Capítulo 11: El brote de un nuevo comienzo

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No dije nada más, me detuve en la entrada antes de salir y me gire para verle por última vez. Itachi estaba aún sentado, nos vimos unos segundos, era una triste escena. Sumergido en las penumbras lucia más lúgubre, como si la alegría jamás hubiera deparado en él.

En ese instante supe el motivo de mi dolor, de mis ganas de llorar y por qué su indiferencia me lastimaba.

Yo comenzaba a sentir algo por Itachi.

*****

Llevaba cuatro horas desde mi partida, Itachi se había quedado solo en aquella casona. Por motivos de seguridad, invoque y envié a una mini Katsuyu con los papeles a Konoha, si me llegaba a ocurrir algo en el camino por lo menos la información llegaría a manos de Naruto. Después de la muerte de Tsunade-sensei, yo pacte con su gran aliada Katsuyu, una inmensa babosa, la cual podía fragmentarse en miles de pequeñas Katsuyu.

Mientras saltaba de una rama a otra pensé en Itachi, me dolía de una manera cruda el tener que alejarme de él. No es que yo deseara ser su rehén porque el masoquismo no iba conmigo, pero su presencia, esos pequeños gestos por muy insignificante que parecieran fueron haciendo un pequeño espacio en mi pecho, en mi corazón. Tenía más que claro que él era mi enemigo, mi rival, una persona que debí capturar, una que debí matar...

Al pensar en esto último mi mano derecha fue directamente al pecho, una puntada de dolor me asedio. ¿Qué tenían los Uchiha que terminaban envolviéndome y a su vez haciéndome sufrir? ¿Por qué me gustaban las personas incorrectas? En un comienzo Sasuke, mi primer amor, bien parecido, misterioso, talentoso, sin embargo su odio hacia su hermano mayor era mayor que cualquier lazo que tuviera con cualquier persona en Konoha.

Luego Kakashi, mi relación con él fue un error desde un comienzo, ocultándolo todo y a todos, transgrediendo las leyes. Le ame, fue mi primer sensei, mi primer hombre, y para aquel entonces era un amor imposible.

Ahora, un imposible aun mayor, más complejo que Sasuke, más incorrecto que Kakashi pero que me estaba estrangulando. El nudo en mi garganta me dolía y aunque no lo deseaba mis lágrimas se agolpaban en mis ojos.

—¿Por qué? —dije secándome las lágrimas con el dorso de la mano— ¿Por qué siempre me enamoro del incorrecto?

Era un criminal de clase superior, un hombre buscado por la gran Nación del Fuego. Su cabeza valía una fortuna, pero el corazón no piensa o razona. Me detuve y baje hasta la base de un árbol, ya era de noche así que me refugiaría en el interior; todos eran tan grandes y gruesos que sus raíces sobresalían de la tierra en forma curveada, creando cuevas en sus entrañas.

Ya anteriormente había analizado mi ubicación, una vez que pise el exterior de la casona, supe que me hallaba en el país de la roca y que debía atravesar el país de la hierba para llegar a mi aldea. Era un largo trecho hasta Konoha, sin embargo llegaría en un par de días si no me encontraba con ningún ninja, porque de ser así me capturarían para extorsionarme información sobre mi aldea y luego me matarían.

Esa noche me mantuve alerta, no encendí ningún fuego porque debía pasar desapercibida. El frio me asedio como un golpe en el rostro. Había estado todo este tiempo al confort de una casona, abrigada dentro de un futón por las noches y ahora no tenía nada, solo el húmedo suelo y la corteza de un viejo árbol.

Me decido...por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora