Capítulo 3

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30 de Agosto de 1916

Verdún Sur-Mer, Francia.

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No pude dormir muy bien anoche, pesadilla tras pesadilla.


Mis ojos pesados se dejan caer en el alumbrar gris de la mañana, las nubes de pólvora fusionada con la lluvia siempre mantiene el ambiente poco asoleado y muy opaco, luz blanca en lugar de amarilla.


No siento ese acallante dolor en mi pecho, pero las migrañas eran abundantes y el sudor empapando mi frente... al estar sólo acostado sentía como me iba perdiendo en el surrealismo de mi mente.


Subyugado al cansancio, mantenía remojando mis labios. Todas las mañanas podía presenciar aquella misma enfermera dando agua y alimento, al menos lo poco que había en los pacientes, ella pasó frente a mí mientras la observaba tratando de pedir auxilio, ella pasó de largo...


... Me dejé recostar sobre la almohada desesperanzado, y en un santiamén sentí como un paño mojado de agua helada pasaba por mi frente refrescando mi cabeza, abrí los ojos y era ella, sentada en un lateral de mi cama, limpiando mi sudor con ese paño, toma un vaso de agua desde una pequeña bandeja que había dejado sobre la cama, y la inclina sobre mi boca, mientras su palma pasaba por mi nuca levantándolo un poco para que bebiera, terminé el vaso de agua de forma muy desesperada hasta saciar parte de mi polidipsia.


La observé a los ojos, reflejando agradecimiento en mí, sus ojos radiantes siempre me atrapaban, su cabello ondulado que tocaba hasta mi pecho de lo largo que era... simplemente no pude resistirme y de forma tan real le erigí mi agradecimiento:


-Gracias.


-No agradezcas, sólo hago mi trabajo. -Ella contesta.


Me quedé mudo por un momento, ya no tenía más que decir, correspondíamos a nuestras miradas. Hasta que ella dejo hundir su cabeza.


-Me llamo Harneik...


Dejé caer mi mirada y por educación a ella le correspondí:


-Me llamo Peter.


No se quedó ella por mucho tiempo, terminó de limpiar el sudor de mi torso hasta que ella toma con ambas manos la bandeja repleta de vasos de agua, pasando por cada camilla ofreciendo a los pacientes, cada uno.


Seguía desprendiendo una capa negra de misterio, aún me intrigaba más de ella. No dejé de pensar en ella en todo el día, su nombre, su acto de solidaridad, aunque era su trabajo.


A unos minutos, observo como llevan otro cadáver más de la enfermería, pude notar que la llevaban dos sanitarios militares, el cuerpo cubierto por una manta olivo, hasta sacarlo. La misma enfermera de hace un momento camina detrás de ellos, me gana la curiosidad y me levanto de la camilla hasta quedar sentado siguiendo lo que hacían.


Hasta que salen de la casa de campaña, volteo a mi izquierda para saber de donde le habían sacado, había una camilla vacía a dos pacientes de mí, había una bandera plegada sobre ella... era alguien importante, quizá un capitán o un héroe, no le dí mucha importancia, entonces me dejé llevar hacia la cama recostándome de nuevo sobre la camilla, jugando con mi mente, no podía escribir, no podía hacer nada, mi equipo no estaba a mi alcance y no debía levantarme por mis heridas; era muy aburrido.


Escuchaba a algunos pacientes toser, mataba en veces de seis y hasta de doce mosquitos al día, nunca podían apartarse, cada vez que olía muy mal, cortaba un pedazo de mi venda con mis manos y lo ponía sobre mi boca, por horas y horas, hasta que algún sanitario entrase y limpiara o sacara a la persona o cadáver que lo produciera, era un desorden... bueno, la guerra en sí era un desorden.


Comencé a pensar en como estarían mis familiares, extrañaba como era que cada tarde servían una taza de té o café sin azúcar para disfrutar el tiempo en familia, la comodidad de mi cama, el aire que golpeaba mi ventana, la hermosa vista hacia la ciudad, como pasan los coches y una que otra carreta por la calle, la comida.


Aquí no nos daban mucha comida, era lo mismo en el frente, nos traían pan cada día en la primera comida, en la segunda un trozo de carne con agua y para la cena una taza de avena con agua.


Había enflacado bastante, pero no estaba desnutrido, en cambio eso no me detenía, quería volver incansablemente al frente, saber lo que pasó con mi unidad, buscar a Wolfgang.

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