Capítulo 25: Un demonio enamorado

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                                                                               Itachi Uchiha


La vi retozar, su rostro tan pálido como la nieve, pero con aquel suave y sutil rosa de sus mejillas y labios era como una invitación a comerla al igual que una fresa. Sus párpados unidos rematados por unas arqueadas pestañas mostraban por encima un tono lavanda, y debajo apenas visibles se difuminaba un gris exangüe, consecuencia de la falta de sueño.

 
Me senté en la cama, la sábana apenas y nos cubría a ambos, vi la línea de su espalda, tan esbelta, tan cremosa. Recuerdo la primera vez que mis ojos la advirtieron como una mujer y no como una amenaza, yo acaba de despertar de aquel casi nefasto tratamiento, sabía que ella podía ayudarme con mi enfermedad, más, nunca esperé que me curara por completo, eso fue algo inesperado, cuando le vi desfallecer por estudiar mi caso tan arduamente pensé que era sólo una muchacha ingenua, demasiado moralista, y al enterarme que posiblemente sería liberado de ese doloroso calvario creo que algo en mí volvió a la vida.

 
Decidí ese día antes de mi tratamiento usar mi Sharingan para mostrarle un cantazo abstracto de mi realidad y pecados, la hice soñar con mi yo en diferentes etapas, que viera toda la sangre y muerte que he peregrinado, ella al final confesó que no sería igual a mí, que cumpliría su palabra de salvarme. En mi opinión, sentí en ese momento que la había lastimado, la arrastre contra su voluntad, la lastime, la humille, pero ella renuente me abofeteo con la verdad una y otra vez, no obstante, su bondadosa forma de ser a veces hendía mis atalayas, al final una grieta lo suficientemente grande fue creada y me vi pidiéndole perdón en aquel sueño.

 
Mis ojos no han dejado de verla como una mujer desde que desperté, era un Itachi nuevo, mi cuerpo se sentía distinto, el dolor no estaba, daba la impresión que mis huesos antes eran de plomo y ahora fueran de algodón. Respirar no consumía parte de mis energías, nunca demostré ante Kisame la deficiencia física que me dilapidaba y nunca lo haré, pero lo estaba, muy ajado y cansado. Admito que la seguí aquella vez que ella se fue a Konoha, la seguí porque algo dentro de mi necesitaba asegurarse de que llegara sana a la villa. Antes de que me operara mi corazón comenzó a doblegarse, la tarde que miraba al cielo en medio del jardín interno en la casona ella me tomo de sorpresa, le martille con la mirada porque me negaba a sentir afecto por nadie. Pero cuando nos dejaron al descubierto los ninjas de la aldea oculta de la Roca y Sakura estuvo cerca de ser gravemente lastimada, precisamente ahí, en ese instante supe que no toleraría perderla, estaba rendido a sus pies.

 
Ante Sakura me he vuelto un Itachi diferente, aún hay mucho de mi actual yo y lo seguirá habiendo mientras este mundo albergue personas como Akatsuki. No me importaba morir, mi objetivo estaba en salvar a Sasuke, pero mi tonto hermano se ha desviado del camino. Con ambas manos hice mi cabello hacia atrás mientras me levantaba de la cama, una fragancia me envolvía y esta era la de Sakura, me gustaba, me hacía recordar al perfume de un fruto en su árbol, como melocotones o manzanos, aunque debía eliminar toda esencia, de lo contrario alguien con agudo olfato podría percatarse del sutil cambio.

 
Pensé en despertarla, darnos un rápido baño, pero viéndola tan plácida con la espalda descubierta, las piernas al desnudo y sus labios ligeramente separados, lo consideré un pecado. Negué en silencio, no la despertaría, busque mi cinta para atar el cabello la cual se hallaba en una esquina cerca de la puerta, bastante lejos de donde debería estar, algo que no me extrañaba porque durante el día la había hecho mía, ni siquiera recordaba con la transparencia que me caracteriza, de cómo me deshice de toda mi ropa.

 
La remembranza me dio un pequeño estirón en mi ingle, era mejor no pensar en ello por un rato, el cuerpo a veces podía ser tan sensitivo. Tome el pequeño pañuelo mojado que usábamos para lavarnos el cuerpo me restregué rápidamente sin hacer ruido, al concluir, recogí toda la ropa del suelo seleccione la de Sakura y la deje a su lado sobre la cama, me vestí con lentitud, siempre viéndole, al colocarme la capa y el anillo en mi dedo me quede oteándole un instante. "Carmesí" eso decía el kanji en la argolla. Ese era mi insignia, nada mejor para un asesino como yo como el color bermellón.

Me decido...por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora