Capítulo 8

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20 de Marzo del año 1645

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Los años pasaron, Murad había superado su enfermedad, todo iba mejor que nunca.

El imperio había vuelto a su antigua gloria, había conquistado más tierras, en verdad se esforzaba para ser como su ancestro "Süleyman" lo admiraba cómo a nadie

Mis hijos eran bastante tranquilos, excepto Burak, era una copia exacta de su padre.

Mi pequeño hijo soñaba con algún día ir con Murad a una campaña o invasión.

En todo este tiempo, Farya quedó en el olvido, llegó al punto que la Sultana Kösem había ordenado que fuera casada con alguien importante.

Ella se indigno, puesto que era una princesa con sangre real, pero eso ya no importaba, ya no era una princesa, sus títulos fueron arrebatados cuando se caso con Murad.

Ciertamente eso me hacía feliz.

Ahora, ya era una mujer hecha y derecha, una mujer que podía manejar muchas cosas.

En todo estos años, los príncipes que quedaron restantes, fueron encerrados, eso hacia que Kösem le guardara rencor.

Ibrahim había desarrollado problemas mentales, que lo hacía enloquecer, además, era paranoico.






Yo estaba en mis aposentos, Burak y Hakan estaban junto a su padre Murad, mientras que Rukiye y Mihrimah estaban a mi lado, Rukiye y su hermana eran muy unidas, eso me hacía bastante feliz.

Pero había algo que las hacia diferentes, Mihrimah amaba estar sola y en silencio, mientras que Rukiye era muy extrovertida y alegre, era apegada a su hermana.

— Mamá, dile a Rukiye que me deje en paz, nunca puedo estar sola — reprochó Mihrimah molesta empujando a Rukiye

Los ojos de Rukiye se cristalizaron, las palabras de Mihrimah la hicieron sentir triste.

— Mihrimah, cuida tus palabras, ¿acaso no ves que Rukiye se pone triste cuando le hablas así?

Mihrimah de inmediato bajo su mirada apenada, su intención no era hacer sentir mal a su hermana.

— Rukiye, Ayşe te llevará a los aposentos de Zeynep, puedes jugar con ella, si quieres

— Está bien — Rukiye miro de reojo a su hermana para luego irse de los aposentos junto a Ayşe

— Yo lo siento mucho madre, no quise decir eso — Mihrimah se disculpo

— Mihrimah, ven cariño — pedí ya calmada

Mihrimah camino hacia mi, con la mirada en el suelo.

— Debes saber que las palabras pueden lastimar a las personas, debes aprender a medir tus palabras y aún más tus acciones— hable

— Te prometo que no volverá a pasar madre, yo quiero mucho a mi hermana, pero a veces me hace sentir agobiada.

— Mi cielo, espero que hayas aprendido la lección, todo acto tiene consecuencias, recuerda siempre eso, hija.

Abrace con fuerza a Mihrimah, espero que haya aprendido la lección.

La cargue entre mis brazos, Mihrimah sollozó hasta que se quedó dormida en mi pecho.

Prometí que sería una mejor madre, mejor que la mía.

Todas las hermanas de Murad siempre prefirieron a Kasim, nunca lo tomaban en cuenta, era cierto que lo querían, pero no tanto como a Kasim.

— Mi hija, mi bella hija — murmuré, mientras arrullaba su cuerpo para que se tranquilizara













Más tarde cuando el sol se escondía entre las montañas, Murad había pedido por mi, en la noche, caminé hacia sus aposentos, estaba muy feliz, cada noche que pasaba con el, hacia que lo amara más.

— Sultana Halime — Lalezar saludo

— ¿Puedo entrar? — pregunté

— Por supuesto — asintio para luego hacer que los Aghas abrieran la puerta

Entre y avance poco a poco, Murad estaba en la entrada hacia el balcón, tomando vino.

— Mi Sultan — dije mientras caminaba hacia el

Murad se dió la vuelta, al verme sonrió como siempre.

— Mi amor — me encantaba cuando me llamaba de esa forma, Murad era el más cariñoso conmigo, algo que le parecería extraño a otra persona, ya que Murad es recordado por ser cruel y despiadado con todo el mundo.

Murad dejo el baso en el escritorio y camino hacia mi, puso sus brazos alrededor de mi cintura, me hizo jadear cuando me atrajo hacia el de repente.

Sin decir nada, me empezó a besar con una gran intensidad, un beso largo, un tanto salvaje podría decir.

Cuidar a los niños siempre me mantenía ocupada, me encantaba pasar tiempo a solas con Murad.

Pude sentir como poco a poco me quitaba el vestido, pero pronto se fue desesperando, ya que su lujuria crecía cada vez más.

Si el mundo se caía, no me importaba, mientras yo estuviera a su lado, todo estaría bien, de eso estoy absolutamente segura.

El me ama tanto como yo a él, ¿no es así?

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Amor Imposible | Halime SultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora