tez blanca, ojos azules y aspecto nórdico, muy joven.


Cada vez que damos un paso, dos hombres caen, no tienes tiempo para pensar, tu mente y razón se ezfumaron...


No sentimos el momento, una bomba cayó frente nuestro sobre Wolfgang, al momento del impacto me tiro al suelo boca abajo y la fuerte sacudida me deja aturdido completamente; escuchaba ecos y un silbido agudo en mis oídos, me arrodillé después de un momento y mire a mi frente mientras me llovía tierra por la explosión, miraba a todos correr; a uno le dispararon en la cabeza a un lado mío cayendo brutalmente hacia atrás, uno a 8 metros frente a mí yacía con la pierna derecha mutilada y alzando su torso mientras agudizaba su rostro como si gritara del dolor, asentí la cabeza hacia abajo y miré un par de dedos arrancados, y unos centímetros frente a mí el casco de Wolfgang; no quedó nada de él... poco a poco recuperaba el sentido y giré mi cabeza a mi derecha para ver a Rupert y no estaba, desapareció. Pues me puse de pié y tomé mi fusil y aún un poco aturdido seguí corriendo y pensé: Esto es un suicidio.


Llegué hasta la primera defensa francesa, acinada justo frente a nosotros yacía una ametralladora disparando a ráfaga a los que avanzaban, su rango de disparo sembrara cadáveres a su mira... en el momento que la avisté me tiré al suelo y aproveché cada hoyo para cubrirme de los disparos, sabía que la única forma de deshacerme de esa cosa era lanzar una granada de palo, le dicen la "trituradora de patatas", la tomé y levanté un poco mi cabeza esperando que la ametralladora cambiase de rumbo, al cabo de unos segundos al girar... en ese momento me levanté y corrí con la granada girando el tapón a la vez, en una posición estable, quité el tapón y apreté el detonador, tomé fuerza con mi brazo derecho y en frenesí lo lancé directo al hoyo... logré almacenar la granada allí y sólo me acuclillé posando mis dos manos sobre mi casco... a los tres segundos esta detona haciendo desaparecer la ametralladora, me volví a levantar y aún veía a mis alrededores soldados corriendo hacia la trinchera francesa, sólo tomé mi fusil en un intento de tomar aliento y la cordura y seguí corriendo... al estar a unos metros de la zanja enemiga escuché el toque de retirada a lo muy lejos... habíamos fracasado el asalto, no dudé en retirarme igualmente corriendo, la artillería aún caía y junto conmigo muchos corrían de regreso aún recibiendo disparos por la espalda y las bombas cayendo sobre nosotros, algunos tienen que cargar a los heridos en sus espaldas u otros arrastrándolos con la mochila, seguía corriendo y pude ver la misma zanja que habíamos estado hace una hora, sentía el tiempo pasar muy lento, mis oídos percibían un silbido sobre mí, en un suspiro de alivio mi vista se nubló en blanco.


No ví a Dios.


Corazones Valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora