Capítulo 4: Cambio de lugar

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—Acepto —respondí resignada, mientras dejaba escapar un suspiro de derrota—, pero quiero ver cuando dejes libre a Sai —si él iba a ganar esta partida, entonces por lo menos debía tomar mis medidas para no caer en cualquier artimaña.

—Bien, así será —me dio la espalda y colocó su mano en le picaporte—. Sígueme —dijo ladeando apenas la cabeza para verme de soslayo—, y por el bien de tu compañero y el tuyo, no intentes hacer una tontería —agregó con acritud mientras abría la puerta.

*****

Comenzamos a caminar por un largo pasillo con pequeños ventanales que comunicaban al exterior, el brillo del día que entraba creaba listones de luz y sombra en el largo del corredor, vi la espalada amplia de Itachi mientras le seguía en silencio. Giré mi rostro y me concentré en ver a través de las ventanillas, fue cuando noté que nos encontrábamos adheridos a la cima de una montaña, pude observar que eran como alrededor de la una de la tarde por la posición de mi sombra. Nos detuvimos frente a la puerta que yacía al final del pasillo, al abrirla una gran habitación enteramente baldía nos recibió.

—Permanece aquí —me ordenó el Uchiha, antes de entrar y posicionarse en el centro del lugar, para seguidamente realizar unos sellos de mano. Una nube de humo cubrió como si fuera neblina todo el suelo, pero al dispersarse, oteé que frente a Itachi había aparecido una especie de manilla.

—"Jutsu de camuflaje —había escondido aquel pasadizo—, muy astuto por su parte" —no sé por qué me sorprendía, era de esperarse que Sai estuviera enclaustrado en alguna celda o lugar bien oculto.

Inclinándose, Itachi tomó la manilla y la deslizó, dando a ver un hueco en el suelo.

—Sal de ahí.

No transcurrió nada cuando vi como mi compañero salía de aquel lugar subterráneo hasta la habitación. Detallé que en su rostro se marcaba un moretón, tal vez se había resistido a ser secuestrado, además sus muñecas estaban atadas a su espalda; de seguro era una especia de atadura especial para que mi amigo no pudiera soltarse.

—¡Sai! —me exalté en el sitio.

El fijó la vista en mi he intentó caminar hacia donde me encontraba, pero el Akatsuki instantáneamente se interpuso entre nosotros deteniendo el avance de Sai.

—En nuestro trato nunca dije sobre contacto con tu compañero —le escuché decirme antes de ver como Sai caía inconsciente al suelo.

Dejando a un lado todo el miedo que se había acumulado en mi cuerpo, corrí y tomé a Sai entre mis brazos.

—¿Qué le hiciste? —exigí saber mientras examinaba el cuerpo. No vi sangre ni más heridas que el moretón en el pómulo.

Virando el rostro, esperé una explicación pero esta no fue necesaria verbalmente, porque la mirada de Itachi me lo dijo todo.

—Sharingan... —susurré entre dientes.

Había utilizado su kekei genkai para inutilizar a Sai.

Que impotente me sentía, aquel hombre con su expresión indeleble y mirada sangrienta resultó ser más peligro de lo que me había imaginado. ¿Qué me hizo creer que tan sólo Sai y yo lograríamos sucumbirle? Ni siquiera le habíamos causado rasguño alguno para cuando ya nos tenía a ambos bajo su yugo, y con la permanente pregunta sobre: ¿cuándo nos mataría?

—Bien, supongo que el trato sigue en pie —dije bajando la cabeza y fijándola en el rostro de mi inconsciente compañero.

Estaba derrotada, lo único que me restaba era que Sai fuera verdaderamente liberado, y el resto de mi futuro se lo dejaba a Kami-sama.

Me decido...por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora