Kim Sujin una chica de 25 años con mala suerte en el amor, decide instalar lo que ella cree que es una app de citas llamada Sistema de Seducción.
Un día una falla en el sistema la hace entrar a la aplicación y deberá conquistar el corazón de 7 chic...
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—¡Salud! —todos brindaron con alegría.
Habíamos ido a un restaurante de barbacoa que se encontraba a cuatro cuadras de donde fue el set de filmación.
Todos estaban en sus propios temas de conversación mientras que yo me sentía un tanto excluida. Con la mirada busqué hacer contacto visual con Young pues era a la única persona que conocía a demás de Jin quien había desaparecido.
La mesa era larga al igual que el banco donde estabamos sentados. Como si alguien hubiese leído mi mente, un chico que estaba sentado junto a mí a una distancia considerable se deslizó sobre el banco hasta chocar su hombro contra el mío invadiendo por completo mi espacio personal, cosa que dejé pasar.
—Eres Kim Sujin, ¿verdad? —asentí y vi como el bebió de su vaso de cerveza para continuar. —Tienes un bonito nombre.
—Gracias, ¿tú cómo te llamas? —decidí ser amable.
—Lee Jungsik —sonrió tontamente, se notaba fácilmente que estaba pasado de copas —¿Tienes novio?
—No, pero... —me interrumpió.
—¿Y no quieres uno? —guiñó el ojo. —Yo soy un excelente partido. Mírame, soy guapo, tengo dinero, me gustan las mujeres hermosas como tú. Me pregunto cómo lo haces en la‐ —fue interrumpido por un jalón en el cabello que lo hizo quejarse.
—Jungsik déjala en paz, estás ebrio y no sabes lo que dices —miré al dueño de esa bonita voz y me encontré con aquel hombre tan perfecto que parecía ser un príncipe sacado de un cuento de hadas. Sin pedir permiso se abrió paso entre Jungsik y yo quedando él en el medio, justo a mi lado.
—Eres un amargado, Kim —el borracho se quejó y se dejó caer sobre la mesa para dormir.
—¿Normalmente es así? —pregunté mientras miraba la tranquilidad con la que dormía.
—Cuando está ebrio, sí. Es un buen tipo pero el alcohol lo convierte en un idiota —Jin rió y se sirvió un vaso de soju. —¿Quieres? —asentí y me sirvió uno a mí también.
Tenía una idea para acercarme a él pero no estaba del todo segura de que funcionaría.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Lo acabas de hacer —rió. Su risa era tan única que sería imposible olvidarla. —Adelante, pregunta lo que quieras.
—¿Cómo haces para tener la piel tan perfecta? —pareció sorprenderse, se quedó callado un par de segundos como si estuviera analizando algo. —¿Pregunté algo que no debía?
—¿Qué? No —suspiró con una sonrisa. —Es que la gente normalmente no me pregunta eso. Siempre tratan de indagar sobre mí, si mi trabajo es muy sencillo, incluso buscan saber cosas de mi vida personal para crear chismes. Sí, se fijan demasiado en lo atractivo que soy pero nunca me han preguntado que es lo que hago para estar así, es raro.
